– ?Que es lo que ha ocurrido?
– Por lo que yo te puedo decir… Gracie. Tus votantes han subido como la espuma despues de que apareciera esa foto de los dos en el periodico.
– Es decir, ahora me quieren mas por Gracie -comento Riley, sacudiendo la cabeza.
– Te quieren porque Gracie te quiere. Y te queria. Todo el mundo disfruta con una bonita historia de amor. Los Lobos quiere que la tuya con Gracie salga bien.
– No hay ninguna historia de amor.
– Tal vez quieras trabajar un poco mas en ese sentido -afirmo Zeke, levantando las cejas.
– Mira, dejemos una cosa bien clara. No pienso fingir una relacion con Gracie por un punado de votos.
– Pero… Si os vieran juntos por la ciudad bastaria.
Riley se tomo de un trago la cerveza. Que situacion tan extrana. El habia ido poco a poco, haciendo lo posible por ganarse a los buenos ciudadanos de la ciudad. De repente, lo que la ciudad de verdad esperaba de el era que tuviera una aventura con Gracie para demostrar su valia.
?Por que le molestaba tanto la idea? No le costaba estar con ella. Le gustaba y la queria en su cama. De hecho, deberia sentirse agradecido de que su plan fuera a salir adelante de un modo tan sencillo.
– Vamos a tener que empezar a preparar el debate muy pronto -dijo Zeke-. ?Que te parece la semana que viene?
– Bien. ?Hemos decidido ya un formato?
– No creo que la velada vaya a ser tan formal, pero lo preguntare.
– ?Estas seguro de que el hecho de que me ayudes no interferira con tu vida secreta?
– Ya te he dicho que no estoy teniendo una aventura.
– Mientras Alexis se lo crea…
En aquel momento sono el timbre de la puerta. Riley se levanto y se dirigio hacia el vestibulo. Zeke lo siguio. Cuando el primero abrio la puerta, se quedo mirando completamente atonito al ver a las dos mujeres que estaban al otro lado. Una le provoco una sonrisa. La otra le hizo desear uno de los antiacidos de Gracie.
– Te buscan a ti -le dijo a Zeke.
– Lo siento -repitio Gracie por cuadragesimo septima vez en dos minutos.
– No importa -reitero Riley. Era cierto.
– Claro que importa. Es terrible. Necesito dejarte en paz.
Gracie y Riley estaban en un lado del vestibulo mientras, al otro, Zeke y Alexis estaban teniendo una acalorada discusion, aunque en voz muy baja.
– Yo no queria venir -reitero Gracie-. Basicamente ella me convencio para que lo hiciera. El le dijo que iba a estar aqui esta noche y Alexis quiso asegurarse.
– Ya me lo habia imaginado.
– Me siento tan mal… Te juro que estaba intentando mantenerme al margen. Si te fijas bien, no me has visto en dos dias. Me imagine que eso seria lo mejor para ambos.
Riley se habia dado cuenta. Lo que no queria admitir ante nadie, ni siquiera ante si mismo, era que la habia echado de menos.
– ?Sigues recibiendo comentarios sobre la foto del periodico?
– No. En realidad he estado tratando de evitar todo contacto con mi familia. Y mas o menos con todo el mundo. Pense que lo mejor seria tratar de pasar desapercibida. Entonces, Alexis vino a buscarme.
– Nos marchamos.
Riley se dio la vuelta y vio que Zeke habia rodeado a Alexis con el brazo.
– Tal vez podamos terminar manana -anadio
– Claro.
– Gracie -le dijo Alexis a su hermana-. Te llamare manana, ?de acuerdo?
– Claro. Buenas noches.
Cuando la puerta principal se cerro, Gracie suspiro
– No se si van a hacer el amor para firmar la paz o a pelearse mas.
– Yo tampoco lo quiero pensar
A Riley no le interesaba la vida sexual de nadie, a excepcion, posiblemente, de la de Gracie y el. Aun recordaba el ultimo beso que habia compartido. Aunque sabia que era una locura dejarse llevar por sus instintos, su cerebro no estaba necesariamente al mando.
– Te estas portando muy bien en este asunto -comento ella.
Le gustaba mirarla. Le gustaban sus ojos azules y la curva de su boca. Le gustaba ver como ella miraba el pendiente que llevaba con una parte de fascinacion y de miedo a la vez. Le gustaba que Gracie hiciera pasteles, que adorara las tormentas. Y que se la pudiera comprar por el precio de un horno profesional.
– Me alegro de que hayas venido.
– Si. Alexis se ha marchado ahora, por lo que tal vez yo deberia marcharme tambien.
Riley no queria que se marchara. Aunque no iban a hacer el amor, por mucho que el la deseara, no queria quedarse solo.
– ?Quieres que te ensene la casa?- pregunto.
Gracie habria esperado cualquier otro comentario antes de aquel. Jamas se habria pensado que el se ofreceria de guia. Aunque sabia que lo mas sensato seria marcharse, sonrio a modo de aceptacion.
– Me encantaria.
Riley le deslizo una mano por debajo del cabello y le agarro la nuca.
– Este es el vestibulo -dijo el.
– Ya me lo habia imaginado -bromeo ella-. Es muy grande. ?Como le limpias el polvo a eso? -pregunto senalando una enorme lampara de cristal.
– Ni idea.
Le acariciaba suavemente la piel con los dedos, haciendo que Gracie fuera aun mas consciente de su presencia
– Salon -dijo, senalando hacia la izquierda con la mano que le quedaba libre.
Gracie se dirigio hacia la puerta. La sala era enorme, con hermosos y antiguos muebles, alfombras orientales y unos pesados cortinajes de terciopelo en la ventana.
– ?Es muy oscura esta habitacion durante el dia? Estoy segura de que esas cortinas no dejan pasar ni un rayo de luz.
– No tengo ni idea. No vengo aqui mucho.
Mas alla del salon habia otra sala y luego una suite, con dormitorio, cuarto de bano y salon.
– Para la doncella -dijo Gracie
– Tengo una senora que viene a limpiar dos veces por semana.
La cocina era enorme y no habia sido reformada desde los anos cincuenta. Contaba con una despensa que albergaria comodamente a una familia de cuatro personas. Para Gracie, aquello era un paraiso.
– Esta cocina necesita un buen arreglo -comento ella-. Hazmelo saber si necesitas sugerencias. Me he pasado tardes enteras babeando sobre catalogos de cocinas.
– A mi me va mas comprar comida preparada o calentar algo en el microondas
– No me importa cuantos dormitorios tenga esta casa, ni la biblioteca ni las antiguedades, pero esta cocina me vuelve loca.
– Hazme una oferta.
– Creo que no tengo suficiente dinero -replico ella, mirandola muy atentamente-. Veo que no estas bromeando. Serias capaz de vender esta casa.
– Por supuesto. No es la mia.
– ?Donde esta tu casa?
– En la plataforma petrolifera en la que este en el momento -respondio el, indicandole a Gracie que se sentara en uno de los taburetes. El tambien tomo asiento-. Estoy acostumbrado a dormir en habitaciones minusculas con seis hombres mas y trabajando en turnos de rotacion. Una plataforma petrolifera es un trabajo de veinticuatro horas al dia.
– Me dijiste algo sobre los mares del Sur de China, ?Como llegaste alli desde aqui?