bajando la guardia gradualmente.
Y Asada estaba muerto.
Miro a Emily otra vez, a aquella preciosa hija con la que habia pasado tan poco tiempo.
– Dios, no se en lo que estaba pensando cuando le he dado permiso para hacer esto. Es una locura.
Rachel suspiro.
– Sera bueno para ella separarse un poco de nosotros. La he tenido demasiado protegida por culpa de mis miedos y mis inseguridades.
Ben busco su mano.
– No ha sido culpa tuya, sino de que hayas crecido cambiando constantemente de casa. Es comprensible que necesitaras un verdadero hogar.
– Pero tu no tuviste una infancia mas facil que la mia y eres…
– ?Que? ?Exactamente lo contrario? Supongo que ambos tenemos nuestros respectivos traumas.
– Por eso quiero darle una infancia feliz a Emily -le estrecho la mano-. No quiero seguir escondiendome detras de mis miedos. Por lo menos me has ensenado eso.
Ben estaba tan conmovido que no sabia que decir. Y como Emily se quito en aquel momento los cascos, tampoco importo demasiado.
– ?Ya hemos llegado? -pregunto y fruncio el ceno cuando sus padres se echaron a reir.
– La eterna pregunta -dijo Rachel, apartando la mano de la de Ben.
Aquella perdida de contacto borro la sonrisa de Ben. Ya casi habia terminado. En un par de horas, habria conseguido lo que tanto deseaba: la libertad.
Pero en aquel momento no era capaz de recordar por que la deseaba tan terriblemente, ni de que huia.
Emily habia quedado con Alicia a las cinco en punto. Todavia faltaban diez minutos para entonces y Ben rodeo el edificio por segunda vez, incapaz de encontrar un hueco en el que aparcar.
– Dejame salir -le pidio Emily-, os esperare en una mesa.
– De ningun modo -dijo Ben.
– ?Papa, necesito ir al bano!
– Yo ire con ella -le dijo Rachel a Ben.
– Mama…
– O esperas o vas con tu madre.
Despues de que hubieran rodeado el edificio una vez mas, Emily estaba ya desesperada.
– ?Tengo que salir!
– Muy bien -termino cediendo Ben y paro el coche. Agarro la mano de Rachel antes de que esta saliera-. No la pierdas de vista en ningun momento.
No sabia a que se debia aquel panico repentino, pero su instinto le habia salvado la vida en mas de una ocasion.
– Ben…
– Prometemelo.
Y solo cuando Rachel asintio, le solto la mano.
– Ahora mismo ire -prometio, diciendose en silencio que iba a aparcar aunque estuviera prohibido.
Tardo cinco terribles minutos en entrar en el restaurante. La adrenalina y la ansiedad le habian robado la respiracion cuando por fin llego alli.
Naturalmente, el restaurante estaba a rebosar. Durante unos segundos interminables, no fue capaz de ver ni a Rachel ni a Emily. Dejo de latirle el corazon, aunque no tenia la menor idea de que pensaba que podia suceder en un lugar tan concurrido.
– Ben -de pronto aparecio Rachel y poso la mano en su brazo-, estamos esperando a que nos den una mesa.
– ?Y Emily?
– En el bano.
– ?Donde esta el bano?
Rachel fruncio el ceno.
– Detras de la barra, pero, ?Ben? -lo llamo cuando, abriendose paso entre los clientes, se dirigio hacia la barra.
Una camarera con una bandeja a rebosar lo increpo porque, en su precipitacion, estuvo a punto de tirarla. Despues, una mujer que debia rondar los cien kilos, le bloqueo involuntariamente el paso y al final, tras una torpe danza, tuvo que pasar por debajo de su brazo para rodearla.
Rachel hizo lo mismo.
– Alli -dijo, senalando el cuarto de bano-. Solo hay un cubiculo, asi que ha cerrado la puerta y yo he venido a buscarte.
Algo en absoluto peligroso, ?Pero entonces por que todos sus instintos estaban gritando? Intento abrir la puerta, pero continuaba cerrada.
– ?Emily?
Rachel no dudo ni un instante del panico que vio reflejado en sus ojos. Ella tambien llamo a la puerta.
– ?Emily! -miro a Ben aterrada-. ?Por que no contesta?
Porque no existia ninguna Alicia. Ben lo comprendio con repentina y aterradora claridad. Alicia era Asada, que no estaba muerto en absoluto. Ben no deberia haber creido en su muerte. Y, sin embargo, habia sido el mismo el que le habia entregado a su hija. Empujo la puerta con el hombro. La madera cedio ligeramente y volvio a intentarlo.
– ?Eh! -le grito el camarero que estaba detras de la barra y corrio hacia el-. Salga ahora mismo de aqui - grito.
Pero justo en aquel momento, la puerta se abrio. Emily estaba en el suelo, atada y amordazada, con un maton arrodillado a su lado, clavandole una aguja en el brazo. Un segundo maton estaba bajando por la ventana hacia el cuerpo adormecido de Emily.
Ben se abalanzo sobre el y ambos terminaron sobre el suelo de cemento. Ben recibio un punetazo que le hizo caer de espaldas y terminar golpeandose la cabeza. Las estrellas bailaban ante sus ojos, pero interrumpieron su danza cuando recibio un nuevo punetazo en el estomago. Apoyandose en la rodilla, consiguio levantarse, pero estuvo a punto de morir ahogado cuando doscientos kilos de solidos musculos aterrizaron sobre el. Y estaba intentando liberarse de aquel peso mortal cuando un grito repentino de Rachel le hizo agonizar de dolor.
Uno de los matones habia dejado a Emily y se habia vuelto hacia Rachel cuchillo en mano.
Rachel levanto algo y lo rocio con el. Un
Rachel alzo la mirada hacia Ben.
– ?Ben!
Ben giro justo a tiempo de ver al maton numero uno sacando una pistola.
– Voy a matarte ahora mismo -gruno y, sin dudar ni un instante de sus palabras, salto sobre el.
No fue suficientemente rapido porque escapo un tiro de su pistola. Durante el terrorifico silencio que lo siguio, Ben tuvo tiempo suficiente para lacerarse con su culpabilidad.
El era el culpable de que estuvieran alli, penso mientras caia estrepitosamente al suelo y sentia arder la parte superior de su muslo. El era el culpable de lo que le habia ocurrido a Rachel.
Pero por lo menos habia aterrizado encima de aquel tipo. Y por el ruido que habia hecho la cabeza del maton al chocar contra el suelo, aquello no auguraba nada bueno para el.
El otro tipo continuaba sentado en el suelo, dando alaridos por el escozor de los ojos.
Emily estaba tumbada y completamente quieta. Ben fue gateando hasta ella, arrastrando la pierna herida. Estrecho a Rachel entre sus brazos, se apoyo contra la pared y cerro los ojos. Las sirenas sonaban en la distancia. Y, mas alla de su propio dolor, podia oir el llanto de Rachel y sentir sus lagrimas empapando su camiseta.
Asada se entero de la noticia por radio y fijo la mirada en la oscuridad. Eso era lo unico que le quedaba, la oscuridad. Estaba completamente solo. Los unicos hombres leales que le quedaban habian sido encarcelados en California por intento de secuestro.
Era extrana la sensacion del fracaso. Desolacion, tristeza. No deberia haber llegado hasta alli, pero lo habia hecho y ya solo le quedaba una cosa por hacer.