– Si, bueno, ya te dije que lo habia hecho sin pensar. Mi padre solia ensenarme las cosas que no me ensenaban en el colegio. Me llevaba a museos, a galerias de arte… ibamos juntos a todas partes, a conciertos, a la opera. Tambien me llevaba por el bosque y me hablaba de los animales, de la Naturaleza. Me enseno a dibujar, a pescar, a tocar el piano, a apreciar a Mozart -sonrio Phinn-. Y yo solita aprendi a tomar un trago de cerveza sin poner cara de asco. Claro que en el pub tambien me ensenaron a decir palabrotas… a mi madre casi le da un infarto.

– Ya me imagino.

– Bueno, es tu turno.

– ?Mi turno?

– Yo te he contado cosas sobre mi, ahora te toca a ti.

– Pero no creo que tu…

– ?Este interesada? Pues lo estoy.

– ?Interesada en mi?

Phinn trago saliva.

– Tu te has interesado por mi y yo hago lo propio -consiguio decir-. Segun Ash, eres un genio de los negocios.

– Los negocios van bien en este momento -dijo el, modestamente en opinion de Phinn-. Pero ocupan gran parte de mi tiempo.

– Y a ti te encanta.

– Le pone un poco de adrenalina al dia, si -admitio Ty-. Por cierto, la semana que viene estare fuera del pais.

A Phinn se le encogio el corazon.

– Ash te echara de menos.

– Contigo aqui se que puedo irme tranquilo. Ash no podria tener mejor compania.

Pensando que Ty habia conseguido no hablar de si mismo, Phinn estaba a punto de preguntarle donde habia estudiado cuando se dio cuenta de que se dirigian a la casa de Nesta y Noel Jarvis, los arrendatarios de la granja Yew Tree. Y cuanto mas se adentraban en la finca, mas veia las diferencias entre esa granja y Honeysuckle. Los Jarvis debian haber pasado por los mismos malos tiempos que sus padres y, sin embargo, la propiedad tenia un aspecto fabuloso. Alli no habia ningun aire de abandono, ni herramientas oxidadas tiradas por todas partes.

Recordando el aspecto triste de Honeysuckle, Phinn no queria salir del coche. Y tal vez no tendria que hacerlo, penso. Ty habia dicho que queria «pasar» por alli, de modo que quiza no estaria mucho tiempo.

Pero no fue asi. Ty le abrio la puerta del coche, de modo que no tendria mas remedio que ir con el.

– Si quieres ir solo, a mi no me importa…

– ?Que ocurre? -pregunto el, arrugando el ceno.

Antes de que ella pudiera contestar, Nesta y Noel Jarvis habian salido a la puerta de la casa a recibirlos.

– Ya conocen a Phinn, imagino.

– Si, claro que si. ?Como estas? -sonrio Nesta Jarvis-. Nos han dicho que estabas trabajando en Broadlands Hall. ?Que tal te va todo?

– Bien, gracias.

– Estariamos perdidos sin ella -anadio Ty.

Mientras el iba con Noel al estudio para hablar sobre la granja, Phinn se quedo con Nesta en el salon tomando una taza de te y charlando sobre sus hijos, que ya se habian casado.

Cuando se despidieron de los Jarvis y volvieron al coche, Phinn iba tan callada que Ty, preocupado, giro el volante para parar un momento en el arcen.

– ?Vas a decirme que te pasa?

Phinn podria haberle dicho que no era cosa suya, pero seguramente le debia una explicacion.

– Yo te odie cuando recibimos la notificacion de desahucio. Pero estabas en tu derecho porque debiamos varios meses de alquiler y… la granja estaba hecho un asco, ademas.

– Eso no era culpa tuya.

– Si lo era. Deberia haber hecho un esfuerzo, deberia haber animado a mi padre para que trabajase las tierras, pero no lo hice. Y he tenido que ver la granja de los Jarvis y lo bien que les va para darme cuenta.

– Tu tuviste que llevar una casa siendo una cria, Phinn. Nadie esperaria que te pusieras al volante de un tractor. ?A tu padre le habria gustado que hicieras su trabajo por el?

No, seguramente no. Su padre no tenia el menor interes por la granja y tampoco queria que lo tuviera ella. Y si le hubiera dicho que tenia trabajo que hacer cuando el queria llevarla a algun sitio o salir a dar un paseo… en fin, se habria reido de ella.

– ?Como es que siempre sabes lo que tienes que decir? -le pregunto.

Ty sonrio, apretando su mano.

– Seguro que Noel Jarvis no sabe tocar el piano como tu padre.

«Oh, Ty».

Cuanto lo queria.

– Y seguramente tampoco habra llevado nunca a sus hijos a la opera -sonrio Phinn.

– ?Te encuentras mejor ahora?

– Si -asintio ella-. Y gracias.

Le parecio que el mundo era un sitio maravilloso cuando, inclinandose hacia delante, Ty deposito un casto beso en su mejilla.

– Vamos a casa. A ver si Ash ha conseguido pescar alguna trucha.

Pero lo que encontraron al llegar a Broadlands Hall fue un viejo coche aparcado en la puerta. Y, al entrar, Phinn escucho lo que era innegablemente un afinador de pianos haciendo su trabajo.

– ?El senor Timmins?

– El senor Timmins -asintio el.

El senor Timmins no trabajaba nunca los sabados por la tarde. ?Por nadie! Claro que era logico que lo hiciera por Ty Allardyce porque era un hombre maravilloso.

El domingo Phinn se llevo una alegria al saber que Ty habia decidido no volver a Londres hasta el lunes, pero el dia paso a toda velocidad.

Esa noche, durante la cena, aunque habria querido quedarse un rato mas en el salon con Ty, Phinn se levanto del sofa.

– Me voy a la cama -se despidio-. Que tengas un buen viaje, Ty.

El se levanto para acompanarla a la puerta… solo para que lo viese Ash, naturalmente.

– Espero verte el viernes que viene -murmuro.

– Yo tambien. Adios.

– Adios, Phinn -sonrio Ty. Y entonces, de repente, se inclino un poco y le dio un beso en los labios.

Phinn se dio la vuelta despues sin decir una palabra, como si fuera lo mas normal del mundo. Pero cuando llego a su habitacion y cerro la puerta, se llevo los dedos a los labios…

Broadlands Hall no era lo mismo sin el. El verano se habia esfumado temporalmente y el lunes no dejo de llover. Recordando que Ash tenia tendencia a la melancolia, sobre todo por las tardes, Phinn lo busco y se ofrecio a ensenarle a pescar con mosca.

Pero el martes era ella quien estaba triste porque Ruby se encontraba mal. Kit Peverill se porto tan bien como siempre y le recomendo una medicina que no habian probado aun, pero que era muy cara.

– Me parece bien -asintio Phinn, aunque no tenia ni idea de como iba a pagarla.

– No te preocupes por el precio -le dijo Kit que, aunque nunca lo habian hablado, parecia conocer su situacion economica.

Pero Phinn se preocupaba. Antes de que el veterinario le preguntase si queria salir con el, el asunto de las facturas la habia preocupado, pero ahora que se lo habia pedido y ella lo habia rechazado la deuda le parecia mas personal.

El jueves, sin embargo, Ruby empezo a mejorar y Phinn supo que costase lo que costase la medicina, su yegua iba a tenerla.

Llovia de nuevo a la hora de comer y, aunque estaba contenta por la mejoria de Ruby, Phinn no podia dejar

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