invernaculos, establos y cobertizos? No seria Mebbekew, desde luego, quien desdenaba los quehaceres cotidianos. Y los hombres no aceptarian ordenes de Issib, a quien trataban con ternura y piedad, pero no con respeto.

—No, Padre dejo a Rash a cargo —dijo Issib—. Tal vez Rash haya dormido esta noche en el cobertizo de plantas polares. Pero sabes que Padre nunca se marcha sin cerciorarse de que todo esta en orden.

Elemak miro de soslayo a Nafai.

—Solo me preguntaba por que algunos se han puesto tan altaneros.

Entonces Nafai comprendio: la pregunta de Elemak era en realidad un cumplido tacito. Se preguntaba si Padre lo habia dejado al mando en su ausencia. Y obviamente no le gustaba que Nafai se hiciera cargo del negocio familiar de plantas exoticas.

—No me interesa vender vegetales —dijo Nafai—, por si eso te preocupa.

—No me preocupa. ?Y no es hora de ir a la escuela de mama? Estara inquieta por si han asaltado y aporreado a su pequenin.

Nafai sabia que era preferible hacer oidos sordos, no provocar a Elemak. No le interesaba enemistarse con el. Pero justamente porque lo admiraba, porque deseaba imitarlo no pudo contener una replica. Enfilando hacia la puerta del patio, se volvio para decir:

—Tengo ambiciones mas altas que merodear por ahi disparando contra salteadores, durmiendo con camellos y llevando plantas de la tundra al tropico y plantas del tropico a los glaciares. Puedes quedarte con tu jueguito.

Elemak se levanto de golpe, haciendo volar la silla, y en dos zancadas se abalanzo sobre Nafai para aplastarle el rostro contra el dintel. Dolia, pero a Nafai no le importaba el dolor ni el miedo de salir mal parado. En cambio sentia una extrana sensacion de triunfo. Le he hecho perder los estribos. Ni siquiera se molesta en fingir lo contrario.

—Ese jueguecito, como tu lo llamas, ha pagado todo lo que tienes y todo lo que eres. Si no fuera por el dinero que traemos Padre, Rash y yo, ?crees que alguien te miraria en Basilica? ?Crees que tu madre tiene tanto honor como para legarlo a los hijos varones? Si crees eso no sabes como funciona el mundo. Tu madre podra brindar mucho prestigio a sus hijas, pero lo unico que una mujer puede hacer por un hijo varon es convertirlo en sabio. —Escupio la palabra con desprecio—. Y creeme, pequenin, solo seras eso. No se por que el Alma Suprema se molesto en darte un miembro, nena, si cuando crezcas lo unico que necesitaras en este mundo es lo que tiene una mujer.

Nafai supo nuevamente que debia guardar silencio y dejar que Elemak se quedara con la ultima palabra. Pero la replica le salio por los labios en cuanto se formo en su mente.

—?Llamarme mujer es un modo sutil de insinuarme que te gusto? Es evidente que has pasado demasiado tiempo en el desierto, si empiezas a considerarme irresistible.

Elemak lo solto al instante. Nafai dio media vuelta, pensando que Elemak se reiria y restaria importancia a un par de bromas que se les habian ido de las manos. En cambio su hermano estaba rojo y resollaba como un animal dispuesto a embestir.

—Largate de esta casa —dijo Elemak—, y no regreses mientras yo este aqui.

—No es tu casa —senalo Nafai.

—La proxima vez que te vea te matare.

—Vamos, Elya, sabes que solo bromeaba. Issib floto jovialmente entre ambos y rodeo los hombros de Nafai con brazos torpes.

—Llegaremos tarde a la ciudad, Nyef. Madre se preocupara de veras.

Esta vez Nafai tuvo el buen tino de cerrar el pico. Sabia contener la lengua, aunque nunca se acordaba de hacerlo a tiempo. Ahora Elemak estaba furioso. Lo estaria durante dias. ?Donde dormire si no puedo ir a casa?, se pregunto Nafai. De inmediato tuvo un subito recuerdo donde una imagen de Eiadh le susurraba: «?Por que no pasas la noche en mi habitacion? A fin de cuentas, un dia seremos companeros. Una mujer prepara a sus sobrinas favoritas para que sean companeras de sus hijos, ?verdad? Lo supe desde que te conoci, Nafai. ?Para que aguardar mas tiempo? A fin de cuentas, ?no eres el ser humano mas estupido de Basilica?»

Nafai desperto de su ensonacion al comprender que quien le hablaba era Issib, no Eiadh.

—?Por que insistes en provocarlo asi, sabiendo que a veces Elemak te mataria?

—Pienso cosas y las digo cuando no debo —dijo Nafai.

—Piensas cosas estupidas y eres tan bobo que las dices siempre.

—No siempre.

—?Que? ?Quieres decir que hay cosas aun mas estupidas que te callas? ?Que cabeza tienes! ?Un tesoro! — Issib flotaba llevandole la delantera. Siempre hacia lo mismo cuando subian por el camino del risco, olvidando que los demas tenian que haberselas con la gravedad.

—Elemak me cae bien —suspiro Nafai—. No entiendo por que no le soy simpatico.

—Un dia le pedire que te confeccione una lista —dijo Issib—. La pegare al final de la mia.

2. EN CASA DE MADRE

El camino que iba de la casa Wetchik a Basilica era largo pero ellos lo conocian bien. Hasta los ocho anos, Nafai habia hecho el viaje en direccion contraria, cuando Madre los llevaba a el e Issib a casa de Padre para las vacaciones. En esos dias era magico estar en una morada de hombres. Padre, con su melena blanca, les parecia casi un dios. De hecho, hasta los cinco anos, Nafai habia pensado que Padre era el Alma Suprema. Mebbekew, solo seis anos mayor que Nafai, siempre habia sido socarron y fastidioso, pero en esa epoca Elemak se mostraba amable y jugueton. Diez anos mayor que Nafai, Elya ya tenia talla de adulto en los primeros recuerdos de Nafai acerca de la casa Wetchik; pero en vez del aspecto etereo de Padre, tenia trazas de luchador, un hombre que era amable solo porque le venia en gana, no porque rehuyera la violencia. En esos dias Nafai habia rogado que lo liberasen de la casa de Madre y lo dejaran vivir con Wetchik y Elemak. Soportar a Mebbekew seria el precio inevitable por vivir en la morada de los dioses.

Madre y Padre le explicaron por que no lo liberaban de su educacion.

—Los ninos que van a vivir con el padre a esta edad son los menos promisorios —dijo Padre—. Los que son demasiado violentos para permanecer en una casa de estudios, demasiado irrespetuosos para vivir en una casa de mujeres.

—Y los mas tontos van a vivir con el padre a los ocho anos —anadio Madre—. Aparte de los rudimentos de lectura y aritmetica, ?de que le sirve el aprendizaje a un hombre estupido?

Aun ahora, al recordar, Nafai sentia un hormigueo de placer, pues Mebbekew se jactaba de que el, a diferencia de Nyef e Issya, y Elya en sus tiempos, habia ido a casa de su padre a los ocho anos. Nafai estaba seguro de que Meb cumplia todos los requisitos para ingresar tempranamente en la casa de los hombres.

Asi lograron persuadir a Nafai de que le convenia quedarse con la madre. Tambien habia otras razones — hacerle compania a Issib, el prestigio del hogar de su madre, la asociacion con sus hermanas—, pero fue la ambicion lo que hizo que Nafai se alegrara de quedarse. Soy un chico promisorio. Sere valioso para la tierra de Basilica, quiza para el mundo entero. Tal vez un dia mis escritos sean enviados al cielo para que el Alma Suprema los comparta con gentes de otras ciudades y otros idiomas. Tal vez un dia sea uno de los grandes cuyas ideas se almacenan en cristal y se guardan en un archivo, para ser leidas durante el resto de la historia humana como uno de los gigantes de Armonia.

Aun asi, como habia rogado tan fervientemente que le permitieran vivir con Padre, desde los ocho hasta los trece anos el e Issib pasaban casi todos los fines de semana en casa de Wetchik, y se familiarizaron tanto con ella como con la casa que Rasa tenia en la ciudad. Padre les exigia que trabajaran con ahinco, experimentando lo que hace un hombre para ganarse la vida, de modo que sus fines de semana no eran festivos. «Estudias seis dias, trabajando con la mente mientras tu cuerpo se toma vacaciones. Aqui trabajaras en los establos e invernaculos, trabajando con el cuerpo mientras tu mente aprende la paz que proviene del trabajo honesto.»

Asi hablaba Padre, una especie de continua perorata. Madre decia que adoptaba este tono porque no sabia hablar naturalmente con los ninos. Pero Nafai habia oido suficientes conversaciones adultas para saber que Padre hablaba asi con todos excepto con Rasa. Padre nunca estaba a sus anchas, nunca era el mismo con nadie; pero con los anos Nafai tambien aprendio que Padre, por muy pomposo y grandilocuente que fuera, no era tonto; sus

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