– Ahi dentro hay camaras de fotos y de video. Y un cristal que da a la habitacion de Laura. Por el lado opuesto no es mas que un gran espejo.
– Voy a irme. -Dejo los cubiertos en el plato.
– No lo creo. Esto te interesa.
– ?Por que habria de interesarme?
– Era tu amiga. Es bueno saber que les pasa a los demas. En algun lugar del camino, Laura se torcio.
Respiraba con fatiga. No le gustaba oir la verdad. Por alguna extrana razon la molestaba mucho. O tal vez no fuese extrana.
– ?Hablas… en serio?
– Laura te propuso entrar en la Agencia Universal. Puede que tambien te quisiera en su casa unos dias para algo mas.
– Eres un cabron.
– No, el cabron es Alex.
– Ella estaba loca por el.
– Lo creo, y el lo sabia, vaya si lo sabia. Un tipo con suerte: todas se le enamoran. Planta, labia, un gancho que no me explico…
Yo seguia comiendo. Ella se habia detenido. Trate de convencerme a mi mismo de que era una simple chica joven, segura de si misma, pero tambien asustada, con problemas. Algo en mi interior me dijo que no me dejara seducir, ni convencer. Me pregunte si era mi defensa ante la belleza.
?Quien no tiene influencias, viejos cliches?
– Todo lo que me has dicho… ?es verdad? -pregunto.
– Todo.
– Asi que crees que Alex la mato.
– Yo no he dicho eso, aunque todo es posible.
– No, ahi te equivocas. El no pudo haberlo hecho.
– ?Por que?
– La queria. Puede que te resulte extrano si la utilizaba, pero… la queria. Y, aun suponiendo que la hubiese matado, que no es el caso, ?crees que la habria despedazado de esa manera? -Miro el plato y dejo de comer-. Alex no es asi.
– Entonces ?por que ha desaparecido?
– No lo se -reconocio.
– ?Tenia Laura llaves de su casa?
– Ni idea, aunque es de imaginar que si.
No queria volver a registrar el piso de Laura. Seria mejor romper la ventana del garaje de la calle Pomaret. De todas formas, esas llaves habrian debido estar en el bolso que yo registre por la manana, y alli no habia nada.
– ?Conociste a otros amigos de Laura de un tiempo a esta parte?
– No, todo ha sido muy reciente.
– ?Te hablo de alguien?
– Solo de su primer novio.
– ?Robi?
– ?Le conoces? -se sorprendio.
– Le he visto esta manana.
– Menudo cerdo. Te habras dado cuenta.
– Un infeliz. Solo eso.
– ?Y un cuerno! -salto-. Ese si es malo, retorcido, peligroso. ?No sabes que estuvo aterrorizando a Laura al comienzo, cuando ella se vino a Barcelona? Me lo conto porque un ex mio tambien se puso algo idiota. El tal Robi estuvo persiguiendola, acechandola, llamandola por telefono a horas increibles para saber si estaba sola, para pedirle que volviera. Cuando no se le echaba a llorar, la insultaba y le decia que la mataria.
– Pero de eso hace muchos anos.
– ?Y que? Hay gente que no olvida. Puede que la viese un dia de estos y todo volviese a su mente.
– ?No llamo a la policia la primera vez?
– No lo se, pero seguro que no. Me dijo que le daba pena, que le habia hecho dano y que seguro que lo estaba pasando muy mal. Luego me hablo de un segundo encuentro, en Barcelona, tres o cuatro anos despues. Laura iba acompanada y Robi se puso a insultarla, asi que el acompanante de Laura tuvo que darle. Eso fue todo.
Robi, Luis Martin, tambien el pasado contaba.
Reaparecio Tere con los segundos platos. Puso cara de preocupacion al ver que a Julia le habia sobrado comida.
– ?No estaba bueno?
– Oh, si, perdon. No tengo mucha hambre.
– Prueba esto: se deshace en la boca.
Era carne, maravillosamente preparada.
Volvimos a quedarnos solos y la atacamos. Julia tambien. La boca se nos hizo agua.
Antes de que pudiera volver a hablar lo hizo ella:
– Por favor -me suplico-. ?Vas a seguir recordandomelo todo?
Me resigne. Tenia razon. Mi obsesion a veces mata.
– Volveremos a quedar, te lo juro, pero por ahora ya es suficiente, Daniel.
En sus labios, sonaba bien.
– Esta bien -accedi-. Cenemos tranquilamente.
El silencio tambien fue hermoso de compartir.
XXV
Salimos del restaurante con el tiempo demasiado justo, y eso no me gusto. Mi idea era dar un vistazo al perimetro de la plaza de John Fitzgerald Kennedy antes de la cita, y, a poder ser, presenciar la llegada de mi misterioso interlocutor telefonico de la manana y de su Audi blanco. Sea como fuere, hacia rato que barruntaba la naturaleza del encuentro. La frase: «No se deje ninguno. Los quiero todos», era demasiado evidente. Tendria que dar alguna explicacion y no estaba muy seguro de que el hombre la entendiese. Pero no queria dejar ningun cabo suelto. Todos los candidatos servian.
El de la cita creia haber hablado con Alex. Pudo matar a Laura igualmente.
– ?Por que llevas eso ahi atras? -Julia senalo el aparatoso
– Lo encontre y pense echarle un vistazo.
– ?Un recuerdo?
– No.
Sonaba ridiculo.
– ?Vas a contarme adonde vamos ahora o es una sorpresa? -pregunto ella cuando puse en marcha el Mini.
– Debo ver a una persona en la plaza Kennedy, al final de Balmes. Es todo lo que se.
– ?Y quien es?
– No lo se, ya te digo. Llamo a casa de Laura mientras yo estaba alli y me tomo por Alex. No tuve tiempo de decirle nada. Quedamos a las doce y, por si acaso, voy a ir.
– Estas loco -alucino ella.
– Si, ?verdad? -le sonrei ensenandole los dientes.
– ?Puede saberse para que vas?
– Curiosidad, otro posible candidato a asesino… No lo se. Dijo que «los llevara todos».
– ?A que se referia?