olor a cebollas que escocia en los ojos—. Todo esto es pura apariencia. Venimos al refectorio, y cada cual hace aparecer por encantamiento lo que tiene ganas de comer. Ademas, asi se ahorra el lavado de los platos.
—Si, ya veo —dijo Arren, cumplidamente.
—Desde luego, los novicios que aun no han aprendido los encantamientos pierden mucho peso en los primeros meses; pero aprenden. Hay un muchacho de Havnor que siempre trata de conseguir pollo asado, pero todo lo que obtiene son gachas de mijo. Sus sortilegios, por lo visto, no dan para mas. Ayer, sin embargo, consiguio un bacalao seco para acompanarlas. —Albur empezaba a ponerse ronco tratando de arrancar a Arren una protesta de incredulidad. Renuncio, y callo.
—?Donde… de que pais viene el Archimago? —dijo el huesped, sin siquiera echar una mirada a la soberbia galeria que atravesaban en ese momento, con el Arbol de las Mil Hojas tallado en el techo y los muros.
—Gont —dijo Albur—. Alli era un aldeano pastor de cabras.
Solo ahora, ante esa verdad llana y por todos conocida, el joven de Enlad se volvio y miro a Albur con desaprobacion e incredulidad. —?Un pastor de cabras?
—Como la mayoria de los gontescos, a menos que sean piratas o hechiceros. ?No he dicho que fuese ahora pastor de cabras!
—Pero, ?como pudo un cabrerizo llegar a Archimago?
—?De la misma manera que podria llegar un principe! Viniendo a Roke y sobrepasando a todos los Maestros, y robando el Anillo en Atuan, y navegando por el Paso de los Dragones, y siendo el mas grande de los magos desde los tiempos de Erreth-Akbe… ?De que otra manera?
Salieron de la galeria por la puerta norte. El atardecer se tendia calido y luminoso sobre las colinas roturadas y sobre los tejados de Zuilburgo, y mas alla, por encima de la bahia. Albur dijo, deteniendose: —Claro que todo eso ocurrio hace mucho tiempo. No ha hecho gran cosa desde que fue nombrado Archimago. Siempre es asi con los Archimagos. Se quedan en Roke y cuidan del Equilibrio, supongo. Y es muy viejo, ahora.
—?Viejo? ?Que edad tiene?
—Oh, cuarenta o cincuenta.
—?Tu lo has visto?
—Claro que lo he visto —replico Albur con irritacion. El soberano idiota parecia ser, ademas, un soberano petulante.
—?Con frecuencia?
—No. No se deja ver. Pero lo vi cuando llegue a Roke, en el Patio del Manantial.
—Alli mismo he hablado hoy con el —le dijo Arren.
Albur lo miro, sorprendido por el tono de Arren.
—Eso fue hace tres anos —continuo—. Y yo estaba tan asustado que en realidad no lo mire ni una sola vez. Claro que yo era muy joven. Pero alli es dificil ver las cosas con claridad. Me acuerdo sobre todo de su voz, y del murmullo de la fuente. —Al cabo de un momento agrego—: Tiene sin duda un acento gontes.
—Si yo pudiera hablar con los dragones en su propia lengua —dijo Arren—, no me preocuparia por mi acento.
Albur lo miro otra vez, como aprobando, y pregunto: —?Has venido aqui para ingresar en la Escuela, Principe?
—No. He traido un mensaje de mi padre para el Archimago.
—Enlad es uno de los Principados del Reino, ?no es asi?
—Enlad, Ilien, y Way. Havnor y Ea, en otros tiempos, pero la dinastia de los reyes se ha extinguido en esas comarcas. La dinastia de Ilien se remonta a Gemal Nacido-del-Mar hasta llegar a Maharion. La de Way, a Akambar y la Casa de Shelieth. Enlad, la mas antigua, se remonta a Morred y se continua con Serriadh, hijo de Morred, y con la Casa de Enlad.
Arren recito estas genealogias con un aire sonador, como un avezado erudito cuya mente esta ocupada en otra cosa.
—?Crees que volveremos a ver un rey en Havnor, en vida nuestra?
—Nunca lo he pensado mucho.
—En Ark, de donde yo vengo, la gente lo piensa. Ahora somos parte del Principado de Ilien, sabes, desde que se concerto la paz. ?Cuantos anos han pasado? Diecisiete… dieciocho, desde que el Anillo de la Runa de los Reyes fuera restituido a la Torre de los Reyes de Havnor. Las cosas marcharon mejor durante un tiempo, pero ahora estan peor que nunca. Es hora de que haya de nuevo un rey en el trono de Terramar, un rey que empune el Signo de la Paz. La gente esta cansada de guerras y correrias, de mercaderes que sobrecargan los precios y de principes que imponen demasiados tributos, y de toda la confusion de los poderes desenfrenados. Roke guia, pero no puede gobernar. El Equilibrio se mantiene aqui, pero el Poder tendria que estar en manos de un rey.
Albur hablaba con sincero interes, dejando de lado todas las bufonadas, y termino por atraer la atencion de Arren. —Enlad es un pais rico y pacifico —dijo lentamente—. Nunca se ha inmiscuido en esas rivalidades. Nos llegan noticias de los conflictos en otras comarcas. Pero no ha habido un rey en el trono de Havnor desde la muerte de Maharion, ochocientos anos atras. ?Aceptarian los paises un nuevo rey?
—Si trajera paz y fuerza; si Roke y Havnor lo reconociesen.
—Y hay una profecia que aun ha de cumplirse, ?no es verdad? Maharion predijo que el proximo rey seria un mago.
—El Maestro de Cantos, un havnoriano, interesado en el asunto, desde hace tres anos nos repite a cada rato las palabras de Maharion:
—Un mago, por lo tanto.
—Si, puesto que solo un hechicero o un mago podria cruzar el tenebroso pais de los muertos y luego regresar. Aunque en verdad no lo cruzan. Al menos, siempre hablan de esa comarca como si tuviese una sola frontera, y mas alla se extendiesen las tierras sin fin. ?Que son, entonces,
Pero Arren lo miraba con simpatia y pensaba: «El sentiria por ese rey lo mismo que siento yo ahora por el Archimago». En voz alta, dijo: —Un rey necesitaria tener siempre cerca a hombres como tu.
Permanecieron un rato en silencio, pensativos, pero juntos, hasta que un gong resono en la Casa Grande detras de ellos.
—?Al fin! —dijo Albur—. Lentejas y sopa de cebollas esta noche. Ven.
—Me parecio oirte decir que no se cocinaba aqui, en la Escuela —le dijo Arren, siempre sonador, siguiendolo.
—Oh, algunas veces… por error…
Ninguna magia habia intervenido en aquella comida, muy sustanciosa por cierto. Despues de la cena, salieron a caminar por los prados en el suave azul del crepusculo. —Este es el Collado de Roke —dijo Albur mientras empezaban a subir por una colina redondeada. La hierba humeda de rocio les rozaba las piernas, y abajo, en el pantanoso Riacho de Zuil, un coro de sapos pequenos daba la bienvenida a los primeros calores y a las mas cortas noches estrelladas.
Habia un misterio en ese suelo. Albur dijo en voz baja: —Esta colina fue la primera que emergio de los mares, cuando se pronuncio la Primera Palabra.
—Y sera la ultima en sumergirse, cuando todas las cosas sean deshechas —dijo Arren.
—Por lo tanto, un lugar seguro para estar —dijo Albur, luchando contra el miedo; pero al instante grito, sobrecogido—: ?Mira! ?El Boscaje!
Al sur del Collado un gran halo de luz iluminaba la tierra, como si estuviese saliendo la luna, pero la delgada luna nueva ya se ponia en el oeste, del otro lado de la cresta de la colina; y habia un aleteo en este resplandor, como hojas que se movian en el viento.
—?Que es eso?
—Viene del Bosque… los Maestros han de estar alli. Dicen que asi brillo, como un claro de luna, cuando se reunieron hace cinco anos, para elegir al Archimago. Pero ?por que se habran reunido ahora? ?Seran las noticias