Con una calma que no habia sentido en mucho, mucho tiempo, saco su ultimo tambor de gasolina. Debilitado por las circunstancias, tuvo algunos problemas para arrastrarlo a traves del perimetro de la bodega en la que habia estado viviendo, pero a medida que iba derramando la gasolina, el tambor iba haciendose mas ligero.

Cuando completo el circulo, saco un mechero y prendio la gasolina, preparado ya para morir.

No habia un lugar mas inhospito en el mundo que un hospital a las tres de la madrugada. Y para Rachel, que habia pasado tantas noches en un hospital, la sensacion era incluso peor. El olor a antiseptico y el dolor. El color blanco por doquier. Los susurros, los llantos.

Y el sabor del miedo y la falta de esperanza.

Gracias a Dios, lo ultimo no se le podia aplicar a aquella noche. Sentada al lado de la cama de Emily, tenia la certeza de que esta se iba a poner bien. Ya se habia pasado el efecto del tranquilizante que le habian inyectado y en aquel momento dormia placidamente por su propia voluntad. Al dia siguiente le darian el alta medica.

Ben, sin embargo, no habia tenido tanta suerte. Habia salido del quirofano con una placa de acero para sostenerle el hueso y habia necesitado transfusiones de sangre para sobrevivir.

Y tardaria algun tiempo en salir del hospital.

Alzo la mirada hacia el palido rostro de Emily y la desvio despues hacia la silla de ruedas que habia al otro lado de la cama.

Las enfermeras le habian dicho que no. Los medicos le habian dicho que no. Pero Ben se habia limitado a apretar los dientes, se habia levantado de la cama y habia pedido unas muletas.

Preocupados por su estado de animo, al final los medicos habian cedido, pero cuando lo habian visto a punto de matarse con las muletas, las habian sustituido por una silla de ruedas.

Aquel hombre era un cabezota, un idiota y un estupido.

Y tambien el hombre mas sorprendente y apasionado que habia conocido nunca. En aquel momento solo llevaba encima una bata de hospital. Postrado en la silla, con la cabeza torcida y las piernas estiradas, parecia… ?como le habia dicho el el primer dia?, parecia vivo, si. Incluso con el pelo revuelto y las oscuras ojeras que el dolor y el agotamiento habian dejado debajo de sus ojos. Ojos que abrio de pronto para mirar a Emily.

– Esta bien -le susurro Rachel.

– Si, pero no gracias a mi.

– Ben…

Rachel lo observaba mientras iba cerrando los parpados lentamente, vencido por el cansancio y los efectos de la anestesia.

La profundidad de la tristeza y la culpabilidad que reflejaba su mirada la dejo anonadada. Y tambien la de sus propios sentimientos. Habia vuelto a enamorarse de el. O quiza nunca habia dejado de quererlo.

No, ya no le quedaba ninguna duda. Despues de todos aquellos anos, todavia lo amaba.

Capitulo 21

Cuatro clavos, una placa y una operacion despues, Ben recibio el alta medica. Al salir del hospital, pestaneo cegado por la luz del sol y estuvo a punto de tropezar con las muletas que tan decidido habia estado a no necesitar, pero de las que iba a depender durante mucho tiempo.

Por lo menos estaba vivo, algo que no podia decir de su enemigo. Despues de haber pasado tanto tiempo en tension, todavia le costaba creer que todo hubiera terminado.

– Por aqui -Rachel le abrio la puerta del asiento de pasajeros y le sonrio-. Lo mas dificil es agacharte, yo te sujetare.

Al sentir las manos de Rachel en la cintura, Ben contuvo la respiracion y la miro. Se habia llevado una sorpresa cuando la habia visto aparecer en el momento en el que estaba firmando los papeles del alta, aunque, en realidad no tendria por que haberlo sorprendido. Rachel habia ido a verlo todos los dias con Emily. Sintio un nudo en la garganta al recordarlo. Su hija, su preciosa hija todavia conservaba una herida en la barbilla.

En su primera visita, Emily se habia echado a llorar al ver su pierna herida. Ben la habia contemplado aterrorizado, temiendo que estuviera sufriendo un terrible trauma emocional, que no fuera a ser nunca la nina que el habia conocido, pero casi inmediatamente, Emily habia alzado su rostro empapado en lagrimas para decir:

– Con la pierna asi, ya nunca podras acampar.

Ben se habia echado a reir. Aquella habia sido su primera risa.

Rachel le habia confirmado despues que su hija se habia recuperado perfectamente. Un milagro. Un milagro que habian conseguido entre los dos.

Pero el milagro de Ben le estaba rodeando en aquel momento la cintura con los brazos y estaba intentando meterlo en su coche. Un lugar en el que no podia meterse porque sabia perfectamente a donde pretendia llevarlo Rachel.

A casa. A su casa. El corazon dejo de latirle al pensar en ello. Necesitaba montarse en un avion inmediatamente, antes de cometer alguna estupidez, como la de decidir que no queria volver a irse de alli.

– Vamos, Ben, pasa.

– ?Por que?

– ?Como que por que? Porque conduzco yo.

– Lo que quiero decir es que no se por que estas haciendo esto.

Estaban en el aparcamiento del hospital, en medio de una bulliciosa calle. Y el cielo brillaba de tal manera que Ben apenas podia soportarlo. Rachel permanecia a su lado, la brisa rozaba su pelo y anadia color a sus mejillas. Estaba radiante. Tan radiante que tambien se le hacia insoportable mirarla a ella.

– ?Que por que estoy haciendo esto? Porque voy a llevarte a casa para que te recuperes.

– A tu casa.

– Si, claro. Ben, sucede que tu no tienes casa.

– Rachel, no.

Rachel se lo quedo mirando fijamente. Tardo varios segundos en hablar y, cuando lo hizo, tenia la voz ronca por la emocion.

– No estas en condiciones de ponerte a viajar. Todavia no.

Rachel pensaba que tenia prisa por marcharse. Y, aunque su pierna protestaba, Ben se apoyo sobre las muletas y le tomo la mano.

– Rachel, me duele.

– Dios mio, deberias habermelo dicho -saco del bolsillo la receta que le habia dado el medico-, tengo que…

– No. Me duele aqui -se llevo la mano al corazon-. Me duele por Emily, por lo que podria haber pasado, por lo que he dejado que sucediera, porque es imposible que podais perdonarme y porque…

– Ben…

– Diablos, yo mismo soy incapaz de perdonarme -dejo escapar un tremulo suspiro-. Mira, lo mejor que podemos hacer es continuar nuestras vidas.

– ?Asi, sencillamente? ?Olvidar que has estado aqui y como hemos llegado a conectar casi a pesar de nosotros mismos? ?Deberiamos olvidarlo todo?

– Si.

– Muy bien -respondio Rachel con voz tensa-. Pero ahora, metete en el coche. Ni siquiera un superheroe como tu puede montarse en un avion esta noche. Necesitas descansar, aunque solo sea una noche, y eso es lo que te estoy ofreciendo -sacudio la cabeza-. Y no te preocupes, no voy a atarte a mi, ni fisicamente ni de ninguna otra manera. Simplemente quiero que vengas a mi casa, utilices esa maldita cama y te vayas.

Otra vez. No lo habia dicho, pero no hacia falta que lo hiciera. En aquella ocasion, Ben habia conseguido estropearlo todo, que era precisamente su intencion. El pretendia marcharse cuanto antes para evitar precisamente eso. Para evitar todas las complicaciones sentimentales que supondria el tener que despedirse otra vez.

– ?Vas a entrar? ?O vas a hacer la tonteria de irte en un taxi hasta el aeropuerto? Porque apuesto hasta mi ultimo dolar a que llevas el pasaporte y todo lo que necesitas en la mochila, ?tengo razon?

– ?No la tienes siempre? -intento bromear, pero Rachel lo miro arqueando una ceja-. Tienes razon, lo llevo

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