– No soy… guapa. Lo sabes.

– Claro que lo eres. Puedes serlo si no te ocultas detras de esas espantosas batas o eso… -Madeline le senalo el jersey.

Lori se miro el jersey marron que llevaba encima de los vaqueros.

– ?Que?

– Es el paradigma de lo feo. Es grande y el color le quita la vida de la cara. Pareces una patata. Tienes un cuerpo precioso; ensenalo. Deslumbralo con un poco de tus pechos. Los hombres tienen el mismo desarrollo emocional que un perro callejero de tipo medio. Si les ensenas tus… virtudes, haran cualquier cosa.

– Eso es repugnantemente sexista.

– Pero es verdad.

Lori se vio tentada. Siempre se habia mantenido al margen del juego porque era mas facil que competir. Sin embargo, nadie le habia importado tanto como Reid. Madeline tenia razon. Algunas cosas merecian la pena, correria el riesgo. Si la aplastaban como a una cucaracha, ya pensaria como seguir adelante a pesar del sufrimiento.

– Muy bien -dijo Lori justo cuando un hombre alto y delgado se acercaba a ellas.

– Soy Ramon -se presento el hombre-. ?Quien es Lori?

– Yo -contesto ella mientras se levantaba.

– Ya lo veo. Gloria me dijo que tenias un pelo rebelde -Ramon sonrio-. Me gustan las mujeres con pelo rebelde. Indica su temperamento, ?verdad?

Lori no tuvo coraje para decirle que tenia poco de rebelde y mucho de gatita faldera.

– ?Que quieres? -pregunto el.

Ella tomo aliento y se inclino por decir la verdad.

– Un milagro.

Lori se miraba tan fijamente en el espejo de los grandes almacenes que Madeline se rio.

– Eres tu -le aseguro con tono de estar complacida-. Tu y nadie mas que tu.

– No puedo creermelo -reconocio Lori.

Ramon habia obrado el milagro y habia compensando hasta el ultimo centavo de los ciento veinte dolares que habia pagado. Empezo cortandole unos quince centimetros de pelo, lo que casi le cuesta un ataque al corazon. Luego, con una cuchilla, fue dejandoselo a capas. Entre tanto no dejaba de elogiar los distintos colores que tenia su pelo, que nunca necesitaria mechas y que los rizos ondulados eran preciosos. Lori lo rebatio, dijo que no eran rizos, que eran unas ondas sin gracia, pero se habia equivocado. Al parecer, los rizos habian perdido la forma y el vigor por llevar el pelo largo. Sin embargo, en ese momento, con el pelo justo por debajo de los hombros, eran rizos, muchos rizos. Ramon le enseno a utilizar un par de productos para resaltar y separar los rizos. Luego, le dio la vuelta para que viera su reflejo y ella casi se desmayo.

Tenia un pelo maravilloso. Sexy, vaporoso y con un color increible. En general, castano, pero con reflejos dorados y rubios.

Antes de que pudiera regodearse con su recien adquirida sensacion, Madeline la arrastro al fondo del salon de belleza, donde una mujer perversa le depilo las cejas con cera. El dolor fue intenso, pero breve. A eso siguio una transformacion total.

Desiree le prometio que solo tardaria cinco minutos y Lori lo cronometro. Tardo siete minutos en maquillarla, pero cuando vio el resultado, decidio no quejarse. Tenia la piel resplandeciente y los ojos enormes. El brillo de los labios hacia que su boca pareciera carnosa y sexy.

– No puedo creerme que sea yo -insistio Lori mirandose al espejo de los grandes almacenes.

– Lo eres. Aunque, sinceramente, las gafas tienen que desaparecer.

– No puedo llevar lentillas.

Lori dejo de mirarse al espejo y siguio a su hermana a una seccion llena de ropa preciosa.

– Hay otras soluciones -comento Madeline-. Puedes operarte.

– No voy a permitir que un laser me achicharre la cornea solo para no llevar gafas.

– La belleza duele. Ademas, ?no te gustaria ver el reloj por las mananas?

– Lo veo muy bien.

– Si te inclinas, lo agarras y te lo pones delante de las narices. Vamos, Lori, es inocuo. Millones de personas se lo han hecho y estan encantadas con los resultados.

– Para ti es facil decirlo; nadie va hablar de calcinarte la cornea.

– Muy bien. Me olvidare de las gafas. Vamos a buscarte unos vaqueros como Dios manda.

Media hora mas tarde, Lori tenia tres vaqueros que le sentaban de maravilla. Se abotono la primera de las blusas que le habia llevado Madeline.

– Te sienta mejor -le dijo su hermana-. Mira como se ajusta a las curvas de tu cuerpo. Tambien he traido algunos jerseis, y no son marrones.

– Muy graciosa.

Lori, sin embargo, no tuvo motivos de queja. Le gusto el color verde oscuro que arrancaba reflejos verdes de sus ojos color avellana. Madeline la obligo a seguir probandose todo tipo de colores que ella nunca habria elegido. El monton fue aumentando hasta que Lori noto que la tarjeta de credito temblaba de miedo.

– No necesito todo esto -se quejo.

Sin embargo, tampoco sabia si podria elegir lo que mas le gustaba. Le parecio curioso, porque cuando iba sola de compras, nada le parecia bien.

Su hermana entro al vestidor con un vestido negro.

– Ya se lo que vas a decir -se adelanto Madeline-. «?Cuando voy a ponermelo? Es muy caro, no es de mi estilo…» Bla, bla, bla. Vas a probartelo y luego, hablaremos.

Lori agarro el vestido, lo colgo de un gancho y se acerco a su hermana.

– Te quiero -la abrazo-. Quiero que lo tengas muy claro.

– Yo tambien te quiero -respondio Madeline.

Se sonrieron y Lori descolgo el vestido.

– La verdad es que no puedo ponermelo en ningun sitio.

– Eso no le importa a nadie.

Tuvieron que ir al coche para dejar todos los paquetes, pero cuando Lori habia creido que habian terminado, Madeline volvio a entrar y la llevo a una tienda conocida. Conocida porque la habia visto por fuera, pero Lori nunca habia entrado.

– Ni hablar -Lori se paro en seco a la entrada-. Ya tengo suficiente.

– Nada de eso. Usas unas bragas vulgares y tus sujetadores son sosos. Estas con un hombre estupendo. Se merece un poco de encaje y seda. Hazme caso, le encantara.

En el caso de que quisiera verla en ropa interior otra vez, se dijo Lori, intrigada ante la perspectiva de algo sexy y nerviosa por la reaccion de Reid ante su nueva personalidad.

Madeline empezo a elegir sujetadores maravillosos con bragas a juego, pero cuando paso por un mostrador lleno de tangas, Lori sacudio la cabeza.

– No vas a ponerme una cosa de esas ni por todo el oro del mundo.

– ?Te apuestas algo? -pregunto Madeline con una sonrisa de oreja a oreja.

Reid entro en el despacho que tenia Cal en la sede central de The Daily Grind y se dejo caer en una butaca de cuero delante de la mesa de su hermano.

– ?Que te pasa? -le pregunto Cal-. Pareces cansado.

– Estoy bien. Sigo repasando el correo. Lo he ordenado en montones por fechas.

– Parece organizado.

– Es una locura. Me escriben infinidad de ninos. Algunos quieren algo, pero la mayoria solo quiere ponerse en contacto conmigo. Creen que verme o hablar conmigo seria algo especial.

– Eres un tipo famoso.

– ?Famoso por que? -Reid se sentia el ultimo mono-. He desperdiciado un ano de mi vida. Me lesione y fue por mi culpa.

– ?Cuando te fastidiaste el hombro? -Cal se inclino hacia el-. No fue culpa tuya. Diste un giro para esquivar a

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