– ?Estan buenas las galletas?

– Bah -Carmen hizo una mueca-. Las mias estan mejor.

Frente a ellos, una de las mujeres se metio bajo una ola y salio riendose como una idiota.

– Que trabajo mas duro tienes aqui, doctor. No puedo creer que no consigas una mujer. A lo mejor tienes un problema de capacidad de concentracion.

Luke miro el cielo azul de California.

– Curioso.

– El amor es un buen alivio para el estres.

– No vamos a discutir sobre sexo.

– He dicho amor. No sexo -dijo Carmen-. Pero el sexo tambien funciona.

Luke solto una carcajada. Siempre, por muy mal que se pusieran las cosas, Carmen podia darle el toque comico al asunto.

– Me estas estropeando el mal humor.

– Bien -sonrio ella, y lo beso de forma ruidosa en la mejilla-. Solo quiero que seas feliz, Luke. Todo el mundo se merece un poco de felicidad.

– Lo soy -o habia sido bastante feliz, hasta el ultimatum que Leo le habia dado ese dia.

– No, para eso necesitas una mujer, alguien con quien compartir tu corazon, tu casa, tu cama, y no es necesario que sea en ese orden.

Luke estaba dispuesto a compartir su cama con una mujer cualquier noche de la semana, siempre que tuviera tiempo y no estuviera de guardia, pero ?una mujer en su corazon? Ni loco, no cuando vivia para su trabajo. ?Que mujer en su sano juicio querria un hombre al que no le quedaba nada para entregar?

?Y que mujer en su sano juicio querria a un hombre, un medico, al que acababan de sancionar con un expediente disciplinario que iba a acabar con el?

Trabajar en una clinica de medicina natural, por el amor de Dios. Durante tres meses. Increible.

No se le podia ocurrir un destino peor.

Cuando su horoscopo decia que los astros no estaban alineados a su favor, Faith McDowell debia haberlo creido y haberse quedado en la cama.

Pero hacer tal cosa nunca habia sido su estilo.

Abrio el grifo de la ducha, encendio la radio y prendio una vela con aroma a jazmin, que segun garantizaban, estimulaba y levantaba el animo.

Mientras se enjabonaba, canto a todo volumen, porque cantar era una estupenda manera de liberar energia. Funcionaba durante sesenta segundos, que era el tiempo que tardaba el cerebro en rechazar la musica y los aromas, y enfrentarse a la realidad. Su realidad no era facil de afrontar.

Esa misma semana tenia que recortarse el salario que cobraba como directora de Healing Waters Clinic. Eso significaba que comeria muchos macarrones con queso en el futuro proximo.

Pero al menos tenia una clinica en un bonito edificio en el South Village. La habia abierto el ano anterior, en North Union Street, despues de trabajar durante cuatro anos como enfermera.

En el area de urgencias de San Diego habia visto toda clase de sufrimiento y siempre habia tenido la impresion de que la medicina moderna no estaba haciendo todo lo que se podia hacer. Pero nadie habia querido escuchar sus ideas acerca de la medicina natural, de los tratamientos homeopaticos, ni de todos los metodos tradicionales que funcionaban de verdad, y menos cuando cada dia habia multiples heridas de bala, accidentes de automovil y otras urgencias con las que enfrentarse.

En su clinica podria concentrarse en esas ideas que se consideraban fuera de la practica de la medicina convencional y en tratar el sufrimiento con metodos menos invasivos. Sorprendentemente, los responsables de los hospitales locales habian colaborado con ella derivandole pacientes, e incluso financiando parte de su proyecto, y ella nunca habia estado mas contenta.

Hasta que uno de los medicos locales, un tal doctor Luke Walker, habia criticado publicamente el trabajo que ella hacia alli. Faith ya se habia enfrentado a algo parecido antes. Una vez que el publico habia leido la opinion del doctor y habia comprendido que ella no tenia su apoyo, le toco pasar parte del dia contestando preguntas y discutiendo acerca de las diferentes tecnicas medicas, lo que supuso dedicarle mas tiempo a cada paciente y, por tanto, provocar largas esperas. Como resultado, los pacientes no regresaban a la consulta.

Por suerte, el hospital habia intervenido y se habia ofrecido a que el doctor Walker trabajara como voluntario los fines de semana durante tres meses. «Eso es», penso ella, con su primera sonrisa del dia. Una gran ayuda. Asi que el horoscopo debia estar equivocado.

Estaba tan convencida de ello, que cuando se le termino el agua caliente con el pelo todavia enjabonado, se quedo de piedra. Despues, la bascula del bano decidio no ser su amiga y, ademas, no encontraba calcetines limpios.

No eran ni las siete en punto y ya estaba harta de ese dia. Se dirigio al piso de abajo. Habia algo negativo en vivir en encima de la clinica, en la calle principal de una ciudad grande llena de gente que se levantaba temprano. La calle ya estaba llena de ciclistas, corredores y trabajadores, la mayor parte jovenes urbanos mas arreglados de lo que ella estaria nunca a las siete de la manana.

Recogio el periodico que estaba sobre la hierba en lugar de en la entrada del edificio. Lo agarro con los dedos y vio como se deshacia el papel empapado. Con un suspiro, miro la cara del doberman del vecino.

– ?Otra vez, Tootsie?

Tootsie alzo el menton y se marcho corriendo.

– Eso es lo que te pasa por vivir en tu lugar de trabajo -era la voz de Shelby Anderson, una medico naturopata que trabajaba en Healing Waters y que ademas era su mejor amiga. Se acerco a la acera y siguio a Faith hasta la puerta trasera de la clinica. Parecia mas una actriz que una medico.

Faith sabia que Shelby no podia evitar que su cabello rubio estuviera siempre perfecto, que no tuviera que ponerse maquillaje para estar preciosa, ni que fuera la unica mujer a la que los pantalones del uniforme le quedaban estupendamente, pero, aun asi, le resultaba irritante, sobre todo a primera hora de la manana.

– Vivo encima de mi trabajo, no en mi trabajo -la corrigio Faith.

– Encima del trabajo, o en el trabajo, da lo mismo -dijo Shelby-. Las dos cosas son horribles.

Faith miro el periodico destrozado.

– De acuerdo, a veces si.

Shelby dejo el bolso, se apoyo en el mostrador y bebio un poco de la infusion de hierbas que habia llevado consigo.

– ?Quieres un poco? Ya pareces cansada.

– Vaya, y yo que pensaba que me habia maquillado bien.

Shelby sonrio.

– No te pones maquillaje, asi que calla. Pero, recuerda, cada vez que te abandonas pillas la gripe.

Terminando con agotamiento, temblores y un fuerte dolor de cabeza. Llevaba anos afectada por un virus del tropico, y mas desde que abrio la clinica, pero no estaba dispuesta a que le sucediera otra vez.

Habia pillado el virus hacia anos, cuando era una nina y vivia en Bora Bora con sus padres, quienes estaban alli de misioneros y, desde entonces, habia sido susceptible a enfermar. Tenia que extremar el cuidado, cuidar la alimentacion y descansar suficiente, algo que no le costaba demasiado. Excepto por su adiccion al chocolate.

Aunque lo habia dejado porque queria cumplir con lo que predicaba. Queria vivir una vida saludable. A pesar de que su cuerpo no siempre estaba de acuerdo con ella.

– Estoy bien -le dijo a Shelby.

– ?Por que no haces un tratamiento de hierbas hoy? O mejor aun, ?me dejas que te lo prescriba yo?

– Puede -primero tenia que poner la clinica en funcionamiento.

No deberia suponerle mucho esfuerzo, ya que la clinica era un exito. La gente estaba encantada con los servicios que ofrecian. El problema era que la mayoria de los seguros medicos no cubrian esos servicios y ella se veia obligada a cobrar menos de lo que debia. Como resultado, tenia poco personal y no tenia posibilidad de contratar mas gente.

Las buenas noticias… los servicios del doctor Walker serian gratuitos. Durante tres meses.

– ?De veras crees que el doctor Walker va a ayudarnos?

– Si, y antes de que lo preguntes… llega tarde. Lo se.

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