En el tercero y ultimo: despensa, sala de descanso para la servidumbre con juego de bolos y saleta de castigo, donde a los jugadores sorprendidos haciendo trampas les azotaban primero y luego les obligaban a aprenderse de memoria poesias educativas, como «La cigarra y la hormiga» (y todo esto porque, con gran hipocresia, la direccion queria dar a entender que la casa solo era frecuentada por osos de las mejores familias).
Todo esto desconcerto al Rey Leoncio. Asi que la detencion del mago no habia bastado para acabar con todo lo corrompido. ?Quien era realmente el propietario de la casa de juego? ?Y por que Jazmin no habia tenido valor de explicarse mejor? Cuanto mas pensaba el Rey mas le confundian las ideas. Pero siempre tenia que llegar a la misma conclusion: alguien, que no era el profesor De Ambrosiis, estaba sembrando entre los osos la corrupcion y el delito. Debia de ser una persona rica, poderosa y muy astuta, que trabajaba en la sombra, preocupada de no hacerse descubrir. Si no se la desenmascaraba cuanto antes, ?adios paz y tranquilidad!
Entonces el Rey Leoncio, para pedir consejo y tantear el terreno, convoco una asamblea general. Osos y hombres, dejando diversiones y negocios, se reunieron en la plaza. Alli se desarrollo el siguiente dialogo:
***
El Rey, con voz tragica:
«?Quien ha robado la varita magica?»
Los hombres, a coro:
«Nosotros no, nosotros no».
Los osos, a coro:
«Nosotros no, nosotros no».
El Rey:
«Salitre, ?tu sospecharias
quien esta organizando las orgias?»
Salitre:
«Me maravilla, Majestad, que tengas estos pensamientos
cuando deberiamos ocuparnos de asuntos mas serios».
El Rey:
«Y bien, Salitre, ?crees que han usado encantamientos
para robar en la Banca hasta el ultimo centimo?»
Salitre:
«?Basta, basta, Majestad, de todas estas cuitas!
He venido a traerte una buena noticia».
El Rey:
«?Oh, no! Dejame concluir con mi investigacion:
?quien creeis que sera del garito el patron?»
Los hombres, a coro:
«Rey, es mejor olvidar.
?Para que te quieres amargar?»
Salitre (mostrandole un papel):
«Mejor contempla, Majestad, este monumento.
?Espero que estaras contento!»
Era el dibujo de una estatua inmensa que representaba justamente a el, al Rey Leoncio. Y como tambien los osos estan hechos de carne y vanidad, todas las preocupaciones del Rey desvanecieronse de un golpe. «?Oh, mi buen Salitre!», exclamo conmovido. «Solo ahora comprendo cuanto me quieres. ?Pensar que por un momento he dudado de ti!» E inmediatamente olvido todos los problemas.
***
Esta vez -nos disgusta admitirlo, pero es asi-, el Rey Leoncio se comporto como un simplon. La idea del monumento le hizo perder literalmente la cabeza. Las demas preocupaciones desaparecieron como por encanto. ?Que importaban De Ambrosiis, o los delitos, o la timba! Leoncio envio inmediatamente un batallon de osos a las montanas para buscar el marmol, contrato ingenieros, albaniles y picapedreros, e hizo dar comienzo a los trabajos.
En breve, la inmensa estatua empezo a surgir piedra a piedra, en la cima de una colina que dominaba la ciudad. Se la podria ver a decenas de kilometros de distancia. Centenares de osos trabajaban dia y noche y cada poco tiempo el Rey visitaba las obras, donde el chambelan le daba toda clase de explicaciones. Muy pronto, piedra a piedra, se llego a la cabeza. El hocico del gigantesco oso comenzaba a perfilarse contra el azul del cielo. A bordo de globos aerostaticos y pequenos dirigibles los ingenieros volaban sobre la ciudad para juzgar el efecto.
«Pero, ?por que un hocico tan largo?», pensaba Leoncio. «Yo no tengo de ninguna manera un hocico tan largo. Se diria mas bien que se va pareciendo a Salitre, vista desde lejos».
No obstante, no tenia valor para decirlo abiertamente, para no disgustar a nadie. Y la estatua dominaba ya majestuosamente la ciudad, el golfo y el mar lejano; dentro de pocos dias se podria hacer la inauguracion.
Pero como esta escrito que en la vida no se puede nunca estar tranquilo, un pequeno grupo de pescadores irrumpio en la plaza, presos de terror:
«?Socorro, socorro!», gritaban. «?Es el fin del mundo!»
Ha aparecido una inmensa serpiente de mar, cuentan, que, sacando fuera de las olas su desmesurado cuello hasta la ribera, se ha tragado ya tres casas y una iglesia, incluidos el parroco y el sacristan.
***
CAPITULO UNDECIMO
Los hombres:
Serpenton de mar
del mundo lejano,
?lagrimas o flores
vienes a entregarnos?
La serpiente: