Honeysuckle. A excepcion de su madre, que la llamaba por telefono frecuentemente, Phinn no hablaba con nadie mas que con Ruby.

Pero sabia que no iba a poder quedarse en la granja mucho mas tiempo. Si su padre no habia sido capaz de sacarla adelante con la experiencia que tenia, tampoco podria hacerlo ella. Y aunque el hombre al que su prima habia dejado plantado empezaba a caerle bien, Ashley seguramente estaria deseando perder de vista a cualquiera que llevase el apellido Hawkins.

Phinn no queria que la echase de alli y no dejaba de preguntarse que podia hacer y donde podia ir. Aunque, de no ser por Ruby, no le importaria mucho.

Pensando en su yegua, se acerco una manana a la escuela de equitacion que dirigia Peggy Edmonds. Y, al final, resulto que esa visita habia sido la solucion a sus problemas. Porque Peggy no solo podia alojar a Ruby sino que le ofrecio un trabajo. Bueno, no era mucho, pero sabiendo que Ruby estaria atendida, Phinn hubiese aceptado cualquier cosa.

Peggy tenia un serio problema de artritis y llevaba un ano intentando encontrar comprador para lo que ahora eran mas unos establos que una escuela de equitacion. Pero nadie estaba interesado en hacerle una oferta y algunos dias su artritis era tan dolorosa que apenas podia levantarse de la cama. Era entonces cuando Phinn se encargaba de los establos. Peggy no podia pagarle mucho, pero ademas de tener un sitio para Ruby, habia una habitacion para ella sobre los establos.

Era una habitacion amueblada y no habia sitio para los muebles de la granja, de modo que llamo a un viejo amigo de su padre, Mickie Yates, para que se lo llevase todo hasta que las cosas se solucionaran. Le dolio mucho despedirse del piano de su padre, pero no habia sitio en la habitacion para el.

De modo que a finales de enero, Phinn instalo a Ruby en su nuevo hogar y luego llevo la llave de la granja a Broadlands Hall.

Afortunadamente, Ashley no estaba en casa. Despues de como lo habia tratado su prima, seguramente hubiera sido muy incomodo.

– Senti mucho lo de tu padre -le dijo la senora Starkey.

– Gracias -murmuro Phinn.

Parecia que las cosas empezaban a solucionarse pero, de repente, cuando estaba tan contenta porque tenia un trabajo y Ruby un establo en el que alojarse, todo se torcio de nuevo.

Ruby, seguramente por lo mal que la habian tratado sus anteriores duenos, siempre habia sido un animal muy timido y los otros caballos del establo, mas jovenes y fuertes, la asustaban. Phinn la llevaba a pasear siempre que le era posible, pero tenia que atender su trabajo y no podia hacerlo tan a menudo como hubiese querido.

Entonces, contra todo pronostico, Peggy encontro una compradora para los establos. Una mujer que queria tomar posesion en cuanto fuera posible, ademas.

– Hablare con ella para ver si puedes quedarte -le dijo Peggy al ver su cara de preocupacion.

Phinn ya habia visto a Geraldine Walton, una mujer de pelo oscuro que se parecia un poco a su prima Leanne. La habia visto cuando fue a ver los establos y le habia parecido una persona muy seca, de modo que no tenia muchas esperanzas.

Y habia hecho bien en no tener esperanzas, descubrio enseguida, porque no solo no habia trabajo para ella sino que tampoco habia sitio para Ruby. Geraldine Walton le pidio que se fuera de su habitacion y se llevara a Ruby con ella lo antes posible.

Ahora, a mediados de abril, mientras miraba alrededor pensando que tenia que ponerse a hacer las maletas, se fijo en la camara fotografica que su madre le habia llevado el domingo anterior para que se la devolviera a Ashley Allardyce en nombre de Leanne.

Su madre le habia dicho que seguramente Ashley no esperaba recuperarla nunca y solo estaba usandola como excusa para seguir llamando a Leanne. Pero, por lo visto, su prima no tenia la menor intencion de volver a hablar con el.

Sintiendose culpable porque debia haberle prestado la camara en el mes de diciembre, Phinn decidio llevarsela inmediatamente. Ademas, asi podria dar un paseo con Ruby para alejarla de los otros caballos, penso.

Esperaba ser recibida de nuevo por el ama de llaves, y despues de llamar al timbre, Phinn sonrio al oir pasos.

Pero cuando la puerta se abrio su sonrisa se evaporo de inmediato. Porque no era la senora Starkey quien estaba mirandola y tampoco Ashley Allardyce. Ash era rubio y aquel hombre tenia el pelo negro… y una expresion que no era amable en absoluto.

Era alto, de unos treinta y cinco anos, y evidentemente no se alegraba de verla. Phinn sabia muy bien quien era porque curiosamente no habia podido olvidar su rostro. Aquel rostro tan atractivo.

Pero su expresion seria no cambio al mirar a la delgada joven de ojos azules y coleta pelirroja que llevaba una camara en una mano y las riendas de un caballo en la otra.

– ?Quien es usted? -le espeto, sin ninguna simpatia.

– Soy Phinn Hawkins -contesto ella-. Y venia a…

– ?Que hace en mis tierras, Hawkins?

Phinn levanto una ceja, sorprendida.

– ?Y usted quien es?

– Tyrell Allardyce -contesto el-. ?Se puede saber que quiere?

– De usted, nada en absoluto. Lo que quiero es que le devuelva esta camara a su hermano -replico Phinn, cada vez mas enfadada.

Pero cuando menciono a su hermano, Tyrell Allardyce la fulmino con la mirada, mas enfadado que antes.

– Vayase de aqui -le dijo, con tono amenazador- y no vuelva nunca mas.

Su mirada era tan malevola que Phinn tuvo que hacer un esfuerzo para no salir corriendo.

– Sera posible…

Sin decir nada mas, le entrego la camara y se dio la vuelta tirando de las riendas de Ruby. Cuando salio de la finca se habia calmado un poco… aunque estaba furiosa consigo misma por no haber tenido valor para decirle cuatro cosas a aquel grosero.

?Quien creia que era el tal Tyrell Allardyce? Ella siempre habia entrado y salido de alli cuando le apetecia. Si, habia zonas por las que no podia pasar, pero habia crecido usando la finca Broadlands como todo el pueblo y no estaba dispuesta a dejar de hacerlo.

Lo mejor que Tyrell Allardyce podia hacer penso, echando humo, seria volver a Londres y dejar a la gente de Bishops Thornby en paz.

?Acababa de hablar con el por primera vez, pero desde luego esperaba no tener que volver a verlo en toda su vida!

CAPITULO 2

MIENTRAS se devanaba los sesos intentando encontrar una solucion a sus problemas, Phinn no podia dejar de pensar en Tyrell Allardyce. ?Como se atrevia a echarla de la finca?

Suspirando, salio de su habitacion y decidio dar un paseo con Ruby. Y si se encontraba con Tyrell… peor para el, penso. Porque esta vez no la pillaria desprevenida.

Pero antes de que pudiera dar un paso fuera del establo, Geraldine aparecio en la puerta.

– Siento mucho tener que ponerme tan antipatica -empezo a decir-, pero necesito que dejes libre el cajon de Ruby para finales de esta semana.

– Estoy en ello -asintio Phinn, nerviosa-. No te preocupes, a finales de semana nos habremos ido.

Habia llamado a todo aquel que podria alojar a Ruby en el pueblo, pero nadie tenia sitio para ella y para la yegua. Y Ruby no soportaba que se separasen.

Angustiada, salio a dar un paseo con el animal, sin dejar de darle vueltas a la cabeza.

La majestuosa mansion de Broadlands Hall se veia entre los arboles, pero Phinn estaba segura de que Tyrell Allardyce estaria de vuelta en Londres. Aunque, por si acaso, cuando bordeaba los jardines de la mansion intento

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