Ella suspiro teatreramente.

– No, no lo eres. Por eso me interesa conocer a tus companeros de equipo.

– Lo dudo. Encontraras a tu hombre tu misma.

– ?Podrias decirme cuando? -le pregunto ella con una carcajada-. ?Para poder poner una estrella junto a ese dia en el calendario?

– Cuando menos te lo esperes.

Pia estaba sentada frente a Montana Hendrix en su pequeno despacho. Conocia a las trillizas de toda la vida, unas chicas cuya familia siempre habia sido importante alli y cuyo linaje se remontaba a los fundadores del pueblo.

La gente que daba por hecho que las tres hermanas actuaban igual, porque se parecian, estaba claro que no las conocian. Nevada era la mas tranquila, la que habia estudiado ingenieria y trabajaba con su hermano. Dakota era mas como una nina… queria que todo el mundo le hiciera caso. Montana era la mas pequena, tanto en orden de nacimiento como en personalidad. Era divertida e impulsiva, y esa a la que Pia estaba mas unida.

– ?Entonces esta todo vendido? -pregunto Montana, doblando una carta y metiendola en un sobre.

– Si. La subasta ha sido todo un exito. A pesar del hecho de que no habia pujas minimas, sacamos casi el doble de lo que esperabamos.

– Todo el mundo quiso ayudar -dijo Montana.

– Igual que tu hoy -sonrio Pia-. ?Te lo he agradecido ya?

– Vas a invitarme a almorzar.

– Ah, si, lo habia olvidado.

Hablaron sobre lo que estaba sucediendo en el pueblo y con sus amigas.

– Me han ofrecido un trabajo a jornada completa en la biblioteca.

Pia enarco las cejas.

– Eso es genial. Felicidades.

Montana no parecia muy emocionada.

– ?Es genial, verdad? Llevo trabajando ahi dos anos a jornada partida y ahora me van a dar un buen ascenso y tendre beneficios.

– ?Pero?

Montana respiro hondo.

– No quiero -alzo una mano-. Lo se, lo se. ?En que estoy pensando? Es una gran oportunidad. Me ayudarian a pagar un master en biblioteconomia. Me encanta vivir en Fool’s Gold y ahora tengo seguridad laboral.

– ?Pero? -volvio a preguntar Pia.

– No es lo que quiero hacer -admitio Montana en voz baja-. No me encanta trabajar en la biblioteca. Quiero decir, me gusta, los libros son geniales, y me gusta ayudar a la gente y trabajar con ninos, pero ?a tiempo completo? ?Todos los dias durante ocho horas?

Apoyo los brazos sobre la mesa y se dejo caer en su asiento.

– ?Por que no puedo ser como los demas? ?Por que no puedo saber lo que quiero hacer con mi vida?

– Crei que te gustaba la biblioteca. El verano pasado te hizo mucha ilusion ayudar a montar la firma de libros de Liz.

– Eso fue divertido, pero… Tu sabias lo que querias hacer.

– No, no tenia ni idea. Empece en este trabajo porque parecia que me ofrecia muchas opciones y empece como asistente antes de descubrir que me gustaba. Tuve suerte. No estaba planeado.

– Yo necesito tener suerte -murmuro Montana y despues sonrio-. Iba a decir que no en un sentido amoroso, aunque eso tampoco estaria mal -su sonrisa se disipo-. Me siento como una estupida.

– ?Por que? No lo eres. Eres inteligente y divertida.

Montaba bajo la voz.

– Creo que puede que no sea muy fiable.

Pia hizo lo que pudo por no sonreir.

– Eres todo menos eso.

– No puedo elegir una carrera. Tengo veintisiete anos y no se lo que quiero hacer cuando sea mayor. ?No deberia haber crecido ya? ?No es ahora mi futuro?

– Suenas como un poster. No se trata del futuro, sino de ser feliz. No tiene nada de malo intentar distintas carreras hasta que encuentres la que te guste. Te mantienes a ti misma. No es que estes viviendo con tu madre y viendo la tele todo el dia. No pasa nada por explorar posibilidades.

– Tal vez -dijo Montana-. Nunca pense que no sabria lo que quiero hacer.

– Mejor seguir intentandolo hasta descubrir lo que te hace feliz que elegir algo ahora y despues odiar tu trabajo durante los proximos anos.

Montana sonrio.

– Haces que suene muy facil.

– Arreglar la vida de otro no es dificil. La unica vida con la que tengo problemas es la mia.

Montana enarco las cejas.

– ?Este problema tiene que ver con cierto exjugador de futbol americano alto y muy musculoso?

Pia se advirtio que no debia sonrojarse.

– No. ?Por que lo preguntas?

– Has almorzado con el.

– Fue un almuerzo de negocios.

– A mi no me parecio un almuerzo de negocios -dijo Montana.

«Asi es la vida en un pequeno pueblo», penso Pia.

– ?Como lo sabes? ?Lo viste?

– Me lo han contado y hasta me han dicho que hubo un beso, pero no me han confirmado nada.

Pia suspiro.

– Te juro que por aqui necesitamos ampliar los canales de la television por cable. La gente esta hambrienta de entretenimiento.

– Entonces, ?no hay nada entre Raul y tu? -pregunto Montana decepcionada.

Pia vacilo.

– ?Si que lo hay!

– No te emociones tanto. No es lo que crees. No es romantico -?como podia serlo? Su futuro embarazo ahuyentaria a cualquier hombre en su sano juicio.

Pia respiro hondo.

– Crystal me ha dejado sus embriones.

Montana abrio los ojos de par en par.

– Creia que te habias quedado con su gato.

– Y asi fue hasta que me entere de lo de su testamento. Jo tiene el gato.

– ?Y tu los bebes? Es increible. ?Oh, Dios mio! Vas a tener a sus bebes. Tienes que decidir que hacer con ellos. ?Te ha dejado instrucciones?

– No especificamente. Se que lo de tenerlos esta implicito, no es que quiera que los mantenga congelados para siempre. Dejo dinero para cubrir algunos de los gastos medicos y establecer un fondo para la universidad.

– ?Vas a tenerlos?

Pia asintio lentamente, aun no lo habia asumido del todo; aceptar algo asi llevaba su tiempo.

Montana se levanto, rodeo la mesa, se agacho y abrazo a Pia.

– No puedo creerlo. Es increible. Vas a tener los bebes de Crystal. ?Estas aterrorizada?

– Mucho, ademas de confundida y preocupada. ?Por que me ha tenido que elegir a mi? Hay muchas otras mujeres con mas potencial para ser madre.

Montana se puso derecha y volvio a su asiento.

– Eso no es verdad. Tu eres la persona que queria que tuviera sus hijos.

– Lo dices como si tuviera todo el sentido del mundo.

Montana parecia confundida.

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