Georgiana, su querida hermana, habia evitado presionarlo para que le contara detalles de su estancia en la propiedad de lord Sayre. Se habia propuesto hacerlo sentir muy comodo en casa y, con la ayuda de Brougham, que reanudara sus actividades sociales cotidianas. A las dos semanas de haber regresado, Darcy la acompanaba a conciertos, recitales y exposiciones de arte, mientras que Dy lo habia arrastrado al salon Jackson, el establecimiento de su maestro de esgrima, a varias reuniones y, unas cuantas noches antes, a un combate de boxeo bastante ilegal en el que se hacian apuestas. Entre el humor sarcastico de Dy y su infalible olfato para la intriga, y el tranquilo carino de Georgiana, Darcy se habia recuperado por completo de aquella terrible experiencia. Algunas veces lo asaltaban oscuros remordimientos. La revelacion de la verdadera profundidad de su odio hacia George Wickham, que habia estado tan cerca de acabar con la vida de su hermana y habia envenenado a Elizabeth contra el, le resultaba casi tan espantosa como el recuerdo de lo cerca que habia estado de rendirse a las apasionadas tentaciones que le habia ofrecido lady Sylvanie Sayre. Pero tal como Richard habia vaticinado, ahora la evocacion de todo eso parecia solo un mal sueno, y a el le resultaba cada vez mas facil ignorar todos aquellos desagradables recuerdos.

Sin embargo, eso no significaba que todo estuviese en orden. Uno de los problemas de los que esperaba haberse librado habia vuelto a aparecer casi tan pronto como habia regresado a Londres; porque solo dos dias despues de su vuelta se habia encontrado con su amigo Charles Bingley. La alegria de Bingley al ver que Darcy habia regresado habia sido tan sincera, y su caracter sencillo y franco contrastaba tanto con la de aquellos con quienes habia estado la ultima semana, que acepto enseguida una invitacion a pasar una noche cenando «en familia». Pero Darcy y Georgiana apenas se habian quitado los abrigos, cuando la hermana de Charles, la senorita Caroline Bingley, lo habia asaltado para susurrarle con voz entrecortada que ya no habia podido eludir durante mas tiempo una visita de la senorita Jane Bennet y que habia tenido que invitarla finalmente el sabado, le pedia con urgencia cualquier consejo que pudiera darle para manejar aquel desagradable asunto.

Tras observar durante un instante los calculadores ojos de la dama, Darcy le habia respondido que no podia entender como era posible que ella necesitara su opinion, asegurandole que confiaba plenamente en su capacidad para acabar con las pretensiones de una jovencita tan poco sofisticada como la senorita Bennet. Darcy podia dudar del amor que la senorita Bennet sentia por Bingley, pero estaba seguro de su capacidad intelectual. Y cuando la muchacha tuviera ocasion de asistir a una de las representaciones de la autoritaria Caroline, sabria enseguida que la amistad habia llegado a su fin. A pesar de todo, la impertinencia de la senorita Bingley le habia resultado tan molesta que habia pasado el resto de la velada muy incomodo, tratando en vano de hacer desaparecer el recuerdo de Elizabeth Bennet que la peticion de la senorita Bingley habia invocado y habia hecho aparecer entre las personas con las que casi siempre la habia visto.

Y ahora Darcy y Fitzwilliam se dirigian a visitar a la tia Catherine. Aquellas visitas reglamentarias habian comenzado cuando Darcy era un nino, y tenian lugar en compania de sus padres y Richard, cuya naturaleza rebelde sufria misteriosamente una parcial pero notoria transformacion cuando estaba con el senor Darcy. Luego la visita habia continuado en compania de su padre y Richard. Y ahora, el y su primo habian asumido el papel de su padre como consejeros de lady Catherine. Aquel cometido requeria la presencia de ambos, e incluso asi Darcy no estaba seguro de que sus sugerencias fuesen tomadas en consideracion, como sucedia con las de su padre. El placer con que su tia los recibia no tenia mucha relacion con el mantenimiento o la productividad de Rosings, pero si mucho que ver con las expectativas que ella tenia para su hija Anne con respecto a el. Darcy compadecia sinceramente a su prima Anne y le deseaba lo mejor, pero no sentia tanta compasion por ella como para estar dispuesto a ofrecerle una salida a traves de una propuesta de matrimonio. La tia Catherine podia sonreir y hacer las insinuaciones que quisiera, pero…

– Darcy, ?que es eso que siempre estas acariciando?

– ?Que? -Darcy tuvo que volver bruscamente a la realidad para fijarse en lo que sucedia en el interior del carruaje.

Fitzwilliam habia dejado el periodico a un lado y ahora senalaba la mano de Darcy.

– Ahi, en el bolsillo del chaleco. ?Y no me digas que no es nada! Te he visto jugueteando con eso todo el tiempo durante varios meses y me esta volviendo loco.

– ?Esto? -Darcy podia sentir el calor de su cara enrojecida mientras sacaba del bolsillo los hilos de bordar, que ya estaban gastados y se habian vuelto fragiles de tanto acariciarlos. ?Maldito Richard! ?Como le iba a explicar aquello?

– ?Ahora te gusta bordar? -bromeo Fitzwilliam, cuando vio la trenza de hilos de colores. Darcy le dirigio una mirada furibunda y volvio a guardarsela en el chaleco-. ?Vamos, Darcy! Seguro que es el recuerdo de una dama y tienes que contarme los detalles ahora mismo. -Se froto las manos con vigor-. Porque este inquisidor no descansara hasta que confieses todo. ?Pido las empulgueras?

– ?Eres un pillo!

– Para ti, soy el excelentisimo padre inquisidor -replico riendose Fitzwilliam, pero no se dejo distraer. Enseguida se inclino hacia delante, apoyo los codos en las rodillas y dijo-: Desde el principio, vamos.

Darcy le lanzo una mirada como para congelarle la sangre en las venas. Pero, inmune a esa estrategia que ya conocia, Richard se puso serio, lo miro con severidad y completo su gesto interrogante enarcando una ceja.

– Desde el principio -repitio con una voz aterradora que recordaba la de un temible inquisidor-. ?Rapido o empezare a pensar que se trata de algo serio!

Darcy se puso todavia mas colorado y durante un instante sintio algo parecido al panico. ?Algo serio? La imagen de los encantadores rizos recogidos con una cinta adornada con rosas diminutas y el recuerdo del placer de sentir la mano enguantada de Elizabeth entre las suyas se fundieron durante un segundo y lo hicieron moverse inquieto en el asiento. Lo ironico era que el no estaba pensando en Elizabeth mientras acariciaba los hilos, pero la curiosidad de Richard lo habia sorprendido y habia despertado en el una serie de pensamientos y sensaciones que, segun estaba a punto de confesar, habian cobrado vida propia. ?Por Dios, ahora no!, se reprendio Darcy, al ver que esas imagenes se apoderaban de el sin que pudiera detenerlas. ?Ten un poco de dignidad, por favor! Darcy volvio a mirar a su primo y vio que este lo observaba divertido, mientras tomaba nota de su creciente agitacion.

– ?Triunfo absoluto! -aullo Fitzwilliam, recostandose en el asiento-. Por fin te he puesto en una situacion que te ha hecho ruborizar y te ha dejado sin palabras. ?Quien es esa dama tan especial? -La acertada deduccion de Richard arrastro a Darcy a las tormentosas aguas de la negacion, pero el prematuro aire triunfalista de su primo le sirvio para salir de la confusion y encontrar al mismo tiempo una estrategia para eludir la verdad.

– Estas muy equivocado si crees que esto es el simbolo del favor de una dama. -Darcy imprimio a su voz el tono mas desinteresado que pudo. Al menos esa parte era verdad, y el hecho de decirlo lo ayudo a calmarse. Haber podido ejercer aquella pequena dosis de control contribuyo a alejar los fantasmas-. Si me sonroje fue por la verguenza que me produjo recordar la indiscrecion de un amigo, cuya imprudencia requirio que yo me involucrara en un asunto muy delicado: un rescate o una interferencia, como quieras llamarlo, antes de que el cometiera un grave error de juicio.

La expresion del rostro de Fitzwilliam mostraba que no iba a quedar satisfecho con esa explicacion tan vaga.

– ?Un error de juicio? Pero -insistio- hubo una dama involucrada, ?no es asi?

– Si, hubo una dama involucrada. -Darcy suspiro. Era imposible disuadir a Richard si notaba que habia una dama en el fondo del asunto. Tendria que darle mas detalles-. Mi amigo estuvo a punto de ponerse en una situacion de tener que proponerle matrimonio a una joven que tiene una posicion y una familia totalmente inapropiadas.

– Ah -respondio Fitzwilliam con consternacion-, ese si que es un problema. -Hizo una pausa y miro por la ventana, mientras el coche se sacudia a causa de un bache en el camino, y luego volvio a mirar a Darcy con una chispa de picardia en los ojos-. Pero dime, viejo amigo, ?era bonita?

Darcy miro a su primo de reojo.

– ?Bonita! Richard, ?es lo unico en que se te ocurre pensar? -Fitzwilliam lo miro con malicia y se encogio de hombros-. Si -replico Darcy con tono de exasperacion-, si quieres saberlo, era una criatura favorecida por la naturaleza y de temperamento dulce, ademas. Pero juro que ella no lo quiere, al menos no tanto como el pensaba. -Darcy se quito los guantes y los aliso, antes de dar el golpe de gracia-. Siendo asi, el inconveniente mayor era su familia, por no mencionar su escasa fortuna.

– Seguramente un hombre puede soportar a la familia de lejos, siempre y cuando la dama sea agradable y la fortuna no sea un impedimento.

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