Fruncio el ceno y dio la vuelta para mirar la puerta que tenia detras. Descubrio una campanilla suspendida del marco en un lugar en que la puerta principal tendria que haberla movido al cerrarse. Habia sido apartada silenciosamente por la mosquitera mas pequena. Extendio el brazo y doblo la abrazadera hacia dentro. Su gesto no consiguio que la campanilla sonara; se quedo mirandola con expresion molesta. Tuvo la idea de rozar la campanilla; pero bajo la mano y echo otra vez un vistazo. Un numero de coches paso a ambos lados de la carretera en rapida sucesion.
Habia depositado la chaqueta sobre la tapa de una nevera de Coca-Cola. La recogio, abrio la tapa y observo las botellas del interior. Todas eran de marcas locales, con un color naranja brillante y un rojo vidrioso, cubiertas hasta arriba de agua sucia. Algunas de ellas habian perdido las etiquetas de papel. Un trozo de hielo, modelado hasta convertirse en algo parecido a la cabeza de una rata gigante, flotaba en un rincon, manchado por el mismo tipo de sedimento que formaba posos en las botellas. Cerro de nuevo la tapa con un movimiento automaticamente controlado, y una vez mas no se produjo el suficiente ruido para que llegara hasta el cuarto trasero. Se quedo contemplando la nevera: cada uno de sus aranazos habia sido invadido por la herrumbre. Respiro profundamente. Miro hacia la puerta del cuarto.
Sono un ligero crujido de grava en el exterior cuando un coche se detuvo ante los surtidores de gasolina. Hawks escudrino desde detras de la mosquitera. Una muchacha que conducia un viejo coupe le devolvio la mirada a traves del hueco de la ventanilla bajada.
Hawks se volvio hacia el cuarto trasero. No se oia ningun ruido. Dio un paso en esa direccion y, molesto, abrio la boca y volvio a cerrarla.
La portezuela del coche se abrio y se cerro suavemente cuando salio la muchacha. Se acerco hasta la mosquitera y espio el interior. Era bajita, con el cabello negro, las facciones palidas y unos labios gruesos que, en ese momento, mientras se cubria los ojos con una mano, parecian un poco fruncidos por la indecision. Miro directamente a Hawks, y este se encogio a medias de hombros.
Abrio la puerta y sono la campanilla. Entro y le dijo a Hawks:
—Quisiera un poco de gasolina.
Desde el fondo de la estancia se escucho un movimiento repentino: un pesado crujir de muelles de cama y el arrastrar de unos pies que se acercaban. Hawks hizo un gesto vago en aquella direccion.
—Oh —comento la muchacha. Observo las ropas de Hawks y emitio una sonrisa de disculpa—. Perdoneme. Crei que trabajaba usted aqui.
Hawks sacudio la cabeza.
Un hombre gordo y un poco calvo, vestido con una camiseta y unos pantalones color caqui, con los pies hinchados embutidos en unas zapatillas de playa y mechones de cabello sudado y de un gris sucio aplastados en remolinos contra la cabeza, salio del cuarto trasero. Se masajeo las arrugas de la almohada que habian quedado impresas en su rostro y dijo con voz aspera:
—Estaba dando una cabezada. —Recorrio rapidamente el espacio que separaba las manos de ellos del mostrador, no vio nada y musito—: La gente podria robarme. —Carraspeo y se froto el cuello. Dirigiendose a ambos, pregunto—: ?Que desean?
—Este caballero estaba primero —indico la muchacha.
El hombre escruto a Hawks.
—?Ha estado esperando? No oi que llamara nadie. —Miro con suspicacia el pliegue de la chaqueta de Hawks que colgaba de su brazo; luego echo una ojeada a los estantes—. ?Cuanto tiempo lleva aqui?
—Solo quiero saber si pasa algun autobus que vaya a la ciudad.
—?Y pensaba esperar hasta que yo apareciera? Suponga que hubiera venido un autobus mientras se encontraba aqui. Se habria sentido bastante estupido, ?verdad?
Hawks suspiro.
—?
—Un monton, amigo. Pero ninguno se detiene para recoger pasajeros. Si viene de la ciudad, le dejan a usted donde quiera; sin embargo, no le recogen salvo que sea en una parada oficial. Son las reglas. ?No tiene coche?
—No, no tengo. ?A que distancia se halla la parada mas proxima?
—A unos dos kilometros carretera abajo, por alli. —Hizo un gesto con la mano—. En la gasolinera
Hawks se seco de nuevo el rostro.
—?Por que no le vende la gasolina a esta senorita mientras yo me lo pienso, en? —Sonrio fugazmente—. Puede registrarme cuando regrese.
El hombre se ruborizo. Sus ojos saltaron de Hawks a la puerta.
—?Ha estado jo…, tonteando con la campanilla? Disculpe el lenguaje, senorita.
—Si, la ajuste. Para que nadie pudiera entrar a hurtadillas sin que usted se diera cuenta.
—Tengo una escopeta recortada ahi atras que le haria atravesar la pared —murmuro el hombre. Miro con ojos centelleantes a Hawks y, luego, giro la cabeza hacia la muchacha—. ?Quiere un poco de gasolina, senorita? —Sonrio con una mueca—. La atiendo enseguida. —Se deslizo al lado de Hawks en direccion a la puerta; incomodo, mantuvo la mosquitera abierta para ella, sujetandola con un brazo blanco y fofo. Desde el umbral le dijo a Hawks—: Sera mejor que decida lo que piensa hacer, amigo: caminar, autostop, comprar algo…, no dispongo de todo el dia. —Le sonrio de nuevo a la muchacha—. Tengo que ocuparme aqui de la joven.
La muchacha le dirigio una forzada sonrisa a Hawks y dijo con voz suave, cuando paso a su lado:
—Disculpe.
Cuando llego a la puerta, rozo la cadera y el hombro izquierdo contra el marco para no tocar al propietario.
El hombre fruncio los labios en un gesto como de escupitajo detras de ella y, siguiendola, miro con ojos apreciativos y depravados la falda y la blusa.
Hawks observo desde la ventana mientras ella regresaba al coche y pedia veinticinco litros de gasolina normal. El hombre saco el inyector de la manguera del soporte y bajo la palanca del contador con un movimiento brusco del brazo. Permanecio cenudo delante del coche, con las manos en los bolsillos, mientras el surtidor automatico bombeaba gasolina en el deposito. Cuando la valvula de suministro automatico se cerro, en el momento en que el contador estaba en el litro veinticuatro, el hombre arranco de inmediato el goteante inyector y lo coloco de nuevo en el soporte. Arrugo el billete de cinco dolares que la muchacha le ofrecia por la ventanilla.
—Venga a la tienda a por su cambio —gruno, alejandose.
Hawks aguardo mientras el hombre se inclinaba sobre el mostrador y hurgaba en una caja que habia debajo. Entonces dijo:
—Yo le llevare el cambio a la senorita. —El hombre se incorporo y le miro con furia, con el dinero estrujado en su puno. Hawks contemplo a la muchacha, que tenia la mosquitera medio abierta y mostraba el rostro ligeramente tenso. Se dirigio a ella—. Le parece bien, ?verdad?
Ella asintio.
—Si —acepto nerviosa.
El hombre metio el cambio en la palma de Hawks. Este lo miro.
—?Es que no es lo correcto por veinticinco litros, senor? —inquirio el hombre, con tono beligerante—. ?Quiere echarle un vistazo y ver lo que pone en el maldito contador?
—No es lo correcto para cuatro decimas menos de veinticinco litros. Estuve observando.
Hawks siguio inmovil delante del hombre, que de repente se volvio y rebusco una vez mas en la caja. Le dio a Hawks el resto del cambio.
—Viene aqui y provoca a un hombre en su misma tienda —musito con aliento contenido—. Vamos…, larguese, usted no quiere comprar nada.
Dio media vuelta y se dirigio al cuarto trasero.
Hawks salio al exterior y le dio el cambio a la muchacha. Cuando la mosquitera se cerro tras el, la campanilla sono. Sacudio la cabeza.
—Yo hice que se comportara asi. Le irrite. Lamento que haya sido tan desagradable con usted.
La muchacha habia traido con ella el monedero y estaba guardando el dinero.
—Usted no es responsable de lo que es el. —Sin alzar el rostro, ofrecio con cierto esfuerzo—: ?Necesita…,