convertidos en piedra. Como Claudia, separada de su madre, preservada durante decadas enteras con perlas y oro tallado. Como las munecas de Madeleine. Y, por supuesto, como Claudia y Madeleine y yo mismo, todos seriamos reducidos a cenizas.

Cuarta parte

—En realidad —dijo ahora el entrevistado—, ese es el final de la historia.

»Por supuesto, se que te preguntas que nos paso despues. ?Que le sucedio a Armand? ?Adonde fui? ?Que hice? Pero te dire que, verdaderamente, no paso nada. Nada que no fuera, simplemente, inevitable. Y mi paseo por el Louvre esa ultima noche que te he descrito fue meramente profetice.

»Jamas cambie despues de eso. No busque mas nada en la unica gran fuente de cambio que es la humanidad. E incluso en mi amor y concentracion en la belleza del mundo, no busque aprender nada que pudiera ser devuelto a la humanidad. Bebi de la hermosura del mundo tal cual lo hace un vampiro. Quede satisfecho. Estuve lleno hasta los bordes. Pero estaba muerto. La historia termino en Paris, como te he dicho.

»Durante largo tiempo pense que la muerte de Claudia habia sido la causa del fin de las cosas. Que si yo hubiera visto que Claudia y Madeleine dejaban Paris a salvo, las cosas podrian haber sido diferentes para Armand y para mi. Podria haber vuelto a amar y a desear, y buscar algun aspecto de la vida humana que pudiera haber sido rico y variado, aunque no natural. Pero entonces llegue a ver que eso era falso. Incluso si Claudia no hubiera muerto, incluso si no hubiera despreciado a Armand por permitir su muerte, todo habria terminado del mismo modo. Lentamente hubiera llegado a conocer su mal o hubiera sido lanzado hacia el… Era lo mismo. Por ultimo no quise saber nada de nada. Y, al no merecerme nada mejor, me encogi como una arana ante la llama de una cerilla. E incluso Armand, que era mi constante companero y mi unica compania, existia solo a gran distancia de mi, detras de aquel velo que me separaba de todo la viviente; un velo que era una especie de mortaja.

»Pero se que estas ansioso por escuchar lo que le sucedio a Armand. Y la noche ya casi ha terminado. Te lo quiero contar porque es muy importante. La historia seria incompleta sin eso.

»Despues de dejar Paris, viajamos por el mundo, como te he dicho. Primero, Egipto; luego Grecia; luego, Italia, el Asia Menor, adondequiera que yo elegia ir, en realidad, y dondequiera que me llevara mi busqueda del arte. El tiempo dejo de existir en una base significativa durante todos esos anos. A menudo yo estaba concentrado durante largos periodos en cosas muy simples: una pintura en un museo, una vidriera de catedral o una estatua hermosa.

»Pero durante todos esos anos senti un deseo vago, pero persistente, de regresar a Nueva Orleans. Jamas me olvide de Nueva Orleans. Y cuando estabamos en lugares tropicales y en lugares donde existieran aquellas plantas y flores que crecian tambien en Luisiana, pensaba en Nueva Orleans, profundamente, y sentia por mi hogar la unica pizca de deseo que sentia por cualquier cosa exterior aparte de mi busqueda infinita del arte. De tiempo en tiempo, Armand me pedia que lo llevara alli. Y yo, consciente, de una manera caballeresca, de lo poco que hacia para complacerlo y de los frecuentes periodos en que ni le dirigia la palabra ni buscaba su compania, queria hacerlo porque me lo pedia el. Parecio como si su pedido me hiciera olvidar un vago miedo de que pudiese llegar a sentir dolor en Nueva Orleans; de que pudiera llegar a experimentar de nuevo la palida sombra de mi anterior infelicidad y melancolia. Pero pospuse el regreso. Tal vez ese miedo era mas fuerte de lo que me imaginaba. Vinimos a America y vivimos mucho tiempo en Nueva York. Continue posponiendo el viaje. Luego, por ultimo, Armand me lo pidio de otra manera. Me conto algo que me habia escondido desde que nos fueramos de Paris.

»Lestat no habia muerto en el Theatre des Vampires. Yo habia creido que estaba muerto y, cuando se lo pregunte a Armand, me dijo que todos esos vampiros habian muerto. Pero ahora me conto que no era asi. Lestat habia abandonado el teatro la misma noche en que me escape de Armand y me fui al cementerio de Montmartre. Dos vampiros que habian sido creados por Lestat lo habian ayudado a conseguir un pasaje para Nueva Orleans.

»No te puedo expresar el sentimiento que me embargo cuando escuche aquello. Por supuesto, Armand me dijo que me habia protegido al no decirmelo, pues esperaba que yo no hiciera un viaje tan largo unicamente por venganza; un viaje que me causaria dolor y pena en ese tiempo. Pero a mi no me importo. No habia pensado para nada en Lestat la noche en que incendie el teatro. Habia pensado en Santiago y en Celeste y en los otros, que habian destruido a Claudia. En realidad, Lestat me desperto una serie de sentimientos que no habia querido confiar a nadie, sentimientos que habia querido olvidar pese a la muerte de Claudia. El odio no habia sido uno de ellos.

»Pero cuando oi aquello por boca de Armand fue como si el velo que me habia protegido fuera tan fino y transparente que ya no resistia, y, aunque todavia me separaba del sentimiento, a traves de el percibi a Lestat y queria verlo nuevamente. Y con ese deseo en mi, viajamos a Nueva Orleans.

»Fue a fines de la primavera de este ano. Y tan pronto como sali de la estacion, supe, sin ninguna clase de duda, que habia regresado a casa. Fue como si el mismo aire fuera perfumado y especial, y senti inmensa tranquilidad caminando por esas calles calidas, bajo esos robles familiares, y escuchando los incesantes y vibrantes sonidos vivientes de la noche.

»Por supuesto, Nueva Orleans habia cambiado. Pero lejos de lamentar esos cambios, me senti agradecido por lo que aun parecia igual. Pude encontrar en el distrito alto del Garden, que en mis tiempos habia sido el faubourg Sainte-Marie, una de las elegantes mansiones antiguas que databan de aquellos anos, tan distante de la tranquila calle de ladrillos, y, al caminar a la luz de la luna bajo sus magnolias, conoci la misma dulzura y paz que habia vivido en los viejos tiempos; no solo en las calles angostas y oscuras del Vieux Garre, sino tambien en el descampado de Pointe du Lac. Alli estaban los rosales y las madreselvas y el contorno de las columnas corintias contra las estrellas; y fuera del portal estaban las calles sonolientas, otras mansiones… Era una fortaleza de la gracia.

»En la rue Royale, adonde lleve a Armand, pasando las tiendas de turistas y antiguedades, y las entradas bien iluminadas de restaurantes de moda, me quede perplejo al descubrir la casa que Lestat, Claudia y yo habiamos convertido en nuestro hogar. La fachada apenas estaba cambiada, y solo algunas reparaciones se tuvieron que hacer esos anos en el interior. Sus dos ventanas corredizas aun se abrian a los pequenos balcones sobre la tienda de abajo, y pude ver en el suave brillo de las bombillas electricas un elegante papel de pared que no hubiera sido extrano en los anos de antes de la guerra. Alli tuve una fuerte sensacion de la presencia de Lestat, mas de Lestat que de Claudia, y me senti seguro de que, aunque no estuviera cerca de esta casa de ciudad, lo encontraria en Nueva Orleans.

»Y senti algo mas; fue una tristeza que me abrumo cuando Armand se hubo retirado. Pero esta tristeza no era dolorosa ni tampoco apasionada. No obstante, era algo rico, casi dulce, como la fragancia de los jazmines y las rosas que inundaban el viejo jardin, que contemple a traves de las rejas de hierro. Esta tristeza me dio una sutil satisfaccion y me hizo quedar largo tiempo en aquel lugar; me ato a la ciudad; y, realmente, no me dejo cuando esa noche me aleje de alli.

»Me pregunto ahora que se habra hecho de esa tristeza, que pudo haber engendrado en mi algo capaz de ser mas fuerte que ella. Pero me estoy adelantando en la historia.

»Porque, poco despues de eso, vi a un vampiro en Nueva Orleans, un joven delgado de rostro blanco que caminaba solo en las anchas aceras de la avenida Saint-Charles, en las primeras horas antes de la madrugada. Y de inmediato quede convencido de que si Lestat todavia vivia alli, ese vampiro lo conoceria y hasta me podria guiar a el. Por supuesto, el vampiro no me vio. Hacia mucho tiempo que habia aprendido a descubrir a mi propia especie en las grandes ciudades sin darles la oportunidad de que me vieran. Armand, en sus breves visitas a los vampiros de Londres y Roma, se habia enterado de que el incendio del Theatre des Vampires era conocido en todo el mundo y de que los dos eramos considerados unos indeseables. Eso no significo nada para mi y, hasta la fecha, los he evitado. Pero empece a vigilar a ese vampiro en Nueva Orleans y a seguirlo, aunque a menudo solo me condujo a teatros y otros entretenimientos en los que yo no tenia el menor interes. Pero, por ultimo, una noche las cosas cambiaron.

»Era un anochecer muy caluroso y, tan pronto como lo vi en Saint-Charles, me di cuenta de que tenia que ir a algun sitio. No solo caminaba rapido sino que parecia un poco preocupado. Y, cuando salio de Saint-Charles y se metio en una estrecha callejuela que, de inmediato, se volvio oscura y miserable, estuve seguro de que se dirigia

Вы читаете Entrevista con el vampiro
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×