– Y asi -dijo Tito Druso Corinio a sus hijos el verano del ano 406- es como llego nuestra familia a esta tierra hace trescientos sesenta y dos anos. El primer Flavio Druso aun vivia cuando la reina Bodicea se rebelo contra Roma. Aunque la ciudad de Corinio, actualmente Cirencester, donde se habia establecido, no sufrio las consecuencias de la revuelta, comprendio que quiza nuestra familia estaria mejor si realizaba alianzas con las tribus celticas locales en lugar de enviar en busca de esposas romanas. Asi que sus hijos se casaron con mujeres de la tribu dobunia, y los hijos e hijas que llegaron despues se han casado con celtas y britanos romanos hasta el dia de hoy.

– Y ahora Roma abandona Britania -dijo Julia, la esposa de Tito.

– ?Buen viaje! -exclamo su esposo. -Roma esta acabada. Pero los romanos no tienen la sensatez de darse cuenta de ello. En otro tiempo Roma fue un gran y noble poder que goberno el mundo. Hoy en dia es corrupta y venal. Incluso los cesares no son lo que fueron. Los Julianos se extinguieron hace tiempo, y en su lugar han venido una sucesion de soldados-emperadores, apoyado cada uno de ellos por una serie de legiones diferentes. Vosotros, ninos, sabeis que en vuestra corta vida el imperio se dividio, separandose Britania y Galia, y luego se volvio a unir. Ahora existe un imperio aun mas oriental, en un lugar llamado Bizancio. Sera mejor que los britanos nos deshagamos de los romanos de una vez y tracemos nuestros propios destinos. Si no lo hacemos, los sajones que vienen del norte de Galia y de Renania a nuestra costa del sudeste se adentraran en el pais y nos dominaran.

Los jovenes sonrieron. Su padre siempre estaba prediciendo hechos tristes.

– Oh, Tito -dijo su esposa, -los sajones no son mas que campesinos. Nosotros somos demasiado civilizados para dejarnos vencer por ellos.

– Demasiado civilizados, si -coincidio el. -Quiza por eso temo por Britania. -Cogio a su hijo menor Gayo, que habia estado jugando en silencio en el suelo. -Cuando un pueblo se vuelve tan civilizado que no teme a los barbaros que tiene a las puertas es cuando el peligro resulta mayor. El pequeno Gayo y sus hijos seran los que tendran que vivir las consecuencias de nuestra insensatez, me temo.

CAPITULO 01

CAILIN

Britania, 452-454

– ?Oh, Gayo, como has podido! -exclamo irritada Kyna Benigna a su esposo. Era una mujer alta y hermosa, de pura ascendencia celtica. Llevaba su oscuro cabello pelirrojo peinado en una serie de complicadas trenzas en torno a la cabeza. -No puedo creer que hayas enviado a Roma a buscar marido para Cailin. Se pondra furiosa contigo cuando lo descubra.

La larga y suave tunica de lana amarilla de Kyna Benigna oscilaba con elegancia mientras la mujer se paseaba por la estancia.

– Ya es hora de que se case -se defendio Gayo Druso Corinio, -y aqui no parece haber nadie que le convenga.

– Cailin no cumplira mas que catorce anos el mes que viene, Gayo -le recordo su esposa. -No estamos en la epoca de los Julianos, cuando las ninas se casaban en cuanto les empezaba los ciclos lunares. Y en cuanto a no encontrar a ningun joven que le convenga, no me sorprende. Adoras a tu hija y ella te adora a ti. La has mantenido tan cerca de ti que realmente no ha tenido ocasion de conocer a jovenes que puedan convenirle. Y aunque lo hiciera, ninguno seria del agrado de su querido padre. Cailin tiene que relacionarse como una chica normal, y ya veras como encuentra al hombre de sus suenos.

– Eso ahora es imposible y lo sabes -repuso Gayo Druso Corinio. -Vivimos en un mundo peligroso Kyna. ?Cuando fue la ultima vez que nos atrevimos a por la carretera de Corinio? Hay bandidos por todas partes. Solo permaneciendo en nuestras tierras estamos relativamente a salvo. Ademas, la ciudad no es lo que era. Creo que si alguien quiere comprarla, vendere nuestra casa. No hemos vivido alli desde el primer ano de casados, y ha estado cerrada desde que mis padres murieron hace tres anos.

– Quiza tengas razon, Gayo. Si, creo que deberiamos vender la casa. Quienquiera que se case con Cailin algun dia, ella querra seguir viviendo aqui, en el campo. Nunca le ha gustado la ciudad. Ahora dime quien es este joven que vendra de Roma. ?Se quedara en Britania o querra regresar a su patria? ?Has pensado en eso, esposo mio?

– Es un hijo menor de nuestra familia de Roma, querida.

Kyna Benigna volvio a menear la cabeza.

– Tu familia no ha estado en Roma en los dos ultimos siglos, Gayo. Acepto que las dos ramas de la familia nunca han perdido contacto, pero vuestras relaciones siempre han sido por cuestiones de negocios, no de tipo personal. No sabemos nada de esa gente a quien te propones entregar a nuestra hija, Gayo. ?Como has podido siquiera pensar en una cosa asi? A Cailin no le gustara, te lo aseguro. No la convenceras. j

– La rama romana de nuestra familia siempre nos ha tratado honrosamente, Kyna -dijo Gayo. -Son gente de buen caracter. He decidido dar a ese hijo menor una oportunidad porque, igual que el hijo menor que era mi antepasado, tiene mas que ganar quedandose en Britania que regresando a Roma. Cailin recibira como dote la casa de la colina y sus tierras para que pueda seguir cerca de nosotros. Resultara bien. He hecho lo que debia, Kyna, creeme -concluyo.

– ?Como se llama ese joven? -pregunto ella, no muy segura de que su marido tuviera razon.

– Quinto Druso -respondio el. -Es el hijo menor de mi primo Manio Druso, jefe de la familia Druso en Roma. Manio tuvo cuatro hijos y dos hijas con su primera esposa. Este chico es uno de los dos hijos y la hija que tuvo con su segunda esposa. Segun escribe Manio, la madre le adora, pero esta dispuesta a dejarle marchar porque aqui en Britania sera un hombre respetado con tierras de su propiedad.

– ?Y si a Cailin no le gusta? -pregunto Kyna Benigna. -No has pensado en eso, ?verdad? ?No se ofenderan tus primos de Roma si les devuelves a su hijo despues de haberlo enviado aqui con tantas esperanzas?

– Claro que le gustara a Cailin -insistio Gayo, quiza con mas seguridad de la que sentia.

– No permitire que la obligues a casarse si su pareja no le satisface -declaro Kyna Benigna con conviccion.

Gayo Druso Corinio recordo de pronto por que se habia enamorado de la hija de un jefe dobunio en lugar de elegir a otra chica de una familia britano romana. Kyna era tan fuerte como hermosa, y su hija era como ella.

– Si verdaderamente no puede ser feliz con el, Kyna, no obligare a Cailin -prometio. -Sabes que la adoro. Si Quinto le desagrada, le dare al muchacho algunas tierras y le buscare una esposa adecuada. Seguira estando mejor de lo que estaria en Roma con su familia. ?Satisfecha ahora? -Sonrio a su esposa.

– Si -murmuro ella con voz suave.

Que sonrisa mas encantadora tenia, penso el, recordando la primera vez que la habia visto. Ella tenia catorce anos, la edad de Cailin. El habia acudido con su padre a la aldea del padre de ella para hacer trueques con los finos broches que su gente confeccionaba. Ella se enamoro al instante. Pronto se entero de que era un viudo sin hijos y al parecer sin prisa por volver a casarse. Su padre, sin embargo, ansiaba que su hijo volviese a tomar mujer.

Gayo Druso Corinio era el ultimo de una larga familia de britanos romanos. Su hermano mayor Flavio habia muerto en Galia con las legiones cuando tenia dieciocho anos. Su hermana Drusilla habia fallecido de parto a los dieciseis anos. Su primera esposa habia muerto despues de media docena de abortos espontaneos.

Kyna, la hija de Berikos, sabia que habia encontrado al unico hombre con quien podria ser feliz. Descaradamente, se dispuso a conquistarle. Para su sorpresa, le costo poco. Gayo Druso Corinio era tan apasionado como ella misma. Su primera esposa le habia aburrido, asi como todas las mujeres y chicas solteras a quienes habia intentado atraer tras la tragica muerte de Albinia. Una vez Kyna hubo conseguido que se fijara en ella, el apenas si podia dejar de mirarla. Era una joven alta y delgada como un arbolito, pero sus jovenes senos firmes y turgentes prometian delicias que ni siquiera se atrevia a imaginar. Ella le provocaba en silencio con sus ojos azul zafiro y haciendo movimientos bruscos con su larga cabellera pelirroja, coqueteando maliciosamente con el hasta que Gayo Druso Corinio no pudo soportarlo mas. La deseaba como jamas habia deseado nada en su vida,

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