– Genial -respondio ella dejando varios muestrarios de papel pintado sobre la encimera-. Ahora estoy decorando las habitaciones, que es lo mas divertido. Ayer pase por delante del instituto. Habia mucha gente esperando para escuchar el discurso de Riley.
– ?De verdad? -comento Gracie, fingiendo que no habia estado alli-. ?Va bien su campana?
– Eso espero -afirmo Pam. Gracie trato de no reaccionar, pero la sorpresa debio de habersele dibujado en el rostro porque Pam sonrio-. Lo digo en serio. De lo nuestro hace muchos anos. Yo era joven y tonta y no le guardo ningun rencor. Ademas, Franklin Yardley me pone el pelo de punta. Acababa de ser elegido alcalde cuando yo me gradue en el instituto. Vino a dar un premio. Te juro que me dio una palmadita en el trasero cuando me lo entrego.
Gracie recordo que Jill le habia contado algo muy parecido.
– ?De verdad? Le hizo lo mismo a una amiga mia. Ella se quedo completamente planchada.
– No me extrana. Es asqueroso. A mi me habria gustado contarlo, pero me parecio que nadie me creeria. Por lo tanto, mi voto va para Riley.
Pam parecia sincera. Gracie queria creerla, pero no podia hacerlo.
– No te volviste a casar.
– En realidad, prefiero estar soltera. En estos momentos estoy viendo a un hombre. El vive en Santa Barbara, lo que resulta perfecto. Estamos lo bastante cerca como para vernos a menudo, pero no lo tengo delante de las narices todo el tiempo. Me gusta. Llevo sola tanto tiempo que no creo que pudiera acostumbrarme a vivir con un hombre. ?Y tu?
Gracie estaba mas que dispuesta a acostumbrarse, pero el unico que le hacia sentir chispas no estaba interesado en ella. Ademas, era el ultimo hombre sobre la faz de la tierra con el que deberia estar. Tenian objetivos muy diferentes. Tal vez Riley la encontrara atractiva y besara estupendamente, pero Gracie sabia que no era de los que sentaban la cabeza.
– Lo siento -dijo, al notar que Pam la estaba mirando muy fijamente-. ?Que me has preguntado?
Pam se echo a reir.
– No importa. Veo que estas distraida. Recogere mis cosas y te dejare en paz.
Pam recogio los muestrarios y se marcho de la cocina. Gracie se la quedo mirando muy fijamente mientras salia y se pregunto si no se habria equivocado a la hora de juzgar a Pam.
Capitulo 10
A primeras horas de la tarde, Riley estaba fuera. Habia cancelado sus dos ultimas reuniones con la intencion de irse a dar un paseo en coche. Sin embargo, en vez de dirigirse a la costa o incluso a Los Angeles, se habia encontrado aparcado frente a la casa que Gracie tenia alquilada.
Sabia que ella estaba dentro porque su coche estaba frente a la casa. Ademas, se oia musica.
De pie al lado del coche, Riley penso que habia mas de una docena de lugares en los que podria estar y un punado en los que deberia estar. La casa de Gracie no estaba dentro de ninguna de las dos categorias. Ella no podia ocasionarle mas que problemas, pero le gustaba. Disfrutaba con su compania y, en aquellos momentos, deseaba estar con ella en todos los sentidos de la palabra.
Se dijo que solo queria hablar, que ella no era su tipo. Siempre habia tenido mucho cuidado a la hora de elegir las mujeres con la estaba. Mujeres de usar y tirar. Gracie no era asi.
Si hubiera tenido un poco de sentido comun, se habria marchado. En vez de eso, se acerco a la puerta y llamo.
– Un momento -dijo ella desde el interior de la casa.
A los pocos segundos, abrio la puerta con la mejilla manchada y un pano en la mano. Llevaba el cabello recogido en una coleta. La camiseta enfatizaba sus curvas mientras que los pantalones le quedaban algo caidos. Estaba descalza e iba sin maquillar, pero Riley la deseaba con una desesperacion que le impedia hablar.
– Gracias a Dios que no eres mi madre ni una de mis hermanas -comento Gracie, con una sonrisa-. En estos momentos estoy harta de mi familia. Ni siquiera puedo decirte las cuarenta y siete maneras en las que me estan volviendo loca. Entra. Tengo un pastel en el horno y tengo que darle la vuelta cada diez minutos para que se me haga uniformemente. Podria haber regresado al hotel, pero estuve alli antes. Me sorprendio tanto que ella se mostrara tan amable que tuve que marcharme. ?Que quieres? -le pregunto. Cerro la puerta y se dirigio a la cocina.
El movimiento de sus caderas era una tortura para Riley. Queria abrazarla y poseerla alli mismo en el recibidor. Queria quitarle la goma del cabello, arrancarle la ropa y tenerla encima, humeda y lista, jadeando su nombre y suplicandole que le diera mas.
– No tenia ganas de trabajar. Se me ocurrio pasar a verte.
– Te agradezco la compania -repuso ella mientras se inclinaba para abrir el horno y darle la vuelta al pastel-. Resulta extrano, pero tu eres la persona mas normal de las que conozco aqui. ?Quien lo habria pensado? ?Te apetece algo de beber? Tengo gaseosa, leche y agua con gas. Dejame adivinar, los hombres no beben agua con gas.
– No a menos que podamos abrir la botella con los dientes.
– Ya me lo habia imaginado. ?Te parece esto bien? -le pregunto, mostrandole una lata de gaseosa.
– Si, gracias.
– ?Que reunion tan importante te has perdido? -le pregunto ella, tras entregarle la lata. A continuacion, programo el horno diez minutos mas.
– Una sobre la direccion que probablemente tomara la Reserva Federal. Cosas de bancos -contesto el, sentandose.
– ?Te gusta lo que haces? -quiso saber ella, apoyandose sobre la encimera enfrente de el-. Tiene que ser muy diferente de vivir en una plataforma petrolifera.
– Se trabajan menos horas y todo el mundo huele mejor.
– ?Lo encuentras aburrido o divertido?
– Bueno, solo he pensado en ello como en algo mas que tenia que hacer para heredar.
– ?Lo considerarias una profesion?
– Tal vez. Hay cosas que me gustan, pero la ropa es una lata -afirmo, aflojandose la corbata y desabrochandose el primer boton de la camisa.
– Se a lo que te refieres. No me gusta cuando me tengo que poner elegante para las reuniones. Cuando estoy en la cocina, simplemente me pongo comoda.
– Mi secretaria no hace mas que presionarme para que de dinero para el nuevo ala infantil del hospital. Me sugiere que lo haga en nombre de mi tio, lo que no estoy dispuesto a hacer.
– ?Te refieres a dar el dinero o a hacerlo en nombre de tu tio?
– No quiero que nada tenga su nombre.
– Entonces, dalo con otro nombre. O con el de nadie. ?Por que las alas de los hospitales siempre tienen que tener nombres?
– Tienes razon. Tal vez asi consiga quitarme a Diane de encima. Esa mujer es la testarudez personificada - comento Riley. No podia obviar la ironia de que su tio hubiera estado dispuesto en vida a dar millones en obras beneficas, pero que hubiera dejado morir a su hermana-. Tengo que admitir que, a pesar de todo, no me importaria llevarmela a mi otro negocio. Es muy eficiente.
– El otro negocio es el petroleo, ?no?
– Si. Ahora tenemos mas de cincuenta plataformas.
En aquel momento, el reloj empezo a sonar. Gracie se acerco al horno y volvio a dar la vuelta al pastel.
– Resulta sorprendente que te marcharas de aqui sin nada y que te haya ido tan bien. Tu madre estaria muy orgullosa de ti. ?Se entero ella de tu exito antes de morir?
– De algo. Yo le enviaba dinero cuando podia.
– Entonces, ya eres un hombre rico. Eso te da mucho atractivo.
– A ti no te van los hombres de dinero. Si lo tienen, no vas a decir que no, pero en realidad no te importa.