El senor Bennet dejo escapar un suspiro y parecio encogerse en su silla. Pasaron unos momentos. Luego el hombre levanto ligeramente la barbilla y rompio su silencio.
– No es ningun secreto que Lizzy es mi hija favorita, senor Darcy. Le tengo un carino especial desde que nacio. Y creo que siempre sera asi. Su felicidad me preocupa mucho porque se que ella, mas que sus hermanas, sufrira terriblemente si se casa con un hombre que no aprecie su caracter y sea inferior a su inteligencia. Usted parece ser un hombre sincero y honorable. Si usted se ha ganado el corazon de Elizabeth, no le negare mi consentimiento.
– Gracias…
El senor Bennet levanto una mano para contener las palabras de gratitud de Darcy.
– Usted aspira a llevarse un tesoro poco comun, senor Darcy -dijo el senor Bennet-, pero se lo advierto, senor, solo sera suyo si es usted mas sabio que la mayor parte de los hombres.
– Asi es, senor. -Darcy se inclino ante la sagacidad de la advertencia del padre de Elizabeth-. Amo a Elizabeth por encima de todas las cosas. No le decepcionare.
– Entonces usted sera el mas afortunado de los hombres, senor Darcy. -Miro al caballero con ojos cansados-. Tiene usted mi consentimiento.
– Gracias, senor. -Darcy volvio a inclinarse. Pero en lugar de tenderle la mano para estrechar la de Darcy o hablar sobre la dote de Elizabeth, su futuro suegro se dirigio hasta la puerta de la biblioteca y la abrio.
– Por favor, digale a Elizabeth que venga -le dijo el senor Bennet a Darcy.
– ?Fantaseando, senor Darcy? -Darcy se giro al oir la adorada voz de Elizabeth. Aquella era la tercera vez en los tres dias que habian transcurrido desde su compromiso que estaba esperandola afuera, mientras ella iba a buscar su sombrero para acompanarla en lo que se habia convertido en su paseo diario, y habia caido en una especie de ensonacion, en la cual el tema principal era lo poco que se merecia su buena fortuna. Pero alli estaba ya ella, con la cara sonriente y los ojos brillantes de alegria bajo el inoportuno sombrero.
– ?Vamos! -ordeno el con una sonrisa, senalando con la barbilla hacia el sendero. Cuando ya no podian verlos, Darcy estiro la mano y descubrio que Elizabeth estaba pensando lo mismo. Se tomaron de la mano y comenzaron a caminar rapidamente. Al principio, apresuraron el paso en medio de risas nerviosas, por su ansiedad por escapar a la mirada de los demas, pero una vez que lograron su objetivo, disminuyeron el ritmo; y la realidad de su complicidad invadio su espiritu con una calida sensacion de intimidad. Darcy sentia una alegria hasta entonces desconocida y buscaba una manera de comunicarsela a Elizabeth, mas alla de las palabras sencillas que acudian a su mente. Ella se merecia un soneto, pero el no era poeta. Acababa de decidir que las frases sencillas con que podia expresar sus sentimientos eran mejores que el silencio, cuando Elizabeth hizo que lo olvidara todo con una pregunta.
– ?Cuando comenzaste a enamorarte de mi? -pregunto, enarcando la ceja de manera provocativa. Darcy la miro a la cara y sonrio-. Comprendo que una vez en el camino siguieras adelante -continuo diciendo Elizabeth con entusiasmo-, pero ?cual fue el primer momento en que te guste?
– No puedo concretar la hora, ni el sitio… -contesto Darcy y luego se rio, al ver la expresion de impaciencia de Elizabeth a causa de su indecision. Se detuvo y se inclino para mirarla a los ojos-. Ni la mirada, ni las palabras que pusieron los cimientos de mi amor. Ha pasado mucho tiempo. Estaba ya medio enamorado de ti, antes de saber que te
– Pero ?cuando te diste cuenta de que estabas medio enamorado? -Elizabeth fruncio los labios y lo miro.
– No estoy completamente seguro, senora. -Se quedo callado y la miro con suspicacia-. Pero probablemente fue el dia en que me converti en ladron.
– ?Ladron! -Elizabeth se rio-. ?Un hombre que lo tiene todo! ?Por que querria usted convertirse en ladron, senor?
– Yo era un hombre que
Elizabeth se sonrojo al oir el cumplido, pero no permitio que eso la detuviera.
– ?Y que hay de ese robo?
– ?No pensaras mal de mi si lo confieso? -Darcy fingio que estaba nervioso, encantado con su juego.
– Aun mejor, ?actuare como tu confesora! -A Elizabeth le encanto la idea-. ?Confiesa, que yo te absolvere!
Darcy se volvio a reir.
– ?Recuerdas que libro estabas leyendo en la biblioteca de Netherfield cuando tu hermana se puso enferma?
Ella nego con la cabeza.
– Con tal cantidad de libros, ?quien podria recordarlo? Solo estuve alli unos minutos.
– ?Estuviste el tiempo suficiente para hacerme perder la concentracion por completo! ?Creo que tuve que repetir tres veces cada pagina para entender lo que leia! No, estuviste un buen rato y dejaste algo para marcar la pagina en la que ibas.
De pronto el recuerdo parecio iluminar la cara de Elizabeth.
– Unos hilos… en un volumen de Milton. ?Ya recuerdo! -Elizabeth arrugo la frente-. ?Volvi a buscar el libro, pero no pude encontrar la pagina!
– Eso fue a causa de mi robo. Yo me los lleve… y los guarde durante meses… aqui. -Darcy se dio una palmadita en el bolsillo del chaleco-. Me los enrollaba en el dedo y los guardaba en mi bolsillo, cuando no los estaba usando como marcapaginas.
– ?Y donde estan ahora? -Elizabeth levanto la vista para mirarlo, con una sonrisa dulce.
– Espero que formen parte del nido de algun pajarillo. Cuando senti que ya no podia seguir atormentandome con ellos, los arroje al viento, durante la primavera pasada, cuando iba rumbo a Kent. -Darcy se rio con pesar-. Finalmente habia decidido olvidarte. Deshacerme de esos hilos iba a ser el principio. ?Pero no me sirvio de mucho! -Se llevo la mano de Elizabeth a los labios y la beso con fervor-. Porque alli estabas tu, mi adorada Elizabeth, la realidad tras esos hilos, y yo quede completa e irremediablemente perdido.
– ?Cuidado, Fletcher, tiene que dejarlo respirar! -El coronel Fitzwilliam acudio perezosamente al rescate de su primo, desde la seguridad de una silla que estaba al otro lado del vestidor de Darcy, en Netherfield.
– Mi querido coronel, le aseguro que puede respirar -protesto Fletcher-. Listo, senor -le indico a su amo-, solo una vuelta mas y podra bajar la barbilla, pero lentamente, senor, lentamente. -Darcy resoplo pero obedecio-. Asi, senor. ?Si! ?Observe, senor! -Fletcher le enseno un espejo que mostro un exquisito arreglo de dobleces, nudos y vueltas que adornaban el cuello de Darcy y caian con elegancia sobre su chaleco.
– ?Como se llama, buen hombre? -pregunto Dy, mientras se acercaba los impertinentes a los ojos y observaba la nueva obra maestra con interes.
– El
– ?Felicidad? Eso es audaz, pero el
– ?Trato hecho! -contesto el novio, volviendose a mirar en el espejo. A pesar de todas las incomodidades, tenia buen aspecto; y, despues de todo, era el dia de su boda. Darcy movio la cabeza hacia ambos lados para probar si le apretaba. Era soportable-. Richard, ?que opinas tu? -dijo por encima del hombro.
El coronel Fitzwilliam dejo su comodo puesto de observacion y se acerco cautelosamente. Cruzo los brazos y estudio a su primo con gesto pensativo.
– No es un uniforme -los hombres silbaron al oir eso-, pero Fletcher es un genio, como todo el mundo sabe. -Sonrio-. Estas estupendo, primo. ?La senorita Elizabeth dira «Acepto» solo por ver tu corbata! -Darcy le arrojo una toalla.
– Gracias,