base con largas zancadas.

Cuando la tormenta amaina y los helados obreros empiezan a sacar los maderos del agua y a apilarla en montones sobre la hierba, a muchos de ellos aun les parece oir el eco de los gritos de los ahogados.

Estoy segura de que los obreros del faro nunca olvidaron los gritos de los marineros moribundos. Y estoy igual de segura de que los mas supersticiosos cuestionaron la decision de Brommesson de construir una gran casa con los restos de un naufragio.

Una vivienda levantada con maderos a los que los desesperados marineros se habian aferrado antes de que el mar los arrastrara… ?No deberiamos mi madre y yo haberlo sabido al mudarnos alli a finales de los anos cincuenta? ?Fue realmente una buena idea que tu familia y tu os mudarais alli treinta y cinco anos despues, Katrine?

MIRJA RAMBE

CAMBIE DE VIDA – VIVA EN EL CAMPO

Objeto: Finca ludden, nordeste de Oland.

Detalles: Magnifica casa de farero de mediados del siglo XIX, situada en un lugar aislado y tranquilo con maravillosas vistas al mar Baltico, a menos de trescientos metros de la playa y con el cielo como unico vecino.

Gran parcela de hierba sobre la playa -perfecta para que jueguen los ninos- rodeada de floresta al norte, un area de proteccion de aves al oeste (Offermossen) y prados y campos de cultivo al sur, a la orilla del mar.

Caracteristicas de la casa: Bonita vivienda de dos plantas (sin sotano) de casi 280 m2. A reformar. Armazon, vigas y fachada de madera. Cubierta de tejas. Porche acristalado orientado al este. Cinco chimeneas en funcionamiento. Suelo de madera de pino en todas las habitaciones. Agua de suministro municipal, desague privado.

Edificios anexos: Casita de piedra de 80 m2 con agua y electricidad, perfecta para alquilar despues de reformar. Establo de piedra y madera, 450 m2, sencillo y en relativo mal estado.

VENDIDA.

OCTUBRE

1

Una voz clara grito a traves de las habitaciones en penumbra.

– ?Ma-ma?

El se sobresalto a causa del grito. El sueno era como una cueva repleta de extranos ecos, calida y oscura, y despertarse de pronto le resulto doloroso. Durante unos segundos, su conciencia no pudo atribuirse un nombre, un lugar; apenas algunos recuerdos y pensamientos confusos. ?Ethel? No, Ethel no, sino… Katrine, Katrine. Y un par de ojos que parpadeaban desconcertados, buscando una luz en medio de toda aquella oscuridad.

Unos segundos mas tarde, su propio nombre le vino de repente a la memoria: se llamaba Joakim Westin. Estaba tumbado en una cama de matrimonio, en ludden, al norte de Oland.

Joakim estaba en casa. Vivia alli desde hacia veinticuatro horas. Katrine, su mujer, y sus dos hijos se habian instalado en el lugar hacia dos meses. El acababa de llegar.

01.23. Los numeros rojos del radio-despertador eran la unica luz en la habitacion sin ventanas.

Ya no se oia el sonido que lo habia despertado, pero sabia que era real. Habia oido quejidos y lamentos apagados de alguien que dormia intranquilo en otra parte de la casa.

Un cuerpo inmovil yacia junto a el en la cama de matrimonio. Era Katrine; dormia profundamente y se habia acurrucado al borde del lecho, llevandose el edredon consigo. Le daba la espalda, pero podia ver los suaves contornos de su cuerpo y sentir su calor. Durante dos meses, ella habia dormido alli sola, mientras Joakim seguia viviendo y trabajando en Estocolmo e iba de visita cada dos fines de semana. A ninguno de los dos le habia gustado esa solucion.

Alargo la mano hacia la espalda de Katrine, pero entonces volvio a oir una llamada.

– ?Ma-ma?

Ahora reconocio la voz de Livia. Eso le hizo apartar el edredon y abandonar la cama.

La chimenea que se encontraba en un rincon del dormitorio aun despedia calor, pero al ponerse en pie noto helado el suelo de madera. Tenian que reparar y aislar aquel suelo al igual que habian hecho con el de la cocina y el de los cuartos de los ninos, pero ese seria un proyecto de Ano Nuevo. Podian comprar mas alfombras para pasar el invierno. Y madera. Necesitaban encontrar lena barata para las chimeneas, pues el terreno carecia de bosque.

Katrine y el tendrian que comprar unas cuantas cosas para la casa antes de que llegara el frio de verdad; por la manana harian una lista.

Joakim contuvo la respiracion y escucho. No se oia nada.

El albornoz colgaba del respaldo de una silla. Se lo puso en silencio encima del pijama, dio una larga zancada entre dos cajas de carton de la mudanza y salio de la habitacion.

Se equivoco en la oscuridad. En la casa de Estocolmo, siempre torcia a la derecha cuando se dirigia a las habitaciones de los ninos, pero alli estas se encontraban a la izquierda.

El dormitorio de Joakim y Katrine era pequeno, uno mas de la enorme red de cuartos de la casa. Nada mas salir habia un pasillo, con mas cajas de carton apiladas contra la pared, que acababa en un amplio recibidor con una hilera de ventanas. Estas daban al patio interior con suelo de piedra, flanqueado por dos alas.

La casa de ludden daba la espalda a tierra y estaba orientada al mar. Joakim se acerco a la ventana del recibidor y miro hacia la costa, al otro lado de la valla.

Una luz roja titilaba alli abajo, procedente de los dos faros de los islotes. Los rayos de luz del faro sur se desparramaban sobre los montones de algas marinas y a lo lejos hacia el Baltico, mientras que el faro norte permanecia a oscuras. Katrine le habia contado que nunca llego a funcionar.

Oyo el silbido del viento alrededor de la casa y vio elevarse inquietas sombras junto a los faros. Las olas. Siempre le recordaban a Ethel, a pesar de que la causa de su muerte no habian sido las olas sino el frio.

Solo habian pasado diez meses.

Oyo de nuevo un sonido apagado en la penumbra, detras de el, pero ya no era un quejido. Sonaba como si Livia hablara para si misma en voz baja.

Joakim retrocedio por el pasillo. Atraveso con cuidado un ancho umbral de madera y entro en el dormitorio de su hija, que solo tenia una ventana y estaba oscuro como boca de lobo. Un estor verde con cinco cerditos color rosa que bailaban felices en circulo colgaba de la ventana.

– Vete… -dijo una clara voz de nina en la oscuridad-. Vete.

El pie de Joakim tropezo con un suave animalito de tela que habia en el suelo, junto a la cama. Lo recogio.

– ?Mama?

– No -respondio el-. Soy papa.

Oyo la debil respiracion en la oscuridad y presintio los adormecidos movimientos del cuerpecito que yacia bajo

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