Flair Hickory hizo todo lo que estaba en sus manos para impedirlo. Pidio un receso, argumentando que no habiamos presentado antes la pelicula y que no era justo, y que ellos deberian haberla tenido enseguida, bla, bla, bla. Contraargumente. La pelicula habia estado en poder de sus clientes, al fin y al cabo. No habiamos encontrado ninguna copia hasta anoche. El testigo habia confirmado que la habian visto en la fraternidad. Si el senor Hickory queria demostrar que sus clientes no la habian visto, podia hacerles subir al estrado.

Flair se demoro discutiendo. Se entretuvo, pidio varios apartes con el juez, que le fueron concedidos, intento con cierto exito dar la oportunidad a Jerry Flynn de recuperarse.

Pero no le funciono.

Lo vi en cuanto Flynn se sento en la silla. Habia sido herido demasiado gravemente por aquellos dardos y aquella lanza. La pelicula habia sido el golpe final. Habia cerrado los ojos mientras la pasaba, los habia cerrado tan fuerte que creo que lo que queria era cerrar los oidos.

Diria que Flynn probablemente no era un mal chico. La verdad era, tal como habia testificado, que a el le gustaba Chamique. La habia invitado a salir con buena intencion. Pero cuando los chicos mayores se enteraron, se burlaron de el y le acosaron hasta que acepto colaborar en aquel plan enfermizo de «recreacion de pelicula». Y Flynn, alumno de primero, no pudo negarse.

– Me odie a mi mismo por hacerlo -dijo-. Pero tiene que entenderlo.

«No, no lo entiendo», queria gritar. Pero no lo hice. Solo le mire hasta que bajo los ojos. Despues mire al jurado con una expresion ligeramente retadora. Pasaron unos segundos. Finalmente me volvi a Flair Hickory y dije:

– Su testigo.

Tarde un poco en poder estar solo.

Tras mi ridicula reaccion indignada ante Muse, decidi realizar una investigacion de aficionado. Busque los telefonos de Lucy en Google. Dos no me dieron resultados, pero el tercero, el del trabajo, me mostro que era la linea directa de una profesora de la Universidad de Reston llamada Lucy Gold.

Gold. Silverstein. Ingenioso.

Yo ya sabia que era «mi» Lucy, pero esto me lo confirmaba. La cuestion era que hacer al respecto. La respuesta era bastante sencilla. Devolverle la llamada. Enterarme de que queria.

No era de los que creian en coincidencias. No habia oido hablar de esa mujer en veinte anos. De repente me llama y no deja el apellido. Tenia que estar relacionado con la muerte de Gil Perez. Tenia que estar relacionado con el incidente del campamento PACE.

Era evidente.

Compartimentar la vida. Deberia haber sido facil dejar atras a Lucy. Un enamoramiento de verano, por muy intenso que sea, solo es eso: un capricho. Puede que la amara, probablemente la amaba, pero entonces yo solo era un chico. El amor de los adolescentes no sobrevive a la sangre y a los cadaveres. Existen puertas y aquella yo la cerre. Lucy se habia esfumado. Tarde mucho tiempo en aceptarlo. Pero al final lo admiti y mantuve cerrada esa maldita puerta. Ahora tendria que abrirla.

Muse queria realizar una investigacion preliminar. Deberia haber dicho que si. Habia dejado que la emocion dictara mi decision. Deberia haber esperado. Ver su nombre habia sido un impacto. Deberia haber esperado hasta asumir el impacto, hasta ver las cosas con mas claridad. Pero no lo habia hecho.

Tal vez no debia llamarla todavia.

No, me dije. Ya estaba bien de ganar tiempo.

Cogi el telefono y marque el numero de su casa. Al cuarto timbre salto el contestador. Una voz de mujer dijo: «No estoy en casa; deja tu mensaje, por favor».

El pitido fue demasiado rapido y no estaba preparado, asi que colgue.

Muy maduro.

La cabeza me daba vueltas. Veinte anos. Habian pasado veinte anos. Lucy tendria treinta y siete. Me pregunte si todavia seria tan guapa. Cuando pienso en como era ella entonces, me parece que tenia la clase de belleza que se mantiene bien en la madurez. Algunas mujeres son asi.

«Ponte las pilas, Cope.»

Lo intentaba. Pero oir su voz, que sonaba exactamente igual… era el equivalente auditivo a toparte con tu antiguo companero de cuarto en la universidad. En diez segundos, el tiempo se funde y es como volver a aquella habitacion y nada ha cambiado. Es lo que senti. Ella parecia la misma y yo volvia a tener dieciocho anos.

Respire hondo varias veces. Llamaron a la puerta.

– Adelante.

Muse asomo la cabeza.

– ?Ya la has llamado?

– He probado en su casa. No estaba.

– Probablemente ahora no la localizaras -dijo Muse-. Esta dando clase.

– ?Y tu lo sabes porque…?

– Porque soy la investigadora jefe. No tengo que hacer caso de todo lo que me dices.

Se sento y puso sus pies calzados practicamente sobre la mesa. Me miro a la cara y no dijo nada. Yo tampoco. Por fin, ella dijo:

– ?Quieres que me vaya?

– Primero dime lo que has descubierto.

Se esforzo de veras para no sonreir.

– Se cambio el apellido hace diecisiete anos. Ahora se llama Lucy Gold.

Asenti.

– Esto debio de ser despues del acuerdo.

– ?Que acuerdo? Ah, si, demandasteis al campamento, ?no?

– Las familias de las victimas.

– Y el padre de Lucy era el dueno del campamento.

– Si.

– Mal asunto.

– No lo se. No estuve muy involucrado.

– Pero vosotros ganasteis.

– Claro. Era un campamento de verano practicamente sin seguridad. -Me estremeci al decirlo-. Las familias se hicieron con lo mas valioso que tenia Silverstein.

– El campamento.

– Si. Vendimos el terreno a un constructor.

– ?Todo?

– El bosque estaba afectado. Es una tierra que no puede explotarse y esta en manos publicas. No se puede construir.

– ?El campamento todavia existe?

Negue con la cabeza.

– El constructor derribo las cabanas y construyo una urbanizacion cerrada.

– ?Cuanto os llevasteis?

– Despues de pagar a los abogados, cada familia se embolso mas de ochocientos mil dolares.

Abrio mucho los ojos.

– Uau.

– Si. Perder un hijo es un gran negocio.

– No queria decir…

Hice un gesto tranquilizador.

– Ya lo se. Soy un imbecil.

No me lo discutio.

– Debio de representar un gran cambio -dijo Muse.

No conteste enseguida. El dinero se ingreso en una cuenta conjunta. Mi madre se marcho con cien mil. Dejo el resto para nosotros. Supongo que fue generosa. Mi padre y yo nos fuimos de Newark y compramos una casa decente en Montclair. Yo ya tenia una beca en Rutgers, pero ahora podia aspirar a ir a la Facultad de Derecho de Columbia en Nueva York. Alli conoci a Jane.

– Si, lo cambio todo -dije.

– ?Quieres saber mas cosas de tu ex amor?

Asenti.

– Fue a UCLA. Se licencio en Psicologia. Obtuvo un posgrado de lo mismo en la USC, otro en ingles en Stanford. Todavia no tengo todo su historial laboral, pero ahora esta aqui mismo, en la Universidad de Reston. Empezo el ano pasado. La…, bueno, la pararon dos veces por conducir ebria cuando vivia en California. Una vez en 2001, otra en 2003. La absolvieron ambas veces. Aparte de eso no tiene antecedentes.

Me quede pensando: conducir ebria no era propio de Lucy. Su padre, Ira, el director, habia sido un porrero empedernido, tanto que ella no sentia el menor interes por nada que significara colocarse. Y ahora tenia dos arrestos por conducir ebria. Era dificil de imaginar. Pero, evidentemente, la chica que yo conoci ni siquiera tenia la edad legal para beber. Era feliz y un poco ingenua y muy recta, y su familia tenia dinero y su padre era un espiritu libre inofensivo.

Todo aquello tambien murio en el bosque aquella noche.

– Otra cosa -dijo Muse. Se agito en la silla, buscando un tono casual-. Lucy Silverstein, alias Gold, no esta casada. Todavia no he terminado las investigaciones, pero por lo que he visto, nunca se ha casado.

No sabia que deducir de esto. Estaba claro que no tenia nada que ver con lo que estaba sucediendo, pero me afecto de todos modos. Era una chica tan viva, tan llena de vida y energia, y era tan facil amarla. ?Como podia haber permanecido soltera todos esos anos? Y encima lo de los arrestos por conducir ebria.

– ?A que hora termina su clase? -pregunte.

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