imaginate con ninos… -Madeline aclaro un vaso-. Muy bien, ha llegado el momento de cambiar de tema. Hablemos de algo alegre.
En ese momento, Lori entro en la cocina.
– ?Puedo ayudar?
– No, no puedes -Madeline suspiro-. Tu hiciste la cena. Vete a descansar.
– No estoy cansada.
– Entonces puedes ver la television, leer un libro o contemplar la expansion del universo.
– Me voy -dijo Lori antes de marcharse.
Reid se quedo mirandola.
– Se comporta de una forma rara, hasta para ella.
Madeline sonrio como si supiera un secreto.
– Se le pasara -aclaro un plato y se lo dio a Reid-. Lori es muy especial.
– Estoy de acuerdo.
– No me gustaria que le hicieran dano.
Madeline no estaba dando conversacion, estaba indagando y avisandole. Normalmente, aquello hacia que quisiera salir corriendo, pero en ese caso, estaba deseando mantener esa conversacion. ?Por que seria? Supuso que en parte era porque le gustaba Lori. Le gustaba hablar con ella, incordiarla y hasta besarla. El beso habia estado bien. Mejor que bien. En otras circunstancias, habria seguido adelante. El deseo lo domino. Hacia tiempo que no se acostaba con nadie y, dadas las circunstancias, pasaria bastante mas. Despues de aquel articulo, no le apetecia estar con nadie. Sabia lo que estaria pensado la mujer en cuestion. Sin embargo, Lori era distinta. Era… Se dio cuenta de que Madeline estaba mirandolo fijamente.
– Perdona -dijo el-. ?Que me habias preguntado?
– Nada.
– Es verdad. Ibas a advertirme que no me acercara a Lori.
– ?Porque iba a hacer tal cosa? Soy la mayor. Lori lo paso mal de pequena. Yo era mas lista, mas guapa y mas apreciada -hizo una pausa y arrugo la nariz-. Vaya, parezco una egocentrica, pero es verdad. Mama estaba borracha todo el tiempo y papa habia desaparecido. Se largo cuando mi madre estaba embarazada de Lori. No teniamos dinero y todo era muy complicado. A eso, anadele que Lori se crio a mi sombra. No me extrana que no sepa si me quiere o me odia.
– Lori no te odia -Reid la miro fijamente.
– Lo se. Eso es lo maravilloso de ella. Si lo hiciera, nadie podria reprocharselo. Yo menos que nadie. Sin embargo, me propuso vivir con ella en cuanto se entero de que estaba enferma. Cuando dude, ella, personalmente, lo embalo todo y llamo a una empresa de mudanzas. Es mi baston -agarro una cazuela-. Tiene que ser muy dificil para ella. Soy el motivo de que tuviera una infancia desdichada, me quiere mas que nadie en el mundo y estoy muriendome. ?Como se puede conjugar todo eso?
Reid no sabia que hacer con toda la informacion que le habia echado encima, pero no dudo que fuera verdad.
– ?Como has llegado a esa conclusion? -pregunto el-. Lori no te lo ha dicho.
– Claro que no. No querria que yo cargara con el peso de sus conflictos. Pero observo y escucho. Es mucho mas de lo que ella cree que puede ser.
– Lo se.
– Me lo imaginaba -ella lo miro-. ?Que vas a hacer con ella?
– No tengo ni idea.
Lori no era su tipo. No era una mujer para pasar una noche ardiente y desaparecer, pero el no sabia hacer otra cosa. Lo que significaba que eludirla seria lo mejor para los dos. Sin embargo, se dio cuenta de que queria estar con ella. No solo en la cama: fuera tambien.
– Ya lo sabras -lo tranquilizo Madeline-. Pero intenta no hacerle dano, es mas fragil de lo que parece.
El penso que Lori era una roca, pero quiza fuera algo mas que puro sarcasmo y la fuente de energia de todo el mundo. Quiza tuviera aspectos que nadie veia.
– No se que va a pasar -reconocio el-. No se me dan bien este tipo de cosas.
– Entonces quiza sea el momento de aprender.
Reid estaba sentado en su despacho del bar repasando facturas. Normalmente, dejaba que los tres directores adjuntos se ocuparan del papeleo, pero ese dia, por algun motivo, quiso ser util.
Ordeno los documentos segun proveedores, fue al ordenador y comparo las facturas de ese mes con las de los tres meses anteriores. No sabia muy bien que estaba buscando, pero le parecio una manera logica de saber si alguien estaba robando o intentando ocultar comisiones. Oyo unos pasos en el pasillo.
– Yo estoy de su parte, digan lo que digan -dijo una mujer a su amiga mientras iban al cuarto de bano-. Es muy guapo. Ademas, no me importa lo que dijera esa periodista asquerosa, se porto de maravilla en la cama.
– A mi tambien me lo parecio. Podria haber durado un poco mas, pero siempre podrian durar un poco mas…
Se rieron y se hizo el silencio cuando la puerta se cerro detras de ellas. Reid volvio a centrarse en el ordenador, pero estaba desconcertado. No sabia quienes eran esas mujeres ni cuando se habia acostado con ellas. Solo supo que habian hecho un trio. Al menos no se quejaron…
Sin embargo, no era un gran consuelo. Apago el ordenador. Ya nada le parecia bien, se dijo mientras se ponia la chaqueta y salia. Tenia que hacer algo ese dia, algo que valiera la pena. Fingir que dirigia el bar y esconderse de Gloria no servia para nada.
Tomo el coche y se dirigio hacia el este hasta que llego, sin proposito alguno, a Bellevue. Se detuvo delante de una tienda enorme de articulos deportivos y se quedo mirando el escaparate. Anoraba el beisbol. Los deportes siempre habian sido una via de escape para el. Le habian dado firmeza y un objetivo. Saco el telefono movil y marco un numero conocido.
– ?Que tal? -pregunto al oir la voz de Cal.
– Bien. ?Donde estas?
– No estoy en el bar -contesto el-. ?Hay algun sitio en Seattle que necesite material deportivo? Un colegio en alguna zona pobre, un club…
– Claro. Espera -Reid oyo que tecleaba algo-. Hay un par de sitios a donde van los ninos pobres despues del colegio. Seguramente necesiten material. ?Por que?
– Voy a hacer una cosa. ?Tienes una direccion?
Cal se la leyo junto al numero de telefono. Reid colgo, llamo y pidio hablar con el director. Una mujer se puso al telefono.
– ?Tienen un patio donde juegan los ninos? -le pregunto.
– Si… -contesto ella con cautela.
– ?Que tal estan de material? Me gustaria mandarles unos bates, pelotas y otras cosas. ?Les vendrian bien?
– Claro. Naturalmente. ?Quien es?
Reid colgo.
Dos horas despues, estaba aparcado ante un edificio viejo y medio derruido. Habia unos treinta ninos alrededor de un camion enorme de reparto. Los ninos gritaron de alegria cuando descargaron el material.
– No lo entiendo -dijo una mujer bastante mayor-. Un hombre llamo y pregunto si lo necesitabamos. ?Esta seguro de que es gratis?
– Todo esta pagado -le confirmo el repartidor-. Firme el recibo y en paz.
La mujer sonrio y firmo. Reid metio la primera y se marcho.
Capitulo9
Reid llego a casa de Gloria y se encontro a Lori esperandolo. Habian pasado las cuatro y su turno habia