Normalmente, despues de un evento que duraba todo un dia, como el Festival de Otono, Pia terminaba agotada. Pero ya que habia pasado exactamente medio dia sentada, se sentia descansada y preparada para la fiesta del baile-cena. Bueno, para disfrutar con calma y tranquilidad y proteger a los bebes.
Termino de aplicarse mascara de pestanas y se aparto para comprobar el maquillaje en el espejo. Habia seguido el consejo de la doctora sobre las escaleras y las habia subido al volver a casa para arreglarse. Alli tenia toda su ropa y el maquillaje bueno. Raul la recogeria y la llevaria al baile y despues volverian a su casa.
Se atuso el pelo y ahora la gran pregunta era que ponerse.
Ultimamente se sentia especialmente hinchada y por mucha agua de limon que estaba bebiendo, los pantalones le quedaban estrechos. Tenia un par de vestidos que sabia que tampoco le valdrian, pero tenia uno de corte imperio. Ese estilo le iria bien…
Se detuvo en la puerta de su dormitorio y comenzo a reirse. No estaba hinchada, estaba embarazada. ?Que idiota!
Se toco el vientre, se quito la bata y se giro para ver el abultamiento de su barriga.
– ?Como estais? -pregunto-. ?Todo va bien? Yo estoy bien. Aun triste, pero recuperandome. Todo saldra bien y quiero que lo sepais. Voy a cuidar muy bien de vosotros. Lo prometo.
No hubo respuesta, y eso fue positivo. Sintio cierta paz, tranquilidad por la decision que habia tomado. Iba a tener los hijos de Crystal y lo mas importante era que esos bebes tambien serian suyos. Tal vez no tuvieran su ADN, pero estaban creciendo en se interior y, cuando nacieran, ella seria su madre a ojos de todo el mundo.
– Sera genial -susurro.
Abrio el armario y saco el vestido negro. La parte del escote era de un ligero terciopelo con una marcada V y la falda empezaba justo debajo del pecho en una tela mas ligera, mas sutil, y terminando justo por encima de la rodilla.
Ya se habia aplicado una crema iluminadora en las piernas y despues de ponerse el vestido, se subio la cremallera lateral. Se coloco delante del espejo para ver si le sentaba bien.
– Madre mia.
Aunque habia tenido pecho desde que tenia trece anos, nunca habia estado asi, penso mientras veia el escote que llenaba la V del vestido.
– Por lo menos ahora se que aspecto tendria si me pusiera implantes.
Por suerte, el vestido llevaba a juego una chaqueta corta; se la puso y vio que no cubria practicamente nada. Raul tendria que ser fuerte.
Habia elegido unas sandalias negras de tacon medio y apenas se las habia puesto cuando alguien llamo a la puerta.
– ?Adelante! -grito al llegar al salon.
La puerta se abrio y Raul entro.
Nunca antes lo habia visto con traje y le sentaba a la perfeccion. Era elegante, era guapo y era suyo.
Eso ultimo era tan dificil de creer como el hecho de que estuviera embarazada. ?De verdad iban a casarse?
El la recorrio con la mirada, empezando por sus zapatos. Cuando llego a su pecho, Pia vio como se tenso. Se acerco, le tomo la cara entre las manos y la beso con una pasion que hizo que a Pia le temblaran las piernas.
Su boca se movia sobre ella reclamandola, excitandola, haciendole promesas.
Sin pensarlo, ella le tomo las manos y las poso sobre sus pechos. El le aparto la chaqueta y los cubrio, acariciando sus tersos pezones.
A Pia la invadio un intenso fuego. Estaba humeda y preparada en cuestion de segundos. Se quito la chaqueta y se bajo la cremallera. El la ayudo y le bajo el vestido. Al instante, se deshicieron del sujetador y el ya estaba besandole los pechos.
Sentir sus labios y su lengua, esas caricias, casi la llevo al borde del placer. Respiraba entrecortadamente y el deseo amenazaba con asfixiarla. Se aferro a el para no caerse.
El deslizo una mano entre sus piernas, se colo bajo sus braguitas y encontro el centro de su placer con una caricia mientras su boca seguia en sus pechos y a Pia le temblaban tanto las piernas que le costaba mantenerse en pie.
Llego al extasis sin previo aviso y al instante ya temblando y rozandose contra sus dedos, gimiendo y diciendo su nombre. Las sacudidas se disiparon y el mundo parecio volver en si.
Se puso derecha y el tambien. Se quedaron mirandose y el esbozo una masculina sonrisa de satisfaccion.
– Estas muy guapa. ?He tenido oportunidad de decirtelo?
Ella aun seguia aturdida… ?de donde habia salida ese orgasmo? Quince minutos antes, cinco minutos antes, habria jurado que no volveria a pensar en el sexo, al menos hasta que hubieran nacido los bebes.
Se detuvo y comprobo que se sentia bien.
Le sonrio.
– No.
El bajo la mirada hasta sus pechos.
– Son nuevos.
– ?Te gustan?
– Los otros eran geniales, pero estos tambien seran divertidos.
Ella se quito los zapatos.
– Te toca a ti.
Raul vacilo.
– Tal vez no deberiamos.
Pia podia ver su ereccion contra la tela de sus pantalones.
– La doctora me ha dicho que no pasa nada, que los bebes no pueden ver nada. ?Y si jugamos un poco hasta que estes casi y despues terminas dentro de mi? Asi salimos ganando todos -le dijo mientras le desabrochaba el cinturon.
– No quiero poneros en peligro.
– Yo tampoco.
Le desabrocho los pantalones y se los quito y, cuando deslizo la mano sobre su ereccion, el apreto los dientes y comenzo a respirar entrecortadamente.
Se acerco, la beso y le acaricio los pechos mientras ella cubria su miembro y comenzaba a excitarse tambien.
– Raul.
El debio de oir la desesperacion en su voz porque puso una mano sobre su muslo y la colo entre sus piernas.
Rapidamente, ella se bajo la ropa interior y el la llevo al sofa.
– Ahora -dijo Pia y lo adentro en ella.
El se hundio en su cuerpo despacio y con cuidado y ella lo agarro por las caderas y lo llevo mas hacia si. Mientras Raul se movia dentro y fuera de ella, deslizo una mano entre los dos cuerpos y volvio a encontrar ese punto magico. Pia solo tardo un segundo en volver a temblar de placer y perderse en esa ardiente sensacion. El volvio a hundirse en ella una vez mas y se estremecio.
Se quedaron abrazados el uno al otro, respirando entrecortadamente.
Cuando ella finalmente pudo hablar, le pregunto:
– ?Ha ido bien?
Raul la beso.
– Ha sido genial. ?Como te sientes tu?
– Bien, muy bien -no sabia como explicarselo, pero de pronto tuvo la sensacion de que todo iria bien de ahora en adelante.
Miro el reloj de la cocina y exclamo:
– ?Vamos a llegar tarde! Tenemos que damos prisa.
– Si, senora.
El se aparto y se vistio en cuestion de segundos. Pia tardo un poco mas, pero en menos de cinco minutos estaban saliendo por la puerta.