de broma y estaria demasiado vestida?
Estaba a punto de cambiarse cuando alguien llamo a la puerta. Era Ty, guapisimo con un traje oscuro.
– ?Vaya! -exclamo al verla-. ?Estas preciosa!
– Tu tampoco estas mal -sonrio Phinn. Llevaba tacon alto, pero aun asi Ty le sacaba una cabeza.
– No se si deberia dejarte bajar asi. No quiero que te mire nadie mas que yo.
Phinn tuvo que hacer un esfuerzo para no llevarse una mano al corazon. Pero, a partir de ese momento, no habia nadie mas en el mundo que Tyrell Allardyce.
– Me gustaria… -empezo a decir el. Pero en ese momento oyeron ruidos abajo-. Salvada por la campana. Pero veo que no llevas reloj. Si te encuentras incomoda, podrias ponerte este -Ty metio la mano en el bolsillo del pantalon y saco el reloj que Phinn habia rechazado unos dias antes.
– ?Deberias haberlo devuelto a la relojeria!
– Lo intente, pero no lo querian.
– ?Ty Allardyce!
– Dime, dulce Delphinnium.
Phinn, a reganadientes, tomo el reloj.
– Te lo devolvere por la manana.
– De acuerdo -asintio el.
– Si no llevase los labios pintados te besaria.
– No dejes que nada te lo impida -rio Ty.
– Oigo voces abajo. Creo que tus invitados estan esperando.
– Maldita sea -murmuro el, tomando su mano.
Y, en ese momento, empezo la noche mas bonita de su vida.
Los amigos de Ty iban desde los veintitantos anos a los cuarenta y tantos. Habia siete en total e intento recordar todos los nombres mientras se los presentaba. Afortunadamente, ninguno de ellos cuestiono quien era o por que estaba alli.
Eran diez personas sentadas a la mesa del comedor. Phinn estaba sentada frente a Ty y cada vez que lo miraba, el estaba mirandola a su vez. Pero debia ser su imaginacion, penso, concentrandose en charlar con Will Wyatt, mas o menos de la misma edad que Ty, que estaba sentado a su derecha. A su izquierda habia un invitado algo mayor, Kenneth.
Hablando con los dos hombres, Phinn se dio cuenta de que sus conocimientos sobre el mundo y la cultura en general eran mas amplios de lo que habia pensado y supo que se lo debia a su padre porque, ademas de llevarla a museos y galerias de arte, siempre la habia animado a informarse y a hacer preguntas.
– ?Que te parece Leonardo? -le pregunto Kenneth.
– Un genio -contesto Phinn, que siempre habia admirado a Leonardo da Vinci.
Kenneth y ella estuvieron charlando durante un rato hasta que Will Wyatt lo acuso de monopolizarla.
– Me aprovecho porque estoy casado -rio el, senalando a su mujer, que charlaba con el invitado de su izquierda-. Y por lo tanto Phinn esta a salvo conmigo. Tu, por otro lado…
Cuando miro a Ty, Phinn descubrio que el no estaba sonriendo en absoluto. Tampoco parecia enfadado. Solo estaba… mirandola. Pero cuando Cheryl Wyatt puso una mano en su brazo, de repente Phinn se vio asaltada por otra emocion. Una emocion que solo habia experimentado en otra ocasion y que no le gustaba nada: los celos.
Fue lo unico malo de la noche.
Wendy y Valerie, las ayudantes de la senora Starkey, se encargaban de servir la cena y cuando todos pasaron al salon Phinn fue a la cocina.
Estaba diciendole a la senora Starkey lo bien que habia ido todo cuando Ty aparecio.
– Gracias, senora Starkey, todo ha sido perfecto -le dijo. Y el ama de llaves sonrio, complacida.
Phinn salio al pasillo, sintiendose absurdamente incomoda, y un segundo despues Ty se reunio con ella.
– No quiero que pienses… quiero decir, ya se que yo no soy la anfitriona.
– Serias una anfitriona estupenda.
– Solo queria darle las gracias a la senora Starkey. No sabia si a ti se te ocurriria hacerlo.
– Me parece muy bien. ?Quien mejor para hacer los honores que el miembro adoptado de nuestra familia?
– Oh, Ty… -suspiro ella.
Pero no sabia que pensar. Si la incluia en la familia porque se sentia obligado hacia ella, no queria ser de la familia. Si, por otro lado, la veia como alguien de la familia porque disfrutaba viviendo bajo el mismo techo, aunque fuese temporalmente, entonces nada le gustaria mas. Pero no podia contarselo a el sin arriesgarse a que supiera cuanto lo queria.
– Por cierto, queria darte las gracias. Kit Peverill me ha dicho que lo llamaste para pedir que te enviase a ti todas las facturas.
– ?Has visto a Peverill?
– Pues claro que lo he visto. Ha venido varias veces para atender a la pobre Ruby -suspiro ella-. Y, por cierto, me dijo que no se le habia ocurrido pensar que eras tu con quien estaba saliendo hasta que lo llamaste para pedir que te enviase a ti las facturas. Pero cuando iba a sacarle de su error tuvo que marcharse corriendo para atender una urgencia, asi que no pude decirle nada. Ademas…
– ?Hay algo mas?
– No, bueno, es que este es un pueblo muy pequeno y los rumores corren como la polvora. Kit solo tendria que decir de pasada que tengo novio y todo el mundo se pondria a especular.
– No te preocupes, tengo la espalda ancha.
– Muy bien -murmuro ella-. ?Te importa si voy un momento a ver a Ruby?
– Te echaremos de menos.
El corazon de Phinn hizo una ridicula pirueta al pensar que Ty pudiera echarla de menos de verdad.
– Esta noche estas encantador.
Cuando salio a la puerta descubrio que Will Wyatt habia salido un momento para tomar el aire.
– ?Donde vas?
– Al establo. ?Que haces tu aqui?
– Cuando desapareciste del salon decidi salir a curar mis penas con un buen puro -sonrio Will-. ?Puedo ir contigo?
– ?Te gustan los caballos?
– ?Me encantan!
Will se mostro amable y carinoso con Ruby y seguian con la yegua cuando Ty aparecio… con Cheryl Wyatt del brazo.
– Ty dijo que os encontrariamos aqui. ?Ese caballo es tuyo?
– Si, pero es una yegua. Me la regalo mi padre.
– Es preciosa.
Unos minutos despues, Ty se despidio:
– Te dejamos un rato a solas con Ruby.
Pero Will no parecio entender la indirecta, de modo que fue la propia Phinn quien le dijo:
– Saldre enseguida.
Los amigos de Ty eran muy agradables y el tiempo paso volando hasta que todos, salvo Will y Cheryl, se despidieron. Phinn miro su reloj y se quedo sorprendida al ver que era mas de medianoche.
– Bueno, creo que me voy a dormir.
– ?Tienes que irte ya? -pregunto Will.
– Tengo que levantarme temprano.
– Entonces, yo tambien.
Y descubrio que hablaba en serio porque fue con ella al establo a las seis de la manana.
– ?Sueles ir a Londres?
– No, no voy mucho.
– Si te apetece, me gustaria llevarte al teatro algun dia. Y podrias quedarte a dormir alli.
Ella lo miro, perpleja.