un poco mas de suerte, y si los transportes la favorecian, podia salir el mismo dia de su llegada de Marianske Lazne y, aunque tuviera que ir al taller por su auto, podria cruzar esa noche la frontera de Checoslovaquia camino a Inglaterra.
Antes de las ocho de la manana, Fabia abandono el hotel y poco despues estaba en la estacion de trenes de Praga. A las ocho cuarenta y siete salio su tren para Marianske Lazne. La primera etapa de su mision habia acabado.
El tren debia llegar a su destino a mediodia, lo que le permitiria, libre de otras ocupaciones, repasar una y otra vez todo lo que habia sucedido.
Se habia acercado demasiado a Ven cuando estaba entre sus brazos, tenia que admitirlo, pero era porque lo amaba. Claro que el no le correspondia, ni ella esperaba que lo hiciera, pero no se habia resistido cuando le iba a hacer el amor, ?no era cierto? ?Que esperaba de ella, por amor de Dios!
Durante la siguiente hora Fabia alterno entre la ira de que la hubiera conducido a tanta pasion solo para detenerse cuando ella respondio, y entre el desaliento de que el la pudo trastornar tanto que no tenia ni idea de donde estaba.
Trato de pensar en otras cosas, pero fue en vano. Penso en otros sucesos desde que habia llegado a Checoslovaquia y concentro sus pensamientos en Lubor, que no pensaba que ella era bastante empalagosa. Pero para enfado suyo sus pensamiento volvieron a Ven, y comprendio cual era el motivo por el cual se habia indignado tanto cuando Lubor trato de besarla el viernes anterior. Ya estaba enamorada de Ven sin saberlo. Los labios de Lubor no eran los labios indicados y ella lo habia sabido inconscientemente. ?No eran los correctos!
Claro que Ven Gajdusek no abrigaba tan delicados sentimientos, ni consciente ni inconscientemente. Ella le importaba un comino y para demostrarlo habia ido, probablemente, de su cama al lecho de otra mujer.
Debido a algun retraso inesperado su tren llego tarde a Marianske Lazne, y ya eran las doce y media cuando tomo el taxi que la llevaria al hotel que habia dejado desde… ?eran solo tres dias atras?
Sabria por fin si habia noticias para ella. Con una sonrisa brillante, pregunto:
– ?No ha llegado mi auto…? ?Hay algun mensaje para mi del taller? -el tono de su voz era amable, la atendia el joven al que habia visto tantas veces antes y quien, por su amplia sonrisa, se acordaba de ella.
– Temo que no, senorita Kingsdale -se disculpo y mientras le pasaba una tarjeta de reservacion para que ella la llenara, Fabia, pensando en otras cosas, empezo a hacerlo de manera mecanica.
– ?Cuanto tiempo estara con nosotros? -pregunto el cuando ella le entrego el documento.
– Creo que nada mas esta noche -respondio, ya que habia esperado irse ese mismo dia, pero como necesitaba un lugar donde hacer un balance de sus pensamientos y tener una habitacion donde relajarse y pensar en privado, era una buena idea.
Lo primero que hizo llegando a su dormitorio fue ir a sentarse junto al telefono y tratar de concentrar su atencion en lo que tenia que hacer. Era importante llamar a sus padres para decirles que no la esperaran ese dia. Pero, si llamaba primero al taller, tendria idea ya de cuando podia regresar a Inglaterra.
Lo haria asi, cruzo los dedos y decidio pedir ayuda al joven de la recepcion. Iba a ocupar el telefono, cuando sono.
– ?Hola? -dijo y no le hubiera sorprendido si la llamaran de la recepcion porque no habia llenado bien su tarjeta, pero no era el recepcionista, sino Lubor Ondrus, el secretario de Ven.
– ?Que bueno que te encuentro! -exclamo el para empezar.
Fabia no tenia idea de si Lubor sabia que ella se habia ido a Praga con su patron el domingo pasado, pero como no queria discutir el asunto y como el, tal vez, habia llamado el dia anterior y no la habia encontrado, decidio suponer que no lo sabia.
– ?Como has estado, Lubor?
– Extranandote, claro -nunca perdia una oportunidad para coquetear.
– Estoy segura de que no me llamaste solo para decirme eso -replico ella que no tenia humor para sus bromas.
– Tienes razon, por supuesto, aunque siempre es un placer hablar contigo, si, tengo algo especial que decirte -esperaba que no fuera a invitarla a salir y empezo a pensar en alguna excusa cuando-. Han entregado aqui tu auto, a la casa del senor Gajdusek. Pense que querrias…
– ?Alli esta mi auto! -exclamo ella y al comprender que no tendria que salir a buscar el taller, rezo en silencio para agradecer su buena suerte-. Ahora mismo voy a recogerlo -le dijo a Lubor-. Adios.
Siete minutos despues, cuando iba en el taxi, se le termino la euforia. Tendria que abandonar Checoslovaquia y no queria irse. El taxi enfilo hasta la colina, pasando cerca de la columnata, donde estaba la fuente musical y con el corazon adolorido Fabia deseo con toda su alma estar alli, en mayo, cuando tocara la fuente.
Pero no estaria alli y a medida que el taxi se acercaba mas a la casa de Ven, ella trataba de tomar una actitud positiva para enfrentarse a la charlataneria de Lubor.
Pero no se sentia contenta cuando el auto la dejo en la casa. Y despues de pagar al conductor, se quedo parada unos minutos contemplando la mansion, fotografiandola con su mente, porque sabia que no volveria a verla jamas.
Luego, de pronto, escucho que alguien se acercaba y trato de olvidar su tristeza, pensando que Lubor la estaba esperando y que debio verla llegar desde su ventana. Aunque antes que ella pudiera acercarse noto que el habia dejado salir a Azor, porque aparecio corriendo el dobermann.
– ?Azor! -ella lo llamo con carino y sintiendo la necesidad de acariciar al animal que tenia un buen lugar en el corazon de Ven, se puso de cuclillas-. Te vas a meter en problemas saliendo solo, diablillo -le dijo a Azor, acariciandolo en la cabeza.
Estaba aun inclinada sobre el dobermann cuando comprendio que necesitaba un momento para controlar el nudo de emociones al pensar que jamas volveria a ver tampoco al perro.
Esa fue la razon por la cual escondio el rostro cuando escucho que Lubor se acercaba y se detenia alli. Un segundo despues, creyo haber recuperado el control de si misma y miro los pies del secretario.
En ese momento si sentia que perdia el control porque al mismo tiempo que su corazon empezo a latir como loco en su pecho, recordo que la ultima vez que vio esos zapatos de color cafe, los llevaba puestos un hombre… en Praga.
Estaba segura de que su imaginacion le estaba jugando un truco. Ya que sabia que Ven estaba en la ciudad, penso que era posible que Lubor tuviera unos zapatos iguales.
Ella levanto la vista poco a poco y vio que conocia tambien el pantalon. Y, de pronto, angustiada, olvidando a Azor, se incorporo y descubrio que la estaban viendo unos ojos negros candentes. Ven… no estaba en Praga.
Trato de hablar, pero no pudo. Luego vio que no tenia que hacerlo porque, con una expresion de dureza que no habia visto aun, Ven no perdio el tiempo para reclamar:
– ?Me puedes decir quien demonios eres?
– ?Qui… en? -tartamudeo Fabia, mientras su mente la hizo sospechar que quiza ya habia descubierto el su engano-. Yo… um… no se de que me estas hablando -y deseo haberse quedado callada.
– ?Como que no! -se acerco a ella-. ?Ciertamente no eres la reportera llamada Cara Kingsdale! -grito el-. ?Me debes una explicacion, mujer! ?Empieza a hablar!
Fabia ya sabia que si la descubria iba a ponerse furioso, pero al ver su rostro palido por la indignacion, 'furioso' era poco. ?Que el cielo me ampare!, rogo Fabia en silencio, porque sabia que estaba metida en un serio problema.
Capitulo 9
La chica lucho por controlar el panico pese a que su corazon latia con rapidez. ?Cuanto habia averiguado… cuanto habia adivinado? ?Se habria ella delatado sin darse cuenta? Pero no tenia tiempo para seguir especulando porque Ven, dio un paso hacia adelante con obvia impaciencia, y Fabia empezo rapidamente a hablar.
– ?Si, me apellido Kingsdale! -quiso seguir el engano.
– ?Estas segura? -le grito el antes de que ella pudiera recuperar el aliento.
– ?Claro que estoy segura!
– De verdad tu nombre no es senora Barnaby Stewart? -pregunto el y Fabia dejo de temblar. Adivino que ya