ciudad.

En Leonding cambio el caracter de Hitler. Alli, en 1900, murio su hermano Edmund a causa del sarampion y Adolf, muy unido a su hermanito, sufrio un golpe tremendo; a eso se anadio la tristeza general que reino en la casa durante muchos meses. El cementerio del pueblo estaba pegado al domicilio de los Hitler y en Leonding se recordaba al pequeno Adolf, absorto durante horas, sentado sobre la tapia del camposanto. El nino alegre y extrovertido desaparecio para dar paso a un muchacho sombrio, distante, apatico y progresivamente mas soberbio y pendenciero.

En esa epoca ingreso en la Realschule de Linz, centro de ensenanza secundaria especializado en la preparacion de estudiantes para centros superiores de ingenierias, ciencias o economia. En su carta autobiografica mencionada mas arriba escribia Hitler que curso cuatro anos de ensenanza secundaria… No daba mas detalles porque siempre trato de ocultar esta epoca: fue un mal estudiante que hubo de repetir examenes en septiembre todos los cursos y que fue expulsado del centro en 1904 a causa de sus deficientes resultados. Termino la ensenanza secundaria a los dieciseis anos en otro colegio de menor categoria sin haber logrado obtener el certificado que capacitaba para ingresar en la Universidad. Hitler escondio siempre la cruda realidad, refugiandose en la antipatia de sus profesores, en la incomprension de su padre y, luego, en su orfandad y falta de medios.

La verdad es que no estudiaba, que dejaba pasar el tiempo ensimismado en su mundo interior, que era incapaz de cualquier esfuerzo que requiriese constancia, que solo mostraba interes por el dibujo, para el que se creia bien dotado, y que dilapido cientos de horas leyendo a Karl May, cuyo heroe -el brutal Old Shatterhand- parecio contagiarle el desprecio por el debil y la insensibilidad ante el dolor ajeno. Las rinas de su padre eran continuas. Alois, con sesenta y tres anos de edad, se debia sentir desesperado en 1901 cuando se entero de que Adolf habia suspendido y tendria que repetir curso. Su hijo mayor, Alois, cumplia una condena de medio ano de carcel por robo; su hijo pequeno, Edmond, habia muerto hacia un ano y su unica esperanza, Adolf, era un estudiante desastroso. Adolf Hitler, en su Mein Kampf recordaba la discusion con su padre cuando le propuso su deseo de abandonar la Realschule para dedicarse a los estudios artisticos:

«… Mi padre se quedo atonito. Asombrado, exclamo:

– ?Un pintor?, ?un artista…?

Penso que estaba loco o que no habia oido correctamente mis palabras o, quiza, que las habia malinterpretado. Pero cuando le explique mis ideas y lo serio de mi decision se opuso con la tenaz determinacion que le caracterizaba.

– ?Artista! No, mientras yo viva, ?nunca!

Asi quedaron las cosas. Mi padre jamas abandono su oposicion, pero yo no renuncie a mi determinacion.»

Alois Hitler murio dos anos despues, el 3 de enero de 1903, cuando Adolf aun no habia cumplido los catorce. Las relaciones entre padre e hijo fueron de mal en peor, pero no a causa de las pretensiones artisticas de Adolf, cuestion que este manipulo en sus escritos y recuerdos, sino por la manifiesta pereza y el turbulento caracter del muchacho, al que uno de sus profesores recordaba de esta guisa:

«Tenia un talento muy definido, aunque en un campo muy reducido. Pero su disciplina era intolerable, siendo notoriamente pendenciero, obstinado, arrogante y de mal genio. Obviamente, tenia dificultades en poder adaptarse al colegio. Mas aun, era flojo…, su entusiasmo por los trabajos pesados se evaporaba rapidamente. Reaccionaba con hostilidad oculta y enfermiza a los consejos y reproches; al mismo tiempo, exigia de sus companeros un ciego servilismo, enorgulleciendose de su papel de jefe.»

AMARGAS DECEPCIONES

Sin duda el profesor tenia importantes prejuicios respecto al joven Hitler; el retrato se ajusta con bastante precision al personaje en los aspectos morales, pero no le hace justicia en los intelectuales, quiza porque el muchacho nunca se intereso en demostrarlo. Uno de los biografos de Hitler, el periodista y escritor frances Raymond Cartier, nada sospechoso de simpatias hitlerianas, escribe de el que «tenia una capacidad de aprehension excepcional y, por anadidura, una de las memorias mas prodigiosas de que haya estado dotado nunca un ser humano». Uno de los defectos que en la Realschule de Linz no se le achacaron fue el de tergiversador nato, de manipulador de la verdad. En la mencionada carta autobiografica, para justificar su falta de estudios y su carencia de curriculum profesional, alude a su orfandad, a las 80 coronas que tenia cuando llego a Viena y a los multiples trabajos pesados que hubo de realizar para sobrevivir, todo lo cual le aparto de su vocacion, la carrera de arquitectura. Esencialmente, todo es falso.

Tras la muerte de su padre, la familia no quedo en la indigencia. Recibia una pension propia de la clase media-baja, lo que era suficiente para Klara, Adolf y Paula, ya que Angela se habia casado con Leo Raubal el mismo ano de la muerte de su padre. Mas aun: Klara vendio la granja de Leonding, por lo que le quedaron libres unas 6.500 coronas, suma muy respetable para la epoca. Adolf pudo seguir sus estudios, que fueron de mal en peor ante la indulgencia de su madre, hasta verse obligado a dejar la Realschule y terminar la ensenanza secundaria en otro centro fuera de Linz. Ese fue el autentico motivo por el que nunca pudo ingresar en la Facultad de Arquitectura: la carencia de la titulacion adecuada para acceder a ella.

Entre el verano de 1905, en que termino la ensenanza media, y octubre de 1907, en que fijo su residencia en Viena, Hitler llevo en Linz una vida de senorito inutil. Habia enfermado al concluir aquel verano y su madre estaba aterrada por la posibilidad de perderle, como ocurriera con otros cuatro de sus hijos, de modo que transigio con su larga convalecencia y fue prodiga en satisfacer los deseos del joven, que vestia como un petimetre un tanto extravagante, dormia hasta bien entrada la manana, paseaba por la tarde criticando la gestion municipal de la ciudad, asistia a la opera por la noche y leia o dibujaba planos para la remodelacion urbanistica de Linz hasta bien entrada la madrugada. El joven Hitler comenzaba a establecer el tipo de horario que seria la norma de su vida.

En la Opera de Linz, que pasaba por ser la tercera de Austria, tras las de Viena y Salzburgo, conocio a su unico amigo de esos anos, August Kubizek, hijo de un tapicero, enamorado de la musica y aceptable interprete de viola. Aunque unos meses mayor que Hitler, Kubizek se convirtio en su docil e incondicional auditorio, en el testigo de sus explosiones de ira y en el confidente de sus presagios. Una noche asistieron a la representacion de la opera wagneriana Rienzi, aquel tribuno encumbrado por Roma en el siglo XIV y lapidado, siete anos mas tarde, por la misma plebe que le habia llevado hasta el poder. Segun relato Kubizek en su libro, Hitler, el amigo de mi juventud, publicado medio siglo despues, «Adolf se conmovio durante la representacion hasta las lagrimas» y cuando abandonaron el teatro, Adolf, presa de una enorme emocion, se empeno en que subieran hasta la cumbre del Freinberg -una montana que domina la ciudad y a la que ambos amigos iban con frecuencia para tener buenas perspectivas para la remodelacion de Linz-, donde comenzo a predecir su futuro. Fuera de si, le dijo que el seria el tribuno del pueblo aleman:

«Todo esto me sorprendio, pues creia que la vocacion de artista era para el la mas alta de las metas, algo por lo que valia la pena luchar. Pero comenzaba a hablar de un mando que algun dia recibiria del pueblo para liberarlo de la esclavitud y conducirlo hasta las cumbres de la libertad.»

Cuando ambos amigos se despidieron eran ya las tres de la madrugada.

Por entonces se empeno en cursar estudios de piano, para los que tenia aptitud pero carecia de constancia y de paciencia. Los ejercicios recomendados por su profesor le parecian una perdida de tiempo, pensados para seres inferiores. Su madre, atenta a todos sus caprichos, le compro un buen piano, pero solo persevero un ano en su estudio.

De la misma epoca es su amor por Stefanie, a la que vio mientras paseaba con Kubizek en la primavera de 1906. Un amor romantico, imposible porque Hitler nunca se acerco a la muchacha para confesarselo; un amor desesperado, que le hizo sufrir mucho porque era inviable: Adolf tenia dieciocho anos, escasa hacienda familiar, no estudiaba y carecia de trabajo. Ya fuese por esos motivos, por la timidez juvenil o por el propio orgullo del personaje, lo cierto es que se limito a escribirle poemas de amor, tan desesperanzados como poco originales, que

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