– Te ruego que no discutas con tu hermana…

En cuanto oye que la puerta se cierra, Rusty me pregunta, curioso:

– Oye, ?que ha pasado?

Se lo cuento todo. Le digo tambien lo del movil de Alis. A el no puedo mentirle, imposible, de manera que saco el telefono de la bolsa y lo pongo encima de la mesa.

– ?Ves? ?Ahora tengo dos!

Rusty se echa a reir y sacude la cabeza.

– Eres unica, perdona, pero podrias haberselo dicho a mama… ?Que problema hay?

– De eso nada…, ?le habria sentado fatal! Pidio permiso en el trabajo, se gasto sus ahorros para comprarme un movil y darme una sorpresa, puede que hasta haya discutido con papa…, y yo…, ?que podia hacer? ?Decirle que ya tenia uno? ?Venga, no tienes ni una pizca de sensibilidad!

Rusty sonrie, divertido.

– No, si ahora la culpa sera mia… Vale, esta bien, en cualquier caso, he tenido una idea…

Me la cuenta y, acto seguido, se rie divertido. Y, de hecho, la verdad es que no esta nada mal. No se me habia ocurrido.

– Eh, Rusty, ?sabes que eres un genio?

– Lo se. -Me sonrie-. ?Que vas a hacer ahora, Caro?

– No lo se, estudiare un rato y quiza salga despues…

Rusty vuelve a ponerse serio.

– Yo tambien tengo que estudiar, que toston, no tengo ningunas ganas. Todavia me faltan un monton de examenes para ser medico, y papa no sabe lo que he decidido.

Lo miro curiosa.

– ?Por que? ?Que has decidido?

– Aun es pronto…

Y se marcha a su habitacion dejandome en la cocina. Muerdo el ultimo trozo de manzana que quedaba en el plato y me dirijo a mi dormitorio. Enciendo el ordenador. Con la excusa de las busquedas, del estudio y de todo el resto, consegui que mis padres me lo regalaran. No se desde cuando estan pagando los plazos. Introduzco mi contrasena y entro de inmediato en el Messenger. Lo sabia, Gibbo me ha escrito: «He pensado que, restando todos los numeros de las personas que conocemos, las posibilidades de encontrar el numero de tu 'amado' desconocido son casi ochenta y nueve millones seiscientos cincuenta mil… O mandas un mensaje a todos, suponiendo que seas mas rica que Berlusconi y elTio Gilito juntos, o llamas al numero 347 800 2001 y acabas de una vez por todas.»

Que idiota. Naturalmente, ese numero es el suyo. Tiene razon: es imposible. Pero, a veces, en la vida… De modo que cierro los ojos e intento volver a recordarlo. Me lo escribio en el escaparate mientras bromeaba, y trato de distinguirlo… 335, no, 334… Eso es, si, 334… Y sigo cavilando hasta que lo veo nitido, claro, delante de mi.

Justo como era ayer. Lo escribo en un folio, a continuacion lo grabo en el movil y al final me quedo ahi, con el telefono suspendido, sin saber que hacer. Despues abro a toda velocidad la pestana de los mensajes y le escribo: «Eh, ?como estas? ?Eres Massi? Ayer lo pasamos bien. ?Soy Caro!» Y lo envio a ese numero esperando, sonando, fantaseando. Y veo a ese chico. Ahi esta, es el, Massi. Estara estudiando o jugando al tenis, al futbol o haciendo remo en el simulador de la piscina, el que tiene la canoa clavada en el suelo. Me lo imagino cuando oye que suena su movil, o que vibra. El mensaje ha llegado. Lo abre, lo lee y se rie… ?Se rie! Despues, indeciso, se pone a pensar en lo que quiere escribirme, en como responderme. Luego sonrie para sus adentros. Eso es. Ha encontrado la frase que le parece mas adecuada… O que es justa para mi. La escribe veloz. Pulsa la tecla de envio y el mensaje parte, atraviesa la ciudad, las nubes, el cielo, las calles y, poco a poco, se introduce por la persiana de mi casa, despues en mi habitacion y, por ultimo, en mi movil.

Bip. Bip.

Lo oigo sonar. Oh, de verdad que acabo de recibir un mensaje. ?No me lo puedo creer! Me apresuro a abrir el movil, busco la carpeta de mensajes recibidos. Y lo veo. No esta firmado. No es de ningun amigo, de nadie que conozca. Veo ese numero. De modo que es el. ?No me lo puedo creer! Lo he conseguido, me he acordado del numero. Luego leo el mensaje: «?Me parece que te has equivocado de numero. De todas formas, tengo cuarenta anos, soy un hombre y no estoy casado, asi que, querida Caro, ?por que no nos vemos?»

Borro el mensaje de inmediato y apago el movil. Terror. «Querida Caro»… Encima, bromista. O, al menos, un intento patetico de serlo. Nada. Que vida infame. No era el. Asi que, por desgracia, la unica alternativa que me queda es ponerme a estudiar. Lastima. A veces los suenos se desmenuzan asi, entre los dedos. Sobre todo cuando la alternativa al deseo de volver a ver a Massi es estudiarOrlando enamorado. Y no porque el tal Orlando este mal. Su historia me parece preciosa. Y, de hecho, a medida que voy leyendola la solucion va apareciendo ante mis ojos. Sobre todo en lo tocante a cierto punto: «La rana habituada al pantano, si esta en el monte, torna a la llanura. Ni por calor ni por frio, poco o bastante, sale nunca del fango.» Es cierto; como decir «lo inevitable es inevitable». Caro no podra salir nunca de Massi… No me cabe ninguna duda. Pero bueno, ?como no se me habia ocurrido antes? Tengo dos posibilidades.

– Vuelvo en seguida.

Cojo la cazadora y me la pongo. Despues me meto en el bolsillo mi segunda posibilidad. La golpeo con la mano sabiendo que, gracias a ella, encontrare seguramente a Massi y toda la informacion que le concierne.

Salgo corriendo del portal y, justo en ese momento, lo veo pasar.

– ?Estoy aqui, espere! -le grito al conductor del autobus, como si pudiese oirme. Imaginaos.

Echo a correr tratando de llegar a la parada antes que el autobus vuelva a arrancar. Nada. No lo lograre. El autobus esta detenido. El conductor parece estar mirando por el espejo retrovisor.

– Estoy aqui, estoy aqui…

Acelero, pero ya no puedo mas. Tengo la lengua fuera y temo que, de un momento a otro, pueda ponerse en marcha. La gente se ha apeado ya y los que tenian que subir lo han hecho. Estoy segura de que no me va a esperar, me hara un desaire, partira en el preciso momento en que llegue a su lado. Nada, no lo lograre. Sin embargo, el autobus sigue esperandome con las puertas abiertas, llego corriendo y subo en el preciso momento en que pensaba que nunca lo iba a lograr. Uf…, lo he logrado. Las puertas se cierran. -Gracias,., -consigo decir con un hilo de voz.

El conductor me sonrie por el espejito, despues agarra de nuevo el gran volante y empieza a conducir. Me mira mientras me acomodo en uno de los asientos. El autobus va medio vacio y se dirige rapido y ligero hacia el centro. En las calles hay tambien pocos transeuntes. Y yo recupero el aliento mientras pienso en la manera de hacer la pregunta.

– Disculpe.

– ?Si? -Una dependienta joven me sale al encuentro-. ?En que puedo ayudarte?

Me gustaria decirle: «?Sabe? Ayer vi unos zapatos preciosos que, en cualquier caso, cuestan demasiado…» Pero la verdad es que no es ese el motivo de que este alli… No es el mejor modo de abordar el tema. Tengo que ser mas directa.

– Ayer habia algo escrito en el escaparate… Un numero de telefono.

– Si, no me hables. Mira, incluso llame al numero en cuestion. Era de un chico, se ve que habia quedado con alguien. Se echo a reir… No tenia ninguna cita. ?Me dijo que era para su proxima novia!

– ?Eso dijo?

Y me entran ganas de echarme a reir. Esta verdaderamente loco.

– Si, eso dijo… ?Que pasa? ?Por que te ries? ?Es amigo tuyo?

– No. no.

– De todas formas, es un arrogante, se rio y despues me colgo sin mas.

Solo se me ocurre decirle una cosa.

– Es que tenia mi movil en la mochila, y el se lo llevo y no tengo su numero.

No se si me cree, pero la respuesta es en cualquier caso seca.

– Nosotros tampoco lo tenemos. Lo borramos… y lo olvidamos.

Acto seguido se da media vuelta y se aleja. Salgo y miro el escaparate. Nada, ya no se puede leer. Pruebo a mirar mejor. Lo han limpiado bien. Me pongo a contraluz. Me inclino a ras del cristal. Nada, lo han limpiado a la perfeccion y, por si fuera poco, detras del escaparate veo que la dependienta me escruta. Nuestras miradas se

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