La pantalla de television volvio a mostrar a la multitud de Times Square. Estaban como congelados en sus lugares, atontados, inmoviles. Las gigantescas pantallas de television alrededor de la plaza habian mostrado la misma informacion, y ahora una de ellas, la del canal de educacion publica, estaba mostrando un dibujo del avion cohete acercandose a la estacion espacial. El avion desaparecio en un relampago de luz enceguecedora.

—Trabajan con rapidez, los bastardos…

La escena cambio a un comentarista de television que estaba en la calle, tibiamente envuelto en un traje calefaccionado electricamente. Tres policias bien armados estaban detras de el.

—La multitud aqui parece atontada, bombardeada, totalmente incapaz de creer en esta subita y tragica noticia —dijo por el microfono que tenia en los labios.

Luego se produjo un griterio y un movimiento de la multitud. La imagen se interrumpio y volvio a la camara mas alta, sobre uno de los edificios alrededor de la plaza, pero la voz del comentarista continuo diciendo:

—Se ha producido un gran griterio. No se si ustedes pueden entender lo que estan diciendo. Es mas bien grosero la mayor parte de lo que gritan. El espiritu de lo que dicen es mas o menos: “Los rebeldes selenitas han matado a cien americanos”. Hay furia aqui. Autentica furia.

Kinsman oyo claramente el agudo y penetrante grito de una mujer:

—?Los bastardos estan en el edificio de las Naciones Unidas!

—La muchedumbre comienza a moverse —estaba diciendo el comentarista.

—Pronto estaran aqui —dijo Kinsman.

Colt asintio con la cabeza.

—Estan comenzando a salir de la plaza. Y la policia militar no les impide hacerlo.

La policia no hizo nada cuando la muchedumbre comenzo a abandonar Times Square. Las imagenes de la television cambiaron, mostrando escenas similares en todo Manhattan.

Kinsman intento sentarse.

—Frank… tenemos que llegar al avion cohete. Ahora.

El dolor aumento dentro de el. Era como si rieles de acero ardiendo le cruzaran el pecho, los brazos, y luego por todo el cuerpo. ?No!, grito dentro de si. ?Todavia no! Pero no podia ver nada. Todo se volvio negro.

A la distancia oyo la voz alarmada de Landau:

—Es demasiado… demasiado…

VIERNES 31 DE DICIEMBRE DE 1999, 23:58 HT

Habia algo que lo hacia sacudirse. Un murmullo como un quejido le hacia vibrar los huesos. No podia moverse. Sentia que su cuerpo estaba adherido a alguna cosa.

Una voz… ?La de Marrett? La voz gritaba por sobre el ruido de un motor.

—Les dije que les dariamos la mas seca de las malditas primaveras que jamas se haya visto en el continente. Y lo haremos. De Paolo esta hablando por telefono con el presidente en este momento.

Kinsman se esforzo por abrir los ojos. Fue todo un esfuerzo de voluntad. Su cabeza estaba vuelta hacia una pequena ventana. Comenzo a comprender lentamente en su nebuloso cerebro: helicoptero. Los recogieron con un helicoptero en el techo.

—…De modo que comenzaron a buscarme. Hugh aparecio en medio de la fiesta con un escuadron entero de la policia de seguridad de las Naciones Unidas. ?La mitad de la gente creyo que era un allanamiento por drogas!

Kinsman trato de ver la escena afuera. Aun era de noche. Las luces de la ciudad pasaban por debajo de ellos. A la distancia se veia el rio, los rascacielos…

?Oh, Dios mio!

Fuego. Las llamas subian, reflejandose doblemente en el rio y en los cristales del edificio de la Secretaria General de la ONU. Lo estan quemando, estan quemando el edificio de las Naciones Unidas…

—El fuego es cada vez peor —dijo alguien.

La voz de Marrett respondio:

—Por supuesto. Los malditos bomberos no pueden acercarse a causa del gentio.

—Que tontos somos los mortales… —Era la voz de Harriman. Se la oia muy cansada, muy deprimida.

—?Eh, ya es medianoche!

—Fantastico.

—Feliz maldito Ano Nuevo.

El murmullo de voces continuo, pero Kinsman no podia prestar atencion. Estaba observando el edificio de las Naciones Unidas, que era devorado por las llamas.

El dolor vino, se fue, y volvio nuevamente. Podia sentir como serpenteaba dentro de su cuerpo. Eran tentaculos de hierro caliente que se deslizaban a traves de sus venas y sus arterias, recorriendolo todo, explorando, buscando. Al llegar a las finas redes de los vasos capilares el dolor se desparramaba. Lo sentia, sabia que estaba ahi, aun cuando el cerebro insistia en que las drogas estaban suprimiendo el dolor. Si, pero igualmente puedo sentirlo, extendiendose cada vez mas.

La voz de Harriman surgio en medio del silencio total.

—Es De Paolo. Se reuniran manana. El presidente vendra a Nueva York para observar los danos. De Paolo pide que le digamos a Chet que los edificios pueden ser reconstruidos. Al igual que las instituciones. Mas fuerte de lo que eran antes.

Pero tendremos que ser tan cuidadosos, respondio Kinsman silenciosamente para si. Sera muy facil convertirlo en una dictadura. Tenernos que preservar las libertades humanas; de otro modo no servira de nada.

Lo estaban moviendo. Sintio que lo levantaban, que lo reubicaban. Cuidadosamente. Tan cuidadosamente como un fragil tesoro. Como un fosil.

Presion, y el apagado trueno de los motores de los cohetes. El dolor se encendio ahora en todo el cuerpo, despertandolo.

Frank Colt estaba sentado junto a su litera, meditabundo. Kinsman le tomo el brazo.

—Hay tanto para hacer, Frank… —su voz era la de un anciano que agoniza.

—Vamos, Chet, tranquilizate, hombre. —Hasta la voz de Frank sonaba extrana.

—Tengo que… Escucha, Frank, tenemos que hacer todo lo que podamos. Tenemos que dejar las puertas abiertas para la raza humana…

—Seguro, muchacho. No te excites.

Ahora habia otros que lo rodeaban. Sombras.

—Frank, podemos extraer materias primas de la Luna. Podemos desarrollarla… Hay un sistema solar entero de fuentes naturales… Nadie tiene que sufrir hambre, o ser pobre. ?Podemos hacerlo! Podemos hacer que funcione bien…

—Si, por supuesto.

—Tu lo comprendes, Frank. Sabes lo que quiero decir. Puedo dejartelo a ti, ?verdad?

Asintio con la cabeza, mientras alguien apartaba la mano de Kinsman.

—Lo se —dijo Colt—. Ya he estado pensando en eso. Me ocupare de que todo sea hecho. No te preocupes. Descansa ahora.

—Bien —dijo Kinsman—. Bien. Sabes como lograrlo. Extraer los minerales de la Luna. Hay un universo de riquezas ahi. Y tambien los asteroides. Abundante energia … todo lo que necesitemos… para todo el mundo…

Alguien, Landau probablemente, puso una aguja en su brazo.

Flotando. Estaba flotando. Las voces resonaban levemente alrededor de el. Nuevamente lo estaban moviendo, pero ahora era como si estuviera en el mar.

No te alejes demasiado, Chester. La marea esta alta.

Si, mama… Esta alta como el demonio.

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