Ethan White estaba en medio de la sala. Llevaba una bata de hospital verde claro, y tenia sus musculosos brazos cruzados sobre el pecho. Le habian golpeado en la nariz hacia poco, y tenia un fino reguero de sangre seca que le llegaba a la boca. Debajo de un ojo, una gran mancha roja viraba ya a morado. Tenia elaborados tatuajes con escenas de batallas en ambos brazos. Sus muslos mostraban dibujos geometricos y llamas subiendo por los lados.

Parecia un chico normal, con el pelo rapado y un cuerpo que revelaba que habia pasado demasiado tiempo libre en el gimnasio. Los musculos se le ondulaban en los hombros, tensando la tela de la bata. Era de baja estatura, unos quince centimetros mas bajo que Sara, pero habia algo en el que llenaba el espacio a su alrededor. White parecia enfadado, como si en cualquier momento fuera a saltar y atacarla. Sara se alegro de que Jeffrey no les hubiera dejado solos.

– Ethan White -dijo Jeffrey-. Esta es la doctora Linton. Va a tomarte algunas muestras por orden judicial.

White apreto tanto la mandibula que mastico las palabras.

– Quiero ver la orden.

Sara se puso los guantes mientras White leia la orden. Sobre la repisa habia portaobjetos de cristal y todo lo necesario para efectuar la prueba de ADN, junto con un peine de plastico negro y tubos de ensayo para tomar muestras de sangre. Probablemente, Jeffrey ya habia hablado con la enfermera para que lo tuviera todo preparado, pero Sara no comprendia por que no le habia pedido que se quedara para ayudarla. Se pregunto si habia algo que no queria que viera nadie mas.

Sara se puso las gafas. Pediria a Jeffrey que hiciera venir a una enfermera.

Pero antes de hablar, Jeffrey dijo a White:

– Quitate la bata.

– Eso no es… -Sara callo a media frase.

White habia dejado caer la bata al suelo. Tenia una esvastica grande tatuada en el estomago. En la parte derecha del pecho habia un retrato borroso de Hitler. En la izquierda, una hilera de soldados de las SS saludaban la imagen del dictador.

Sara no pudo evitar fijar la mirada en lo que veia.

– ?Le gusta lo que ve? -pregunto White en tono desabrido.

Jeffrey estampo la mano en la cara de White y lo empujo contra la pared. Sara salto hacia atras hasta dar con la repisa. La nariz de Ethan se desplazo de su sitio y la sangre le broto hasta resbalarle por la boca.

Jeffrey hablo en voz baja, iracunda, en un tono que Sara deseo no tener que volver a oir jamas.

– Es mi esposa, hijo de la gran puta. ?Me has entendido?

La cabeza de White estaba aprisionada entre la pared y la mano de Jeffrey. Asintio una vez, pero sus ojos no mostraban miedo. Era como un animal enjaulado deseoso de encontrar la manera de escapar.

– Eso esta mejor -dijo Jeffrey, retrocediendo.

White miro a Sara.

– Ha sido testigo, ?verdad, doctora? Brutalidad policial.

– Ella no ha visto nada -dijo Jeffrey.

Sara le maldijo por meterla en eso.

– ?Ah, no? -pregunto White.

Jeffrey dio un paso hacia el.

– No me des motivos para hacerte dano.

– Si, senor -respondio White lleno de hostilidad.

Se seco la sangre de la nariz con el dorso de la mano sin apartar los ojos de Sara. Intentaba intimidarla, y ella se dijo que ojala no se diera cuenta de que lo estaba consiguiendo.

Sara abrio el kit para el ADN oral. Se acerco a White con la espatula en la mano y dijo:

– Abre la boca, por favor.

Ethan obedecio, y la abrio cuanto pudo para que Sara pudiera recoger restos de piel. Tomo varias muestras, pero le temblaban las manos al ponerlas sobre el portaobjetos. Inhalo profundamente, intentando resignarse a la tarea que le esperaba. Ethan White no era mas que otro paciente. Ella era una doctora que hacia su trabajo, ni mas ni menos.

Sara sentia los ojos de White taladrandole la nuca mientras etiquetaba las muestras. El odio llenaba la habitacion como un gas toxico.

– Necesito tu fecha de nacimiento -dijo Sara.

White se demoro un momento, como si se lo dijera por propia voluntad.

– Veintiuno de noviembre de mil novecientos ochenta.

Sara anoto la informacion en la etiqueta, junto con su nombre, el lugar, la fecha y la hora. Todas las muestras debian catalogarse del mismo modo, y a continuacion se recogian en una bolsa para pruebas o se ponian sobre un portaobjetos.

Sara cogio una oblea de papel esteril con unas pinzas y la acerco a la boca de White.

– Necesito que mojes esto de saliva.

– Soy no secretor.

Sara mantuvo las pinzas inmoviles hasta que el por fin saco la lengua y pudo colocarle el papel en la boca. Al cabo de unos instantes, Sara saco la oblea y la catalogo como prueba.

Siguio con el procedimiento y le pregunto:

– ?Quieres un poco de agua?

– No.

Mientras proseguia con sus manipulaciones, Sara sentia que los ojos de White seguian todos sus movimientos. Incluso cuando estaba en la repisa, de espaldas a el, percibia su mirada, como un tigre a punto de atacar.

Se le contrajo la garganta cuando comprendio que no podia seguir posponiendo el momento de tocarle. Bajo los guantes, sentia su piel calida, los musculos tensos y duros. Sara llevaba anos sin sacar sangre a nadie que no fuera un cadaver, y no encontraba la vena.

– Lo siento -dijo tras el segundo intento.

– No pasa nada -la disculpo White, con un tono afable que contradecia el odio de sus ojos.

Utilizando una camara de treinta y cinco milimetros, Sara filmo lo que parecian heridas defensivas en el antebrazo izquierdo. En la cabeza y en el cuello tenia cuatro aranazos superficiales, y una hendidura en forma de media luna, probablemente a causa de una una, detras de la oreja izquierda. Tenia magullada la zona en torno a los genitales, y el glande rojo e irritado. En la nalga izquierda habia un pequeno aranazo, y otro mas grande en la zona lumbar. Sara hizo que Jeffrey acercara una regla a las heridas mientras ella las fotografiaba una a una con una lente macro.

– Necesito que te tiendas sobre la mesa -le pidio Sara.

Se dirigio a la repisa, dandole la espalda. Desdoblo una pequena hoja de papel blanco y dio media vuelta.

– Incorporate para que pueda ponerte esto debajo -dijo.

Ethan volvio a obedecerle, sin apartar los ojos de su rostro. Cuando le paso el peine por el vello pubico aparecieron varios pelos ajenos. Las raices aun estaban pegadas al tallo, lo que indicaba que habia sido arrancado del cuerpo. Con unas tijeras afiladas, le corto una zona enmaranada de vello de la parte interior del muslo, dejandola caer en un sobre y etiquetandola con la informacion apropiada.

Utilizo un hisopo humedo para obtener muestras de fluidos secos del pene y el escroto, apretando tanto las mandibulas que le dolieron los dientes. Le rasco las unas de las manos y de los pies, fotografiando una una rota del indice de la mano derecha. Cuando acabo el examen, la repisa estaba llena de pruebas que o se secaban con aire frio en el secador de muestras o se recogian en bolsas de papel para pruebas, que Sara habia sellado y etiquetado con una mano que ya no temblaba.

– Ya esta -dijo Sara, sacandose los guantes y dejandolos sobre la repisa.

Abandono la sala con paso ligero, sin correr. Brad y Keller aun estaban en el pasillo, pero paso junto a ellos sin decir palabra.

Sara regreso a la sala de reconocimiento vacia, y el miedo y la colera invadiendo cada centimetro de su cuerpo. Se inclino sobre el fregadero y abrio el grifo para echarse agua fria en la cara. La bilis se le pegaba a la garganta. Trago agua, con la esperanza que no le diera angustia. Aun sentia los ojos de Ethan a su espalda,

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