mejillas brillaban con su color natural. Su sonrisa era amplia y su paso firme. Una camisa de manga larga y unos vaqueros se cenian a un cuerpo generosamente curvo.

– La senorita Anderson -dijo Evie, y los dejo solos.

– La pequena Molly se ha hecho mayor -declaro, sorprendido de su presencia. La mujer que estaba frente a el asintio y se ruborizo.

– No me habian llamado asi hacia anos. Supongo que estaras sorprendido de verme.

– Si, gratamente -Dylan decidio que estrecharle la mano no era lo apropiado en aquella situacion. Despues de todo, aquella era Molly, asi que abrio los brazos-. ?Por los viejos tiempos?

Molly dio un paso hacia el y Dylan la abrazo. Era calida y mullida, y estrecharla en sus brazos no estuvo mal, pero ella parecia rigida e incomoda, asi que se aparto y le indico que se sentara en el sofa de cuero que habia en un rincon de su despacho. Luego se acerco al bar de la libreria.

– ?Un refresco? ?Una copa de vino?

– No, gracias.

Se sento junto a ella y se cruzo de piernas, apoyando una bota en la rodilla. No tenia muchas visitas inesperadas, y desde luego, ninguna de su pasado. La intrusion no lo molestaba, en todo caso, sentia curiosidad.

– ?Que te trae por aqui?

Molly estaba sentada con las manos en el regazo y retorcia los dedos.

– No estoy segura. Creo que ha sido un impulso por mi parte. Espero que no te importe.

– En absoluto. Han pasado muchos anos.

– Diez -asintio Molly-. Aunque no los he estado contando.

– Has crecido. Siempre fuiste una nina adorable, pero ahora eres una mujer adorable -aquel cumplido parecio sincero y fluido. Los cumplidos siempre se le habian dado bien.

– Y tu sigues tan encantador como siempre -rio Molly-. La verdad es que era feucha, pero he mejorado algo. Nunca sere una modelo de revista, pero no me importa.

Dylan la observo. No podia recordar la ultima vez que habia pensado en Molly, o en Janet, que en su momento habia sido el amor de su vida, o al menos eso habia creido a los veintitres anos. Molly se volvio hacia el.

– Estaba hablando con mi hermana y tu nombre surgio en la conversacion. Me pregunte como estarias, y como iba a salir de viaje y a pasar por aqui, se me ocurrio hacerte una visita. ?Te resulta chocante?

– En absoluto, me alegro de que lo hicieras. Hablame de ti. Sigues usando el mismo apellido, asi que o no estas casada o eres una mujer moderna e independiente que se niega a dejarse arrollar por las expectativas de la sociedad.

Molly le brindo una sonrisa un poco forzada.

– No estoy casada. Veamos. Me licencie en empresariales y he estado trabajando como supervisora contable en una empresa de telecomunicaciones de Los Angeles. Tengo costumbres buenas y malas. He oido que has prosperado mucho.

– Diseno motocicletas -dijo senalando el despacho con la mano-. No pense que podria ganarme la vida haciendo algo que me apasiona, asi que se puede decir que soy feliz.

Excepto en aquellos momentos, reconocio para si, aunque no iba a pensar en las decisiones que tenia que tomar. Molly era una distraccion inesperada y agradable y, de repente, se sentia complacido de que lo hubiese buscado. Miro la hora en su reloj. Casi era mediodia.

– Si tienes tiempo -le dijo-, me encantaria llevarte a almorzar. Hay un restaurante muy bueno a unos dos kilometros de aqui. Por fuera no parece nada especial, pero preparan las mejores hamburguesas del condado - sonrio-. Podremos ponernos al dia de lo ocurrido en estos anos y ni siquiera te hare subir a una moto para ir alli.

– Me parece estupendo -dijo Molly.

Media hora despues, estaban en un reservado del restaurante. La camarera ya les habia llevado las bebidas y les habia tomado nota. Molly bebia una margarita y el una cerveza. No solia tomar alcohol durante el dia, y todavia tenia muchas cosas que hacer en la oficina, pero al ver que pedia una copa habia decidido acompanarla.

Mientras observaba a Molly, no podia apartar de su cabeza la idea de que algo iba mal. Estaba mas que nerviosa. Por la forma en que lo miraba, no podia evitar preguntarse por que habia ido a verlo. Estaba rigida, como si se sintiera incomoda. Habia eludido casi todas sus preguntas, como si no quisiera hablar de su vida personal.

Sintio la atencion de otros empresarios. La ciudad era lo bastante pequena como para que todo el mundo se conociera, si no de nombre, de vista. No solia llevar a muchas mujeres a aquel lugar, y las que llevaba no se parecian a Molly. Le gustaban altas, morenas y de piernas largas. Habia desarrollado una debilidad por aquel tipo de mujer despues de salir con la hermana de Molly, Janet.

– Se lo que estas pensando -dijo Molly.

– Lo dudo.

– Te estas preguntando por que estoy aqui. Quiero decir, que estoy segura de que te alegras de verme y todo eso, pero ?que es lo que quiero?

Buena suposicion por su parte. Varias posibilidades pasaron por su cabeza. ?Dinero? ?Trabajo? ?Esperma? La ultima idea casi le hizo sonreir. No importaban los anos que habian pasado, no podia imaginar a la pequena Molly pidiendole esperma a nadie.

– La verdad es que quiero algo -dijo, y metio la mano en su bolso. Hurgo en su interior y saco un pequeno objeto, luego lo dejo sobre la mesa.

Dylan no imaginaba que seria, pero se quedo atonito al ver el anillo de oro sobre la superficie de madera.

– Esto es tan inesperado -dijo, tratando de bromear porque no sabia que decir.

– No es lo que piensas -le dijo Molly.

– Bien, porque no se que pensar.

– ?Te acuerdas del anillo?

– Claro -Dylan lo tomo en su mano. Solo habia comprado un anillo de boda en su vida y habia sido para Janet, cuando penso que no podria seguir viviendo si ella. Era evidente que se habia equivocado. El tiempo lo curaba todo… lo mismo que las lecciones de la vida-. Lo compre para tu hermana.

– Luego me lo diste a mi, el dia de su boda.

Dylan asintio. Creyendo que contemplar parte de la ceremonia cerraria sus heridas, se habia presentado en la iglesia. Molly habia salido a despedirle. Recordaba haberle dado el anillo, pero no recordaba por que. Molly inspiro profundamente.

– No queria que te fueras. Por razones diversas, aunque la unica que podia decirte en aquel momento era que me habias prometido llevarme contigo de aventura cuando fuera mayor. Asi que me diste el anillo y me dijiste que te lo trajera cuando estuviera lista -Molly carraspeo. El color empanaba sus mejillas y bajo la cabeza, de modo que se quedo mirando la mesa-. Bueno, estoy lista si tu todavia quieres hacerlo.

Capitulo 2

Molly se sintio como si alguien hubiera instalado una licuadora en su estomago. Y como si el violento triturado no bastara, tenia la horrible sensacion de que iba a vomitar. Eso si que seria una imagen agradable para el recuerdo.

Nervios, se dijo. Solo eran nervios… y el tequila en el estomago vacio. ?En que habia estado pensando? El problema era, claro, que no habia pensado en absoluto. No habia querido hacerlo, porque ninguna persona en su sano juicio le habria pedido a Dylan lo que ella acababa de pedirle.

Hizo un esfuerzo para mirarlo y vio como sus ojos oscuros la contemplaban con leve sorpresa. No parecia dispuesto a salir corriendo, lo que era muy amable por su parte, a fin de cuentas. Molly dudaba que ella hubiera sido igual de educada en aquella situacion. Se aclaro la garganta.

– Si hace que te sientas mejor, no puedo creer lo que he dicho.

– Entonces, ya tenemos algo en comun.

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