su madre ya no estaba y el dormia en su casa todas las noches. Ava no se daria cuenta de que Riley se habia fugado hasta la hora del desayuno, y tal vez ni siquiera entonces, porque al dia siguiente no tenian clase con motivo del claustro de profesores por el final del curso. Riley habia dejado una nota en la puerta de Ava diciendo que le dolia el estomago y que no la molestara.
Sal aun no se habia subido en el coche.
– Quiero que me des doscientos cincuenta. Para los gastos de gasolina.
Ella intento abrir la puerta del coche, pero el lo habia cerrado con llave. Se rasco de nuevo las piernas.
– Te dare veinte dolares mas.
– Eres rica. No deberias ser tan tacana.
– Veinticinco y es mi ultima oferta. Lo digo en serio, Sal. Tampoco tengo tantas ganas de ir.
Una mentira de las gordas. Si no conseguia llegar a la granja de su hermano, se encerraria en el garaje, pondria en marcha el Mercedes de su madre -sabia como hacerlo- y se sentaria en el coche hasta asfixiarse. Nadie podria conseguir que saliera, ni Ava, ni su tia Gayle, ni siquiera su padre (como si a el le importara algo que ella muriera).
Sal debio creerla porque finalmente abrio las puertas del coche. Ella dejo caer su mochila en el suelo del asiento del acompanante, luego se sento y se puso el cinturon de seguridad. El interior del vehiculo olia a cigarrillos y hamburguesas rancias. Saco las indicaciones que habia obtenido en MapQuest del bolsillo de la mochila. El salio del arcen sin ni siquiera mirar si venia algun coche.
– ?Cuidado!
– Relajate. Es medianoche. No hay nadie en la carretera. -Sal tenia el pelo castano oscuro y se dejaba crecer una perilla porque se creia que le daba un aire interesante.
– Tienes que tomar la I-40 -le dijo ella.
– Como si no lo supiera. -Lanzo el cigarrillo por la ventanilla abierta -. En la radio no hacen mas que poner el CD de las Hermanas Moffatt. Supongo que te haras rica.
Sal solo queria hablar de dinero y sexo, y, como Riley tenia claro que no queria hablar de sexo, fingio examinar los apuntes de MapQuest, aunque ya se los habia aprendido de memoria.
– Eres muy afortunada-continuo Sal-. No tienes que trabajar
– No lo puedo gastar. Va a mi fondo fiduciario.
– Puedes gastarte el dinero que te da tu padre. -Estaba conduciendo con una sola mano, pero si se lo advertia, se enfadaria-.
Vi a tu padre en el entierro. Incluso me dirigio la palabra. Es mas amable que tu madre. De veras. Algun dia tendre ropas guays como el e ire a los sitios en limusina.
A Riley no le gustaba que la gente hablara de su padre -aunque era lo unico que hacia siempre-, parecian pensar que se lo presentaria a pesar de que ella misma casi nunca lo veia. Ahora que su madre habia muerto, pensaba inscribir a Riley en Chatsworth Girls, que era un internado donde todo el mundo la odiaria porque era gorda y nadie querria ser su amiga salvo para poder acercarse a su padre. Ahora iba a Kimble, pero no era un internado, y asistir a las mismas clases de su prima Trinity era preferible a lo otro. Le habia rogado a su padre que la dejara quedarse en Kimble y vivir con Ava en un apartamento o algo por el estilo, pero el le habia dicho que no era lo mejor para ella.
Por eso tenia que encontrar a su hermano.
En realidad era su hermanastro, aunque era un secreto. Muy pocas personas sabian que el y Riley estaban emparentados, y ni siquiera Riley sabria que su padre habia tenido otro hijo si no hubiera sido porque habia oido sin querer al viejo novio de su madre hablando con ella sobre eso. Su madre era una de las Hermanas Moffatt, la otra era la tia Gayle, la madre de Trinity. Habian actuado juntas desde que tenian quince anos, pero no habian entrado en las listas de superventas en los ultimos seis anos, y su nuevo CD
Su madre tenia treinta y ocho anos cuando murio, dos mas que tia Gayle. Ambas eran delgadas, tenian el cabello rubio y grandes tetas; un par de semanas antes del accidente, la madre de Riley habia ido al cirujano estetico de la tia Gayle y se habia retocado los labios para que parecieran grandes y carnosos. Riley pensaba que parecia un pez, pero su madre le habia dicho que se guardara sus estupidas opiniones para si misma. Si Riley hubiera sabido que su madre se iba a caer de ese barco y ahogarse, nunca le habria dicho tal cosa.
El canto del album de fotos se le clavo en el tobillo a traves de la tela de la mochila. Deseaba sacarlo y mirar las fotos. Eso siempre la hacia sentirse mejor. Se agarro al salpicadero.
– Fijate por donde vas, ?vale? Ese semaforo estaba en rojo.
– ?Que mas da? No hay coches.
– Si tienes un accidente te quitaran el carnet.
– No voy a tener ningun accidente. -Sal subio el volumen de la radio, pero despues volvio a dirigirse a ella-. Apuesto lo que quieras a que tu padre se ha tirado a mas de diez mil chicas.
– ?Por que no te callas? -Riley queria cerrar los ojos e imaginar que estaba en algun otro sitio, pero si no vigilaba como conducia Sal, acabarian teniendo un accidente.
Por enesima vez se pregunto si su hermano sabria algo de ella. Enterarse de su existencia el ano pasado habia sido lo mas excitante que le habia ocurrido nunca. Habia empezado su album secreto de inmediato, mezclando articulos y fotos de Internet con otros que habia encontrado en revistas y periodicos. El siempre parecia feliz en esas fotos, como si nunca pensara cosas malas de la gente y le gustara ayudar a todo el mundo, incluso aunque una no fuera delgada o tuviera once anos.
El invierno pasado, le habia mandado una carta a las oficinas de los Chicago Stars. No habia obtenido respuesta, pero sabia que las personas como su padre y su hermano tenian tanto correo que no lo leian ellos mismos. Cuando los Stars habian ido a Nashville para jugar contra los Titans, habia ideado un plan para conocerlo. Pensaba escaparse y buscar un taxi que la llevara al estadio. En cuanto llegara, buscaria la puerta por donde salian los jugadores y lo esperaria. Se habia imaginado llamandolo por su nombre y que el la miraria, y ella le diria: «Hola, soy Riley. Tu hermana.» Y a el se le iluminaria la cara de alegria, y una vez que la conociera, le diria que viviera con el o simplemente que pasaran las vacaciones juntos y asi no tendria que quedarse con tia Gayle y Trinity.
Pero en lugar de ir al partido contra los Titans, habia tenido una faringitis y se habia visto obligada a guardar cama toda la semana. Desde entonces, habia llamado a las oficinas de los Stars un monton de veces, pero no importaba lo que le dijera a la operadora, nunca le daban su numero de telefono.
Llegaron a las afueras de Nashville, y Sal subio tanto el volumen de la radio que el asiento de Riley vibraba. A ella tambien le gustaba la musica alta, pero no esa noche cuando estaba tan nerviosa. Se habia enterado de que su hermano tenia una granja el dia despues del entierro, cuando habia oido a su padre hablando con alguien sobre eso. Cuando habia buscado el pueblo que oyo mencionar, descubrio que estaba en el este de Tennessee, y se excito tanto que se mareo. Pero su padre no habia dicho donde estaba exactamente la granja, solo que estaba cerca de Garrison, y como no podia preguntarle, tuvo que jugar a los detectives.
Sabia que la gente compraba casas y granjas a traves de las agencias inmobiliarias porque el novio de su madre tenia una, asi que habia buscado todas las inmobiliarias de los alrededores de Garrison en Internet. Luego habia ido llamando una por una diciendo que tenia catorce anos y que estaba haciendo un trabajo sobre personas que se habian visto obligadas a vender sus granjas.
La mayoria de la gente de las inmobiliarias habia sido simpatica y le habia contado todo tipo de historias sobre granjas, si bien ninguna pertenecia a su hermano pues todas estaban aun a la venta. Sin embargo, dos dias antes, habia conversado con una secretaria que le habia hablado de la granja Callaway, anadiendo que la habia comprado un famoso deportista pero que no podia decir quien era. La senora le