Cleo se aparto y los hombres avanzaron hacia Zara. El rey era algo mas bajo que Rafe, pero mucho mas alto que ella. Y tenia sus mismos ojos y su misma sonrisa.

– Mi hija, mi hija largamente perdida… -dijo el, abriendo los brazos-. La hija de mi amada Fiona. Bienvenida. Bienvenida a casa.

Antes de que pudiera saber lo que estaba pasando, el rey la atrajo hacia si y la abrazo con fuerza. Zara intento devolverle el gesto, pero estaba tan asustada que no se podia mover.

Aterrorizada, miro a Rafe en busca de ayuda. El comprendio la situacion y dijo:

– Tal vez deberiamos sentarnos y charlar sobre lo sucedido.

– Si, es cierto -dijo el rey, tomando a Zara de la mano.

Zara no tuvo mas remedio que sentarse junto al rey Hassan. No sabia como debia comportarse con un monarca, asi que volvio a mirar a Rafe para que le echara una mano o le hiciera un gesto. Sin embargo, Rafe habia descolgado el telefono y estaba ordenando en aquel momento que les llevaran refrescos.

– No se que decir -dijo Zara-, Todo esto es tan extrano para mi… Supongo que Rafe le ha hablado de las cartas.

Hassan suspiro.

– Te pareces muchisimo a tu madre. Era una verdadera belleza, la mujer mas bella del mundo.

Zara parpadeo y se coloco bien las gafas. Su madre habia sido una mujer ciertamente bella, pero ella no habia heredado sus maravillosos atributos ni su indudable encanto.

– Bueno, si, soy tan alta como ella -dijo, mirando a Cleo-. Ah, pero todavia no ha conocido a mi hermana… Le presento a Cleo.

Cleo sonrio.

– Solo soy su hermanastra. Fiona me adopto. Pero debo anadir que no me importaria estar relacionada con un rey -bromeo.

El rey Hassan rio.

– Os doy la bienvenida a mi pais. ?Esta es vuestra primera visita?

– Si, para las dos. Hace mucho calor, pero es precioso -respondio Cleo-. Y debo confesar que es la primera vez que hablo con un rey… ?Puedo preguntar como debo dirigirme a usted?

– Alteza es la forma adecuada -intervino Rafe.

En ese momento, alguien llamo a la puerta. Segundos despues, varios miembros del servicio de seguridad dejaron bandejas con comida y bebidas en el salon.

Hassan y Cleo siguieron charlando unos segundos sobre cuestiones intranscendentes, ante la atenta mirada de Zara, que no podia creer que su hermana pudiera comportarse con tanta naturalidad en una situacion como aquella.

Rafe aprovecho la ocasion para acercarse a ella, darle un refresco y decirle en voz baja:

– Lo estas haciendo muy bien. Entonces, el rey saco el anillo que Rafe le habia dado.

– Le regale este anillo a tu madre en nuestro primer aniversario. Queria asegurarme de que nunca me olvidaria -declaro.

– Y nunca le olvido, puede estar seguro de ello – dijo Zara-. Pero Alteza, todo esto es muy extrano para mi… Antes de ir mas lejos, tal vez deberiamos asegurarnos de que realmente soy su hija.

– Ya se que eres mi hija. Te pareces muchisimo a Sabrina.

– ?A quien?

– A la princesa Sabra. La llamamos Sabrina porque le gusta mas ese nombre.

– Bueno, pero eso no demuestra que sea su hija…

– Tambien tienes el anillo -le recordo el rey -. Lo se, Zara, no le des mas vueltas. Y por si fuera poco, lo siento en el corazon.

Hassan acaricio una de las mejillas de Zara y siguio hablando.

– Tu madre era mas joven que tu cuando nos conocimos. Yo tambien era joven, y muy orgulloso y seguro de mi mismo. Estaba de visita en Nueva York y fui a ver un espectaculo de Broadway; despues de la representacion asisti a una fiesta con los actores. Tu madre me habia llamado la atencion desde el preciso momento en que salio al escenario, asi que me las arregle para conocerla. Fue amor a primera vista.

Zara habia intentado mantener la calma y controlar sus emociones, pero oir cosas sobre su madre empezaba a ser demasiado para ella. Fiona no solia hablar del pasado, y desde luego nunca de su padre.

– He visto fotografias de su epoca como actriz. Era muy bella…

– Mas que eso. Tenia docenas de admiradores, pero nos gustamos en cuanto nos vimos. Solo queriamos estar juntos, los dos solos, y siempre lo haciamos cuando yo viajaba a tu pais -dijo el rey, sonriendo con tristeza-. Le pedi que se casara conmigo, pero no quiso.

– ?Esta bromeando? -pregunto Cleo, sin darse cuenta de lo que hacia-. Oh, lo siento…

Hassan se encogio de hombros.

– Yo tambien me sorprendi. Entonces estaba casado, pero le dije que me divorciaria de mi anterior esposa para casarme con ella. Sin embargo, Fiona se nego. Decia que no podria ser feliz viviendo siempre en el mismo sitio, aunque fuera tan bonito como Bahania.

– Si, es verdad, mi madre adoraba viajar -explico Zara, todavia sorprendida por lo que estaba oyendo.

– ?Se caso con alguien? -dijo el rey, timidamente -. Me lo he preguntado muchas veces…

– No, no lo hizo. Nos mudabamos constantemente, y aunque siempre tuvo infinidad de amigos, ningun hombre fue especial para ella. Solia decir que ya se habia enamorado una vez y que no tenia intencion de hacerlo otra vez.

Hassan cerro los ojos brevemente.

– Si. Le entregue mi corazon, y cuando se marcho, se lo llevo con ella. Me gustaria pensar que a ella le paso lo mismo, pero ya nunca lo sabremos… En aquella epoca no comprendi por que queria abandonarme, pero ahora lo entiendo. Supongo que supo que estaba embarazada y decidio alejarse porque sabia que yo insistiria en que nos casaramos. Ademas, es logico que quisiera proteger a su hija.

– ?Protegerme? -pregunto Zara, confundida-. ?De que?

– De las leyes de Bahania. Exigen que los principes y princesas crezcan en palacio, asi que probablemente tuvo miedo de que insistiera en que crecieras aqui e incluso de la posibilidad de perderte si se negaba a casarse conmigo -explico el monarca-. Cuando se marcho habria dado cualquier cosa por tener parte de ella. Y ahora, estas aqui…

Zara sonrio.

– Si, bueno, todo esto es muy extrano…

– ?Como me has encontrado, por cierto?

– Cuando lei las cartas, comprendi que lo imposible podia ser cierto.

– Zara insistio en que entraramos en el palacio con la visita guiada, aunque yo queria que llamaramos directamente a la puerta -intervino Cleo -. Ella dijo que los guardias no nos habrian dejado entrar.

El rey sonrio.

– Me temo que Zara tenia razon. Por encantadoras que seais, los guardias no os habrian dejado entrar. Aunque tambien sospecho que una joven tan bella como tu debe de tener cierta influencia sobre los hombres… Tendre que advertir a mis hijos que se anden con cuidado.

– Oh, no me interesan los principes. Son todos iguales: ricos, poderosos… al cabo de un tiempo, aburren - bromeo.

Zara se levanto de repente y se dirigio hacia el balcon. Rafe la siguio.

– ?Te encuentras bien? -pregunto.

Ella nego con la cabeza.

– ?Como podria encontrarme bien en tales circunstancias?.

– Supongo que no podrias en ningun caso.

– Todo es tan confuso…

Hassan se unio a ellos y dijo:

– No hay razon para sentirse confundidos. La situacion es muy sencilla: despues de veintiocho anos, mi hija ha vuelto a mi lado.

– Haces que suene tan normal… -dijo Zara, tuteandolo por primera vez.

Su padre asintio.

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