– Ya -gruno Enrique Tudor antes de despedirse de la dama con una reverencia y salir de la habitacion dando un portazo.

Anthony Browne le esperaba en el pasillo.

– ?Me han enganado! -espeto el rey corriendo a su encuentro-. ?Esa mujer no es como me habian hecho creer… y no me gustal ?Daselas tu! -rugio al darse cuenta de que habia olvidado entregarle las pieles que traia como regalo.

– Entonces, ?lady Ana de Cleves no os agrada, senor? -pregunto sir Anthony.

– ?Estas sordo o que? -grito Enrique fuera de si-. ?Acabo de decirte que no! ?Maldito sea el que me conto la leyenda del cisne del Rin que dio origen a la dinastia de Cleves! ?Esta mujer no parece un cisne, sino un caballo percheron!

Nyssa, que avanzaba por el pasillo y habia oido los gritos del rey, no pudo contener una exclamacion. Al oir su grito, ambos hombres se volvieron y Nyssa se apresuro a hacer una reverencia al rey.

– No os asusteis, lady Nyssa -la tranquilizo Enrique Tudor, tomandola de la mano y ayudandola a ponerse en pie-. Dad gracias a Dios por ser la hija de un conde -suspiro-. Los reyes debemos casarnos por el bien de nuestro pueblo, no por amor.

– La princesa de Cleves parece una dama amable y bondadosa -repuso Nyssa-. Me he ofrecido a ensenarle nuestra lengua y se ha mostrado encantada.

– ?No te parece una criatura encantadora, Anthony? Como su madre, tiene un corazon de oro -exclamo el rey, emocionado, estrechando a la desconcertada Nyssa entre sus brazos y acariciandole el cabello-. ?Mi querida Nyssa, ojala no conozcais nunca el martirio de ser casada por la fuerza! -anadio emitiendo un hondo suspiro-. ?Soy vuestro rey y os ordeno que os caseis enamorada! -grito antes de soltarla y alejarse pasillo abajo grunendo entre dientes.

– Sera mejor que no conteis a nadie lo que habeis visto, jovencita -advirtio sir Anthony antes de echar a correr en pos de su senor.

– Soy consciente de que el matrimonio de su majestad es un asunto de Estado -replico Nyssa, ofendida-. Soy joven e inexperta pero se que una boda real no es un juego de ninos. Ademas, no deseo herir los sentimientos de lady Ana.

– Veo que no sois un raton de campo.

– Mi madre tampoco era tan ignorante como la corte cree -respondio la joven-. Hay que ser muy inteligente para salir airosa de las intrigas de palacio y ella lo era -concluyo antes de despedirse de sir Anthony con una reverencia y regresar junto a la reina.

– Su majestad sabe que el rey esta descontento con ella -espeto Hans en cuanto Nyssa cerro la puerta a su espalda.

– ?Chist! Sir Anthony Browne esta fuera.

– ?Que pasara? ?Crees que el rey le cortara la cabeza?

– ?Por que habria de hacerlo? ?Solo porque no es tan hermosa como Holbein la retrato? No es culpa suya; la pobre solo es un ratoncito entre las garras del gato.

– Pero entonces, ?que ocurrira? -insistio Hans bajando la voz.

– No lo se -suspiro Nyssa-. Quiza el rey encargue a Cromwell y al resto de los consejeros que busquen la manera de anular el matrimonio. Enrique Tudor nunca confesara que ha cometido un error y buscara un chivo expiatorio. Mi madre ya me advirtio que nunca le contradijera. ?Hay algo que pueda ser utilizado contra la princesa?

– Cuando era una nina se hablo de casarla con el hijo del duque de Lorena, pero la alianza no fructifico. Mi senor no habria comprometido a la princesa con el rey Enrique si esta hubiera dado palabra de matrimonio a otro hombre.

– ?De que hablais? -pregunto lady Ana, que se habia acercado por detras.

– Lady Nyssa siente mucho que vuestro primer encuentro con Enrique Tudor no haya resultado como esperabais y le gustaria ayudaros -respondio Hans.

– Dile que debe comportarse con dignidad y compostura en presencia del rey -le interrumpio Nyssa-. Sera mejor que actue como si no se hubiera dado cuenta de que esta disgustado con ella y que haga todo lo posible para complacerle. Enrique Tudor no es un hombre que se moleste en disimular sus sentimientos y en cuanto la corte advierta lo que ocurre, todos se le echaran al cuello. Debera ser prudente y discreta si desea sobrevivir.

– Ja, ja -asintio lady Ana cuando Hans hubo traducido las palabras de Nyssa-. Lady Nyssa tiene razon. Quiza sea la primera vez que pisa la corte pero es una muchacha sensata y juiciosa. Preguntale si sabe si el rey mantendra su palabra de matrimonio.

– A menos que sus consejeros encuentren un motivo valido para anular la union, la boda tendra que celebrarse. Por esta razon, la princesa debera aprender a complacer a Enrique Tudor. Debe empezar a estudiar musica cuanto antes; Catherine Howard puede ensenarle a tocar el laud y la espineta. Y tambien debe aprender a bailar; a su majestad le encanta.

– Pero ?ese mastodonte baila? -exclamo la reina sorprendida cuando Hans tradujo las palabras de Nyssa-. ?No puedo creerlo! ?Y no se hunde el suelo?

– Es muy buen bailarin y muy agil a pesar de su tamano -aseguro Nyssa.

– Ja? Entonces aprendere -prometio-. Hare todo lo posible por convertirme en un modelo de esposa perfecta.

Nyssa se echo a reir divertida.

– Di a su majestad que, aunque debe complacerle en todo, no debe permitir que el rey la tome por una pusilanime sin caracter -advirtio-. No es que no le gusten las mujeres inteligentes y con personalidad; simplemente prefiere saberse superior a ellas.

Ana de Cleves estallo en ruidosas carcajadas.

– Ja, ja! Conozco a muchos hombres como el. Sospecho que mi hermano y el rey Enrique se llevarian de maravilla. Yo opino que Dios creo al hombre primero y, al darse cuenta de que habia cometido un gravisimo error, creo a la mujer.

Dos dias despues la caravana real partio camino de Dartford y el 2 de enero la corte se instalo en Green-wich. Pronto se extendio entre los cortesanos el rumor de que las primeras palabras del rey al ver a su futura esposa habian sido: «?No me gusta!» Curiosamente, Holbein se las arreglo para librarse de la ira del rey regalandole un retrato al oleo del principe heredero vestido de saten rojo en el que se apreciaba el parecido del hijo con su augusto padre.

Ante la alegria de la mayoria de los cortesanos, el rey la emprendio con Cromwell, su primer ministro, durante el consejo que se celebro en el palacio de Whi-tehall, en Londres.

– ?Me has enganado, maldito! -rugio furioso-. ?Podria haber tenido una esposa francesa o danesa, pero a ti solo te convenia la princesa de Cleves! ?Piensas decirme por que? ?La piel de su rostro tira a verde, sus facciones son duras y tiene la figura de un caballo perdieron! ?Una yegua de Flandes, eso es lo que es! ?Pero os aseguro que este semental no la montara!

Thomas Cromwell palidecio y el resto de los consejeros se regocijaron interiormente. Pero el primer ministro todavia guardaba un as en la manga:

– Vos tambien la visteis, senor -dijo volviendose al almirante jefe de la armada-. ?Por que no dijisteis a su majestad que la dama no se parecia a la del retrato? Yo me comunique con su hermano por escrito pero vos la visteis en persona.

– Describir a la reina no era mi mision -se defendio el almirante-. Ademas, cuando la conocf su majestad ya habia dado palabra de matrimonio. No es tan bella como Holbein la pinto, pero parece agradable y bondadosa.

– ?El almirante tiene razon! -rugio el rey-. Tu obligacion era conocer hasta el ultimo detalle de esa mujer, incluido su aspecto fisico. ?Se nota que no eres tu quien debe casarse y acostarse con ella! ?No me gusta! ?No me gusta!

– Pero ese matrimonio os conviene, alteza -insistio el primer ministro-. Asi contrarrestais la alianza entre Francia y el Sacro Imperio Romano.

– Ya que su majestad esta tan contrariado, quiza podriamos anular la boda -propuso el duque de Norfolk.

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