Zayd asintio.
Kateb espero al lado del ruedo, con el sable, pesado y poderoso en su mano. Eran viejos amigos, aquel sable y el. Habia confianza entre ambos.
El sol brillaba con fuerza y las gradas estaban llenas de gente, pero el solo podia pensar en si mismo, en Fuad y en la posibilidad de la muerte.
No queria matar al chico. Victoria tenia razon, cambiaria la ley, pero ya seria demasiado tarde para Fuad.
Victoria lo entenderia. Sabria que el dormiria mal durante una epoca por lo que se habia visto obligado a hacer, pero ella lo ayudaria a olvidar.
Aunque ya no estaria a su lado. No podia obligarla a quedarse. La unica solucion era amarla. Admitir lo que sentia su corazon. Si le daba todo lo que era, seria suya.
Pero era un riesgo demasiado grande. ?Y vivir sin ella?
– Ha llegado la hora -le informaron.
Kateb se centro en la lucha y salto al ruedo. Las gradas lo aclamaron. Hasta el suelo parecio temblar con el sonido. El lo ignoro todo y miro al joven que se acercaba a el
– Has crecido mucho -le dijo a Fuad, que debia de tener unos veinte anos y era fuerte y decidido.
– Preparate a morir, viejo -replico el chico-. Hoy derramare tu sangre y vengare a mi padre.
– Tu padre me secuestro y me habria matado. Su muerte era mi derecho.
– Yo soy su hijo. Tu muerte es mi derecho.
– No quiero matarte. Si me pides clemencia, te la concedere.
Fuad levanto su sable.
– No eres quien para darmela, viejo. Te matare lentamente.
Victoria no podia oir lo que se estaban diciendo, pero no le gusto nada el lenguaje corporal de Fuad. Era evidente que queria que Kateb sufriese. Empezo a oir el sonido del metal chocando.
Fuad luchaba con ira y torpeza. Kateb parecia ser un oponente racional. Se movia con gracia, era casi como si bailase. Victoria enseguida se dio cuenta de que su objetivo era cansar a Fuad, no herirlo.
Despues de un buen rato, Fuad dejo caer el sable. La multitud se levanto al instante. Yusra lo celebro con un grito, pero Victoria supo que algo no iba bien y le grito a Kateb que tuviese cuidado.
Kateb bajo el sable para permitir a Fuad que recuperase el suyo, pero en vez de hacerlo, el chico saco un cuchillo de su bota e hirio a Kateb en la pierna.
– ?Eso esta permitido? -grito Victoria.
– No, pero no te preocupes. Es un corte poco importante. No tendra consecuencias.
– El corte no, pero lo que hay en la hoja del cuchillo, si -respondio Victoria, segura de que habia algo en ella.
En ese momento Kateb solto el sable y cayo de rodillas. Fuad tomo su espada y la blandio sobre su cabeza, preparado para matarlo.
– ?No! -grito ella, corriendo-. ?No! No puedes hacerlo. Yo soy su sacrificio.
Fuad la miro fijamente.
– Vete de aqui, mujer. Este no es tu lugar.
– Soy su sacrificio -dijo, deteniendose delante de el-. Tienes que matarme. Es la ley -vio que varios hombres se agachaban al lado de Kateb-. Es veneno. Habia algo en el cuchillo -les dijo.
Zayd corrio hacia ellos, respirando con dificultad. Tomo el cuchillo y lo olio.
– La venganza no tiene sentido-le dijo al chico.
– A muerte es a muerte -contesto el enfadado.
– ?Que te pasa?-le pregunto Victoria-. ?Quieres que la verguenza de lo que hizo tu padre continue contigo?
Fuad la miro sorprendido y apoyo la espada en su pecho.
– Si quieres morir en su lugar, te matare.
– Bien -grito Victoria-. Hazlo si puedes. Matame. ?Y despues? Tu padre seguira estando muerto. ?No te has parado a pensar que secuestro a un chico mucho mas joven que tu? Kateb era solo un crio. ?Crees que queria matar a tu padre? El no tuvo eleccion, pero tu si que la tienes.
– Callate -le dijo Fuad-. Deja de hablar.
– ?Vas a matarme? El gran Fuad ha matado a una mujer. Eso te llenara de orgullo.
Victoria noto mucha actividad detras de ella, pero no se atrevio a mirar. Solo espero que estuviesen salvando a Kateb.
Fuad le hizo un corte en el brazo con la espada. Ella retrocedio, sintio mas dolor del que habia esperado y la sangre salio a borbotones de su piel.
– Quieres luchar conmigo -grito Fuad-. Lucha. Toma la espada.
– Debes de estar de broma. ?Sabes cuanto pesa? Hazlo sin mas. No voy a moverme. Supongo que lo mas rapido es el corazon. No me hagas sufrir.
– No voy a matar a una mujer desarmada.
– ?Por que no? Has envenenado a Kateb. ?Que diferencia hay?
El bajo la espada.
– ?Por que haces esto? Es un trabajo de hombres.
– Porque lo amo demasiado para verlo morir. Es mi mundo. Es el unico hombre al que he amado.
– No puedo matar a una mujer
– ?Por que no? -se acerco a el-. Siento lo de tu padre. Yo perdi a mi madre y lo pase muy mal Mi padre es un perdedor. Mi madre lo queria y yo no entendia por que. Ahora lo entiendo. Kateb no es perfecto, pero es un buen hombre. Intenta hacer las cosas bien. Sera un buen lider. Estoy segura, pero sigo sintiendo lo de tu padre.
Fuad se puso a temblar. El sable se le cayo de la mano y el se arrodillo en la arena.
– Nadie me habia dicho nunca eso -susurro. Y se puso a llorar-. Piedad -murmuro.
El guarda condujo a Fuad fuera del ruedo y Victoria corrio a la camara de los ancianos. Encontro a Kateb tendido en una improvisada cama. Estaba palido, pero respiraba.
– ?Esta bien? -le pregunto al medico que estaba arrodillado a su lado.
– Se recuperara. Estara bien dentro de un par de horas.-Gracias a Dios -dijo ella entre dientes. Se arrodillo y lo beso.
Kateb abrio los ojos.
– ?Por que tienes sangre en el brazo?
– No es nada.
El fruncio el ceno.
– No lo recuerdo todo, pero he oido algo de un sacrificio. ?Eras tu? -pregunto. Victoria asintio.
– ?Quien ha permitido esto? -rugio Kateb-. ?Quien ha aceptado a una mujer como sacrificio?
– Eh -dijo ella, empujandolo del pecho-. En ningun lugar pone que no pueda ser una mujer lo he comprobado.
– No sabes leer la lengua antigua.
– Pero me han ayudado. Y no estas muerto. Ni yo. Y Fuad ha pedido misericordia. Todo ha salido bien.
– Tiene que descansar -dijo el medico-. Debe dormir unas horas.
Apartaron a Victoria de Kateb. Ella deseaba quedarse a su lado, pero, de repente, ya no sabia cual era su lugar en todo aquello. Habia dicho que se marcharia despues de la lucha. Kateb estaba bien, ?debia marcharse?
Pero, de pronto, no le parecia tan facil hacerlo. No se imaginaba la vida sin el. Queria mas. Queria un milagro.
– Que muchacho tan idiota -comento Yusra poco despues, lavando la herida de Victoria.
– Ha pedido piedad -dijo esta.