automata, echo a andar. Dejo los periodicos sobre el banco, junto al capuchino y los cruasanes. No se me ocurre darselos a un mendigo, a alguien que pueda tener hambre, autentica necesidad.
Hoy no.
Hoy no quiero ser buena.
Y me alejo asi, abandonando las flores celestes en el suelo. Parecen casi esos ramos que se dejan sobre el asfalto en memoria de alguien tras una muerte causada por un dramatico accidente, quiza por culpa de la distraccion de otra persona. No. Esas estan ahi por mi.
Por mi muerte. Por culpa de Alis. Y de Massi. Y mientras camino recuerdo sus besos, aquella vez en la playa, las carreras sobre la arena, detras de el, en la moto, abrazada a su cuerpo al atardecer, con la mirada feliz y perdida en las remotas olas del mar y en su amor. Y rompo a llorar. En silencio. Siento que las lagrimas se deslizan por mis mejillas, lentas, inexorables, una detras de otra, sin que yo pueda hacer nada para detenerlas. Resbalan dejando lineas negras sobre el maquillaje que cubre mi cara, expresando mi dolor. Me las enjugo con el dorso de la mano y sollozo sin dejar de caminar. No consigo detener el pecho, que sube y baja ruidoso, distraido, impreciso, desahogando todo el dolor que experimento. Enorme. Inmenso. No es posible. No me lo puedo creer. De improviso oigo sonar el movil. Me enjugo las lagrimas y lo saco del bolso. Veo su nombre en la pantalla: Massi. Miro el reloj. Las once. Que cabron, por eso no queria que lo despertara antes.
Lo dejo sonar, lo pongo en modo silencio. Luego, cuando la llamada se interrumpe, lo apago. Por ahora. Manana. Por un mes. Para siempre. Cambiare de numero. Pero eso no cambiara mi dolor. No borrara sus caras. Esa sonrisa, esa espera, el beso que acabo de presenciar. Sigo caminando. Quiza fuese durante la noche de su fiesta, cuando estuvieron hablando en el banco, bajo el arbol grande. Debieron de intercambiarse los telefonos en ese momento. Luego debieron llamarse. Siento una rabia repentina. Mi respiracion se acelera de nuevo, Demasiado. Siento unas terribles punzadas en el estomago. Pero no consigo detenerme. Imagino, pienso, razono, me hago dano, Se habran visto antes, varios dias, en otra parte, y mas tarde lo habran decidido. Pero ?quien habra dado el primer paso? ?Quien habra dicho la primera palabra, quien habra hecho la primera alusion, quien habra dado el primer beso, la primera caricia? Que importa, eso cambia muy poco. Mejor dicho, no cambia nada. ?Tiene sentido saber cual es el mas inocente de dos culpables?
Pero, aun asi, no dejo de desgarrarme, de destruirme, de aniquilarme, de sufrir y de sentir unas inmensas ganas de gritar. De estar quieta. De tumbarme en el suelo. De escapar. De no volver a hablar. De correr. De cualquier cosa que pueda liberarme de esta presion que me ahoga. ?Quien habra dicho «Nos vemos en tu casa por la manana, a primera hora» o, peor aun, anoche? Si, anoche. Habran dormido juntos. Y al pensar en eso siento que me mareo. Se me empana la vista, noto un extrano hormigueo en la cabeza, tengo la impresion de tener los oidos tapados con algodon. Poco falta para que me caiga al suelo. Me apoyo en un poste cercano y permanezco asi, sintiendo que el mundo gira a la vez que mi cabeza en tanto que las lagrimas, por desgracia, se han acabado ya.
– Caro… -Oigo una voz. Me vuelvo. Un Mercedes azul claro, uno de esos antiguos, frena delante de mi, todo abierto, nuevo, precioso. Sonrio sin comprender-, ?Que ocurre? ?Que te pasa? -Veo que se apea-. ?Que te sucede, Caro?
Es Rusty James. Se acerca a mi corriendo, me coge de inmediato, antes de que me desplome. Sonrio entre sus brazos.
– Nada… Que apenas he dormido… Estoy un poco mareada. Debo de haber comido algo que me ha sentado mal…
– Chsss. -Me tapa la boca con una mano-. Chsss, tranquila…
Y me sonrie. Y yo lo abrazo con todas mis fuerzas.
– Oh, Rusty James…, ?por que?
Y me echo a llorar sobre su hombro.
– Vamos, Caro, no te preocupes… Sea lo que sea, lo resolveremos.
Me ayuda a subir al coche, a sentarme, me levanta las piernas y cierra la puerta. A continuacion sube a mi lado y arranca. Me mira de vez en cuando. Esta preocupado, lo se, lo siento. Luego intenta distraerme,
– Te estaba buscando, ?sabes? Queria ensenarte el regalo que acabo de hacerme. ?Te gusta?
Asiento con la cabeza sin pronunciar palabra. Trata de evitar que piense, lo se…, lo conozco. Solo que no lo consigo. Sigue mirandome mientras habla e intenta sonreir, pero se que esta sufriendo por mi,
– ?Han aceptado
Por un instante me gustaria alegrarme por el, como se merece en este momento, pero me resulta imposible. No lo logro. Perdoname, Rusty. Apoyo una mano sobre la suya.
– Disculpa…
Me sonrie y cierra los ojos lentamente como si pretendiese decir: «No te preocupes, se de sobra lo que es. No digas nada, yo tambien he pasado por eso.»
Y a saber que otras muchas cosas mas hay en esa mirada.
– ?Adonde quieres ir? -se limita a decirme, en cambio.
– A ver el mar…
De forma que cambia de marcha, acelera un poco, conduce tranquilo y yo siento que el viento me acaricia el pelo. Apoyo la cabeza en el asiento y me dejo transportar asi. No tardamos en dejar la ciudad a nuestras espaldas. Me pongo las gafas grandes de sol y Rusty enciende la radio para escuchar un poco de musica. Cierro los ojos. Cuando los vuelvo a abrir, ha pasado algo de tiempo. Se que el mar esta delante de mi. En calma. Unas olas pequenas rompen en la orilla, las dunas de arena se alternan con un poco de verde aqui y alla. Respiro profundamente y huelo el aroma de los pinos, del mar y del sol sobre el asfalto que nos rodea, Leo un cartel, estamos en las dunas de Sabaudia.
En la playa hay una pareja. El corre arrastrando una cometa. Ella esta parada con las manos en las caderas, mirandolo. El corre sin cesar. Pero, dado que apenas hay viento, la cometa traza lentamente una parabola y a continuacion cae en picado y acaba clavandose en la arena. Ella se echa a reir y el le da alcance a duras penas, derrotado por esa inutil tentativa de vuelo. Ella se rie aun mas y se mofa de el. Entonces el la abraza y la aferra tirando de ella. Ella forcejea un poco, pero al final se besan. Se besan asi, frente al mar, en esa playa libre y vacia, intemporal, con el infinito azul del cielo, con el sol en lo alto y con ese horizonte lejano donde el mar y el cielo se confunden. Y yo me echo a llorar de nuevo. Las lagrimas se detienen en el borde inferior de la montura de mis gafas, de manera que las levanto para dejarlas salir. Y suelto una carcajada. Me rio. Lo miro. No se ha dado cuenta. Despues se vuelve hacia mi y me acaricia el brazo, me sonrie, pero no me dice nada. Asi que me inclino y me apoyo en el. Me rodea los hombros con su brazo. Me abraza y, de repente, me siento un poco mas serena y dejo de llorar. Claro que si. Manana sera otro dia. Me siento realmente estupida. Me entran ganas de echarme a reir de nuevo. Estoy muy cansada. Me rio y despues vuelvo a llorar, sorbo por la nariz y el esta vez se da cuenta y me estrecha un poco mas entre sus brazos. Cierro los ojos. Lo siento, pero no lo consigo. Me da un poco de verguenza. Pero la verdad es que estaba muy enamorada. Estoy muy enamorada. Exhalo un prolongado suspiro. Abro los ojos. Ahora el sol se encuentra justo delante de nosotros. Algunas gaviotas sobrevuelan el mar. Rozan levemente el agua y se elevan de nuevo hacia el cielo.
Tengo que conseguirlo. Ya anoro el amor. Y me siento sola, terriblemente sola. Pero volvere a ser feliz algun dia, ?verdad? Quiza necesite algo de tiempo. Da igual, no tengo prisa. Entonces sonrio y miro a Rusty James, que, a su vez, me mira y me sonrie tambien. Exhalo un hondo suspiro y noto que voy recuperando la seguridad.
Si, lo lograre. Porque, a fin de cuentas, solo tengo catorce anos, ?no?
Agradecimientos
Gracias a Giulia y a todos sus relatos. Algunos son realmente divertidos y, a pesar de que esos dias yo no estaba alli, al final me hicieron reir tanto que tengo la impresion de haberlos vivido yo tambien de alguna manera.
Gracias a Alberto Rollo, que ha leido este libro con particular afecto, ha conocido y encontrado entre sus paginas todo lo que habiamos comentado ya durante nuestras conversaciones, y ha sabido darme sugerencias adecuadas.