a un sitio de interes para mi.

»Pero entonces entro en un pequeno piso doble y dio muerte a una mujer. Esto lo hizo con suma rapidez, sin nada de placer; y, una vez que hubo terminado, saco a un nino de su cuna, lo arropo suavemente con una manta de lana azul y volvio a salir a la calle.

»Apenas una o dos manzanas despues, se detuvo ante una reja de hierro cubierta de hiedra que cerraba un gran jardin descuidado. Pude divisar una casa vieja detras de los arboles, oscura, con la pintura descascarada, y con las ornadas barandillas de las galerias superior e inferior llenas de herrumbre color naranja. Parecia una casa maldita, rodeada por muchas casas pequenas, y sus altos ventanales vacios daban a lo que debia ser un conjunto caotico de techos bajos, una tienda en la esquina y un pequeno bar al lado. Pero el terreno ancho y oscuro protegia de algun modo a la casa de estas cosas y tuve que caminar a lo largo de las rejas bastantes metros hasta que, por ultimo, pude ver un debil resplandor en una de las ventanas inferiores, a traves de las espesas ramas de los arboles. El vampiro habia entrado por la puerta. Yo podia oir el llanto del nino. Y luego nada. Lo segui, subiendo facilmente las viejas rejas, cayendo en el jardin y yendo en silencio hasta el porche central.

»Fue una escena sorprendente la que vi cuando me asome a una de esas ventanas. Porque, pese al calor de ese anochecer sin la menor brisa, cuando la galeria, a pesar de sus tablones rotos y retorcidos, hubiera sido el unico sitio tolerable para un ser humano o un vampiro, vi un fuego en la chimenea de la sala, y todas las demas ventanas estaban cerradas. El vampiro joven estaba contandole algo a otro vampiro que lo escuchaba sentado al lado del fuego. Sus dedos temblorosos tiraban una y otra vez de las solapas de su raida bata azul. Y aunque un cordon de luz electrica colgaba del techo, solo una lampara de queroseno agregaba su luz mortecina al fuego, una lampara que estaba al lado del nino lloroso sobre una mesa.

»Abri los ojos mientras estudiaba a ese vampiro jorobado y tembloroso cuyo abundante cabello rubio caia cubriendole el rostro. Me puse a limpiar el polvo del vidrio de la ventana, lo que me confirmaria en mis sospechas.

»—?Todos me abandonais! —dijo con una voz chillona y debil.

»—?No nos puedes mantener contigo! —dijo secamente el rigido vampiro joven; tenia las piernas cruzadas, y los brazos tambien sobre su pecho delgado, y miraba con desden la habitacion vacia y polvorienta—. Oh, calla —dijo al bebe, que dejo escapar un grito—. ?Basta, basta!

»—La lena, la lena —dijo febrilmente el vampiro rubio y, cuando le hizo una senal al otro para que le acercara un leno, vi clara, indudablemente, el perfil de Lestat, esa piel suave ahora desprovista de la mas leve huella de sus antiguas cicatrices.

»—Si solamente salieras de aqui —dijo, enfadado, el otro, tirando un leno al fuego—. Si cazaras algo que no fueran estos animales miserables… —y miro alrededor con asco; vi entonces, en las sombras, los pequenos cuerpos peludos de varios gatos, echados en el polvo; algo realmente sorprendente, porque un vampiro no puede soportar estar cerca de sus victimas muertas, del mismo modo en que cualquier mamifero no puede estar en un lugar donde ha dejado sus despojos—. ?Sabes acaso que es verano? —pregunto el joven; Lestat simplemente se frego las manos; termino el llanto del nino—. Ocupate de este; tomalo para que se te vaya el frio.

»—?Podrias haberme traido otra cosa! —dijo amargamente Lestat. Y, cuando miro al nino, vi sus ojos entornados contra la luz opaca de la lampara. Senti una emocion de reconocimiento en esos ojos, incluso en la expresion, debajo de la sombra del amplio rizo de sus cabellos rubios. ?Y, sin embargo, tener que oir esa voz quebrada y lastimera, tener que ver esa espalda temblorosa y jorobada! Casi sin pensarlo, golpee fuerte en el vidrio. De inmediato, el vampiro joven adopto una expresion dura y cruel, pero yo simplemente le hice un gesto para que abriera la puerta. Y Lestat, aferrado en su bata hasta el cuello, se levanto de su silla.

»—?Es Louis! ?Louis! —dijo—. Dejale entrar. —E hizo unas gesticulaciones freneticas, como un invalido, para que el joven “enfermero” lo obedeciera.

»Tan pronto como se abrio la puerta, oli el hedor de la habitacion y senti el calor abrumador. Los movimientos de los insectos sobre los animales podridos asquearon mis sentidos, de modo que retrocedi contra mi voluntad, pese a los gestos de Lestat para que me acercara. Alli, en el rincon mas lejano, estaba el ataud donde dormia; vi la laca descascarada de la madera, medio cubierta de periodicos amarillos. Habia huesos en todos los rincones, casi vacios salvo por pedazos de cuero y piel. Lestat me estrecho las manos con las suyas resecas, atrayendome hacia el y hacia el calor. Pude ver que tenia los ojos llenos de lagrimas; y, unicamente cuando estiro la boca en una extrana sonrisa de felicidad desesperada cercana al dolor, pude ver leves huellas de las antiguas cicatrices. ?Que confuso y feo era este hombre inmortal de rostro pulido y brillante que se agachaba y hablaba tontamente, y chillaba como una vieja acartonada!

»—Si, Lestat —dije en voz baja—, he venido a verte.

»Le empuje las manos con suavidad, lentamente, y me acerque al bebe que ahora lloraba desesperadamente, tanto de miedo como de hambre. Tan pronto como lo levante y le solte la manta, se tranquilizo un poco, y luego lo acaricie y lo meci. Lestat me susurraba ahora con palabras rapidas, medio articuladas, que no podia comprender; las lagrimas le corrian por las mejillas y el vampiro joven en la ventana abierta tenia una expresion de disgusto en la cara y una mano en el picaporte de la puerta, como si se dispusiera a abrirla en cualquier instante.

»—Entonces, tu eres Louis —dijo el joven vampiro. Esto parecio aumentar la inexpresable excitacion de Lestat, y se limpio, frenetico, las lagrimas con el borde de la bata.

»Una mosca se poso en la frente del bebe e, involuntariamente, abri la boca cuando la aprete con dos dedos y la tire muerta al suelo. El crio dejo de llorar. Me miraba con ojos extraordinarios azules, y una sonrisa que crecio mas luminosa que una llamarada. Jamas he matado algo tan tierno, tan inocente, y tome conciencia de ello cuando tenia a ese nino en mis brazos, con una extrana sensacion de pesar, mas fuerte que la que me habia abrumado en la rue Royale. Y, meciendo suavemente al nino, agarre la silla del vampiro joven y tome asiento.

»—No trates de hablar… Esta bien —dije a Lestat, que se dejo caer en su silla y estiro las manos para agarrarse de las solapas de mi chaqueta con ambas manos.

»—Pero estoy tan contento de verte —tartamudeo entre sus lagrimas—. He sonado con tu llegada… llegada —dijo. Y entonces hizo una mueca, como si sintiera un dolor que no podia identificar, y una vez mas aparecio en sus facciones el mapa fino de sus cicatrices. Miro para otra parte y se llevo una mano al oido, como si quisiera defenderse de algun ruido terrible.

»—Yo no… —empezo a decir, y entonces sacudio la cabeza; se le nublaron los ojos cuando los abrio tratando de enfocarme con ellos—. No quise que lo hicieran, Louis… Se lo dije a Santiago… Ese, ?sabes?, no me dijo lo que pensaba hacer.

»—Ya ha pasado, Lestat —dije.

»—Si, si —sacudio violentamente la cabeza—. El pasado. Ella jamas tendria que… ?Por que, Louis? Tu sabes… —Sacudio la cabeza: su voz parecia ganar volumen, ganar un poco de resonancia con el esfuerzo—. Ella jamas tendria que haber sido una de nosotros, Louis —y se golpeo el pecho con el puno—. Solamente nosotros.

»“Ella.” Me parecio entonces que jamas habia existido. Que habia sido un sueno ilogico y fantastico que me era demasiado precioso y personal como para confiarlo a alguien. Y eso habia desaparecido hacia tiempo. Lo mire. Lo observe. Y trate de pensar: “Si, nosotros tres juntos”.

»—No me temas, Lestat —dije, como hablando conmigo mismo—. No vengo a hacerte dano.

»—Has vuelto a mi, Louis —susurro con ese tono fino y chillon—. Has vuelto de regreso a mi casa, Louis, ?verdad? —Y se mordio el labio y me miro desesperado.

»—No, Lestat. —Sacudi la cabeza. Se puso frenetico un instante, volvio a empezar un gesto, y, finalmente, se quedo sentado con las dos manos sobre la cara en un paroxismo de tristeza. El otro vampiro, que me estudiaba friamente, me pregunto:

»—?Has vuelto para quedarte con el?

»—No, por cierto que no —conteste. Y el hizo una mueca como si eso fuera lo que esperaba: que todo recaeria nuevamente en el, y salio al porche. Pude oir que se quedaba alli, a la espera.

»—Solo queria verte, Lestat —dije. Pero Lestat no parecio oirme. Algo le distrajo. Y miro con los ojos muy abiertos. Entonces yo tambien oi. Era una sirena. Y, a medida que se acercaba, cerro los ojos y se cubrio las orejas. Y se acerco mas y mas por la calle.

»—?Lestat! —exclame por encima del llanto del bebe, que ahora resono con el mismo miedo terrible a la sirena; pero el dolor de Lestat me destrozo; tenia los labios estirados en una mueca horrible de dolor—. ?Lestat,

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