– Prestado -insistio Lena-. Te lo devolvere.

– Muy bien -asintio Nan, levantandose para limpiar el cuenco en el fregadero-. ?Vas a tomarte unos dias libres? Puedes quedarte aqui.

– Necesito contratar a un abogado para Ethan.

Nan dejo caer el cuenco en el fregadero.

– ?Te parece prudente?

– No puedo dejarle en la carcel -dijo Lena, sabiendo que las pandillas de negros matarian a Ethan en cuanto vieran sus tatuajes.

Nan volvio a sentarse a la mesa.

– No se si voy a darte dinero para eso.

– Lo sacare de donde sea -dijo Lena, aunque no sabia de donde.

Nan se la quedo mirando, boquiabierta. Por fin asintio.

– Muy bien. Iremos al banco cuando vuelva de trabajar.

– Gracias.

Nan tenia algo mas que decir.

– No he llamado a Hank.

– No quiero que lo hagas -insistio Lena-. No quiero que me vea asi.

– Ya te ha visto asi antes.

Lena le lanzo una mirada de advertencia, para que Nan comprendiera que ese asunto no admitia discusion.

– Muy bien -repitio Nan, y Lena se pregunto si lo decia para si-. Ahora tengo que irme a trabajar. Si tienes que salir hay otra llave junto a la puerta principal.

– No voy a ir a ninguna parte.

– Probablemente sea lo mejor -dijo Nan.

Miro el cuello de Lena, que esa manana no se habia mirado al espejo, pero que ya se imaginaba que debia de tener un aspecto lamentable. El corte de la mejilla estaba caliente, quizas infectado.

– Volvere a la hora de comer, a eso de la una -dijo Nan-. La semana que viene empezamos a hacer inventario, y tengo que hacer algunas cosas.

– Muy bien.

– ?Estas segura de que no quieres venir a la universidad conmigo? Podrias quedarte en la oficina. Nadie te veria.

Lena nego con la cabeza. No queria volver al campus nunca mas.

Nan rebusco en su bolsa de libros y saco un juego de llaves.

– Oh, casi se me olvida.

Lena no dijo nada.

– A lo mejor se pasa Richard Carter.

Lena farfullo una maldicion que, evidentemente, Nan nunca le habia oido a una mujer.

– Dios mio -dijo Nan.

– ?Sabe que estoy aqui?

– No, yo tampoco sabia que ibas a quedarte aqui. Le di la llave ayer por la noche, en la cena.

– ?Le diste la llave de tu casa? -pregunto Lena, incredula.

– Trabajo con Sibyl durante anos -le defendio Nan-. Ella confiaba en el.

– ?Para que viene?

– Para repasar algunas de sus notas.

– ?Sabe leer Braille?

Nan jugueteo con sus llaves.

– En la facultad hay un traductor. Aunque le llevara una eternidad.

– ?Que busca?

– Cualquiera sabe. -Nan puso los ojos en blanco-. Ya sabes lo reservado que puede ser.

Lena asintio, pero se dijo que era un comportamiento extrano incluso para Richard. Decidio averiguar que demonios queria antes de que se acercara a las notas de Sibyl.

– Es mejor que salga pitando -dijo Nan. Senalo la fibra de vidrio del brazo de Lena-. Deberias tener la muneca elevada.

Lena levanto el brazo.

– Tienes mi numero de la facultad. -Nan indico el teclado de la alarma-. Si quieres, aprieta el boton de stay.

– Muy bien -dijo Lena, aunque no tenia intencion de conectar la alarma.

Darle a una sarten con una cuchara seria mas eficaz.

– Te da veinte segundos para cerrar la puerta -dijo Nan. Como Lena no respondiera, ella misma apreto la tecla de stay-. El codigo es tu cumpleanos.

El teclado comenzo a hacer bip, contando los segundos que Nan tenia antes de salir por la puerta.

– Estupendo -repuso Lena.

– Llamame si me necesitas -dijo Nan-. Adios.

Lena cerro la puerta delantera y echo el cerrojo. Con una mano arrastro una silla y la empotro debajo del pomo para que Richard no la sorprendiera. Aparto la cortina y miro por la ventanita redonda de la puerta, viendo como Nan salia del aparcamiento marcha atras. Lena se sintio estupida por haber llorado delante de Nan la noche anterior, aunque se alegraba de haberla tenido cerca. Despues de todos esos anos, por fin comprendia lo que Sibyl habia visto en esa bibliotecaria que parecia tan poquita cosa. Al fin y al cabo, Nan Thomas no era tan mala.

Lena cogio el telefono inalambrico al pasar por la mesita de centro, de camino a la cocina. Encontro las Paginas Amarillas en el cajon que habia junto al fregadero y se sento a la mesa. Habia cinco paginas de abogados, y todos los anuncios eran horteras y con mucho color. Los titulares suplicaban a todos aquellos que habian sufrido un accidente de coche o deseaban obtener una pension de invalidez «POR FAVOR, LLAME AHORA».

El anuncio de Buddy Conford era el mas grande. Habia una foto del astuto cabron con un bocadillo de tebeo que le salia de la boca con las palabras «?Llameme antes de hablar con la policia!» escrito con gruesas letras rojas.

El susodicho respondio tras el primer pitido.

– Buddy Conford.

Lena se mordio el labio, abriendose otra vez el corte. Buddy era un tendencioso cabron que consideraba que todos los policias eran unos corruptos, y en mas de una ocasion habia acusado a Lena de utilizar metodos ilegales. Le habia frustrado varios casos basandose en estupidos tecnicismos.

– ?Hola? -dijo Buddy-. Bien, cuento hasta tres. Uno… dos…

Lena se obligo a decir:

– Buddy.

– Si, al habla. -Como ella no dijera nada, le insto-: Hable.

– Soy Lena.

– ?Puede repetirlo? -dijo-. Querida, casi no la oigo.

Lena se aclaro la garganta, intentando alzar la voz.

– Soy Lena Adams.

El abogado emitio un leve silbido.

– Vaya, que me aspen -dijo-. Oi que estabas en la trena. Pense que era un rumor.

Lena se presiono tanto el labio que se hizo dano.

– ?Que se siente al estar en el otro lado de la ley, socia?

– Que te jodan.

– Ya discutiremos luego mi tarifa -dijo Buddy, con una risita. Disfrutaba de la situacion mas de lo que Lena habia pensado-. ?Cuales son los cargos?

– Ninguno -le dijo Lena, diciendose que eso podia cambiar en cualquier momento, dependiendo de que dia tuviera Jeffrey-. Es para otra persona.

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