James Ellroy
El gran desierto
Estaba escrito que yo deberia permanecer fiel a la pesadilla de mi eleccion.
JOSEPH CONRAD
PRIMERA PARTE
1
Cayeron chaparrones antes de medianoche. Los truenos ahogaron los bocinazos y la algarabia que habitualmente saludaban el Ano Nuevo en el Strip. El ano 1950 llego al cuartel de policia de Hollywood Oeste con una oleada de denuncias y llamadas a ambulancias.
A las 12.03, un choque multiple en Sunset y La Cienega, con un saldo de media docena de heridos; los agentes que acudieron obtuvieron el testimonio de varios testigos presenciales: los culpables de la colision eran el payaso del DeSoto marron y el mayor del ejercito que viajaba en su coche oficial de Camp Cooke; ambos conducian sin manos y llevaban perros con sombreros de cotillon en el regazo. Dos arrestos, una llamada a la perrera de la calle Verdugo. A las 12.14, un taller abandonado se derrumbo en Sweetzer, y los escombros de material barato humedecido mataron a una pareja de adolescentes que se besuqueaba en el sotano: dos cadaveres al deposito del condado. A las 12.29, un letrero de neon que representaba a Santa Claus y sus ayudantes sufrio un corto circuito; el cable electrico escupio llamas hacia su extremo interno -un enchufe conectado a un laberinto de adaptadores que alimentaban un enorme y luminoso arbol de Navidad y un mural navideno- produciendo graves quemaduras a tres ninos que apilaban regalos envueltos en papel absorbente junto a un Nino Jesus que relucia en la oscuridad. Un coche de bomberos, una ambulancia y tres coches del Departamento del sheriff en el lugar del suceso; un pequeno conflicto jurisdiccional cuando aparecio la policia de Los Angeles, pues un novato penso que ese domicilio de Sierra Bonita Drive era territorio de la ciudad, no del condado. Luego cinco sujetos que conducian ebrios; una tanda de borrachos y alborotadores cuando cerraron los clubes del Strip; un asalto a mano armada frente a Dave's Blue Room: las victimas, dos patanes de Iowa que visitaban la ciudad por el Rose Bowl; los delincuentes, dos negros que huyeron en un Mercedes 47 con guardabarros rojos. Cuando la lluvia amaino, poco despues de las 3.00, el detective Danny Upshaw, agente de guardia, pronostico que los 50 serian una decada de mierda.
Salvo por los borrachos y otros revoltosos encerrados en la celda, estaba solo. Todos los coches patrulla, con insignias o sin ellas, estaban de servicio; no habia cadena de mando, ni secretaria, ni policias de paisano. Ningun polizonte uniformado alardeando acerca de su esplendido trabajo: Sunset Strip, mujeres llamativas, cestos de Navidad de Mickey Cohen, el problema jurisdiccional con el Departamento de Policia de Los Angeles. Nadie que frunciera el ceno cuando el cogiera sus textos de criminologia: Vollmer, Thorwald, Maslick, el examen de la escena del delito, el analisis de las manchas de sangre, como registrar un cuarto de seis metros por ocho en una hora.
Danny se puso a leer, despues de apoyar los pies en el escritorio y de bajar el volumen de la radio que lo mantenia en contacto con los coches patrulla. Hans Maslick hacia digresiones sobre el modo de tomar huellas digitales cuando habia quemaduras en los dedos, los mejores compuestos quimicos para extraer costras de tejido sin chamuscar la piel donde estaba el dibujo de la huella. Maslick habia perfeccionado esta tecnica despues del incendio de la carcel de Dusseldorf en 1931. Tenia muchos cadaveres y muestras con que trabajar; en las cercanias habia una fabrica quimica, con un ambicioso asistente de laboratorio ansioso de ayudarlo. Juntos trabajaron deprisa: soluciones causticas que quemaban los tejidos, compuestos menos abrasivos que no penetraban en la carne cicatrizada. Mientras leia, Danny garrapateaba simbolos quimicos en una libreta; se imagino a si mismo como ayudante de Maslick, trabajando a la par con el gran criminologo, que le daria un abrazo paternal cada vez que hiciera una brillante deduccion logica. Pronto relaciono su lectura con los chicos quemados frente al mural navideno: actuaba solo, tomando huellas de dedos diminutos, cotejandolas con los registros de natalidad, una precaucion que tomaban en los hospitales por si cambiaban de lugar a los recien nacidos.
Jefe, tenemos un problema.
Danny alzo los ojos. Hosford, agente uniformado a cargo de la frontera noreste de la division, estaba en la puerta.
– ?Que? ?Por que no me avisaste?
– Lo hice. Su radio debe…
Danny oculto el texto y la libreta.
– ?De que se trata?
– Un muerto. Lo encontre en Allegro, a casi un kilometro del Strip. Cielo santo, jamas habia visto…
– Quedate aqui. Voy para alla.
Allegro era una estrecha calle residencial donde los patios de estilo espanol se combinaban con obras en construccion con letreros que prometian VIVIENDAS DE LUJO de estilo Tudor, frances rustico y aerodinamico moderno. Danny la atraveso en su coche sin insignias y aminoro la velocidad cuando vio una barrera de vallas con luces rojas. Detras de las vallas, tres coches patrulla alumbraban con los faros un terreno lleno de hierbajos.
Aparco el Chevy junto a la acera y se aproximo caminando. Agentes con impermeable apuntaban sus linternas al suelo; el fulgor color cereza de las luces intermitentes iluminaba un letrero: PLANTACION ALLEGRO – TOTALMENTE OCUPADA PARA 1951. Las luces bajas de los coches patrulla formaban una marana de haces en el terreno, iluminando botellas vacias, maderas mojadas y papeles. Danny se aclaro la garganta; uno de los hombres se volvio y manoteo el arma con un ademan nervioso.
– Calma, Gibbs -dijo Danny-. Soy yo.
Gibbs enfundo la pistola, los otros policias se separaron. Danny observo el cadaver. Se le aflojaron las rodillas. Decidio actuar como un criminologo, sin desmayarse ni vomitar.
– Deffry, Henderson, alumbrad al cadaver. Gibbs, anota textualmente mis palabras.
»Sexo masculino, blanco, muerto. Edad aproximada, entre treinta y treinta y cinco anos. El cadaver esta en posicion supina, los brazos y las piernas abiertas. Se observan marcas profundas en el cuello, le han arrancado los ojos y las cuencas vacias rezuman una sustancia gelatinosa.
Danny se acuclillo junto al cadaver; Deffry y Henderson movieron las linternas para que viera mejor.
– Los genitales estan magullados e hinchados, hay marcas de mordeduras en el glande. -Palpo bajo la espalda del muerto y toco tierra mojada; tanteo el pecho cerca del corazon; la piel estaba seca y el cuerpo aun conservaba un resto de calor-. No hay humedad sobre el cadaver, y como ha llovido copiosamente entre la medianoche y las tres, podemos suponer que han dejado a la victima aqui durante la ultima hora.