– Pues… no se -miro a Santi y a Maximo en busca de ayuda.
– Era un hombre de unos treinta anos, puede que menos, no tengo buen ojo para eso -se adelanto Maximo-. Me parecio normal, vulgar. Todo fue muy rapido, y estaba oscuro.
– Era la primera vez… -trato de intercalar Santi.
– ?Alguna sena, color de ojos, de cabello, un tatuaje?
– Bajo, cabello negro y corto, vestia traje oscuro. Me choco porque hacia calor.
– Nariz aguilena -recordo Santi.
– ?Algun nombre?
– No.
– ?Cuanto os costo lo que comprasteis?
– Dos mil cada uno. Pedia dos mil quinientas, pero al comprar varias…
– ?Tomasteis todos?
– Oiga… -se incomodo Maximo.
– ?Se lo pregunto a vuestros padres?
– Tomamos todos -dijo Cinta.
– ?Como eran las pastillas?
– Blancas, redondas, tipo aspirina y mas pequenas, ?como quiere que…?
– Tenian una media luna grabada -manifesto Santi sabiendo a que se referia el inspector.
El hombre puso cara de fastidio.
– ?Una media luna?
– Si.
Chasqueo la lengua con mal contenida furia.
– ?Que pasa? -quiso saber Maximo.
– Nada que os importe -se aparto de ellos pensativo antes de agregar-: ?Donde fue?
– En el Pandora's.
– Muy bien -suspiro-. Dejadme vuestros telefonos y direcciones, y si recordais algo mas, llamadme -les tendio una tarjeta a cada uno-. A cualquier hora, ?de acuerdo?
No espero su respuesta y se alejo de ellos caminando con el paso muy vivo.
14
Volvieron a tropezarse con Eloy frente a la puerta de acceso a urgencias. Salia de la zona de las habitaciones, alla donde ellos no habian conseguido entrar, y pudieron percibir claramente las huellas del llanto en sus ojos. Tenia las mandibulas apretadas.
– ?La has visto? -se intereso Cinta.
– Si.
Iba a preguntar algo mas, pero no lo hizo al ver la cara de su amigo. Por el contrario, fue el quien formulo la siguiente pregunta.
– ?Habeis llamado a Loreto?
– Si.
– ?Que ha dicho?
– Hemos hablado con su madre. No ha querido despertarla. Solo le faltaba esto tal y como esta ella.
– ?Teneis alguna pildora mas de esas? -pregunto de pronto Eloy.
– No.
– Los medicos no saben que habia en ella, cual era su composicion. Si pudieramos conseguir una, tal vez…
– Si, ya lo sabemos -asintio Santi.
– ?De veras crees que una pastilla ayudaria a…? -apunto Cinta.
– ?No lo se, pero se podria intentar!, ?no?
No oculto su impotencia llena de rabia. Frente al abatimiento y la desesperanza de Cinta, Santi y Maximo, todo en el era puro nervio, una ansiedad mal medida y peor controlada.
– ?Adonde ibais? -les pregunto de nuevo.
– A casa, a dormir un poco -suspiro Cinta.
Eloy no la miro a ella, sino a Maximo.
– ?Os vais a dormir? -espeto.
– ?Que quieres que hagamos?
– ?Ella esta muriendose y vosotros os vais a dormir tan tranquilos? -insistio el.
– ?Estamos agotados, tio! -protesto Maximo.
Parecia no poderselo creer.
– ?Te pasas los fines de semana enteros bailando, de viernes a domingo, sin parar, y ahora me vienes con que estas agotado un sabado por la manana? -levanto la voz preso de su furia.
– Ya vale, Eloy -trato de calmarlo Santi.
– Todos estamos…
Nadie hizo caso ahora a Cinta. Eloy seguia dirigiendose a Maximo.
– Fuiste tu quien compro esa mierda, ?verdad?
– Oye, ?de que vas?
– ?Fuiste tu!
– ?Y que si fui yo, eh? -acabo disparandose Maximo-. ?Que pasa contigo, tio?
– ?Maldito cabron!
Se le echo encima, pero Santi estaba alerta, y era mas fuerte que el. Lo detuvo y lo obligo a retroceder, mientras Cinta se ponia tambien en medio, de nuevo llorosa y al borde de un ataque de nervios.
– ?Por favor, no os peleeis, por favor! -grito la muchacha.
– Vamos, Eloy, calmate -pidio Santi-. No ha sido culpa de nadie. Y tampoco ha sido culpa suya. Fue Raul el que trajo al tipo y el que…
– ?Estaba ahi ese imbecil? -abrio los ojos Eloy.
– Si -reconocio Santi.
La presion cedio, los musculos de Eloy dejaron de empujar y Santi relajo los suyos. Maximo tambien respiro con fuerza, apretando los punos, dandoles la espalda mientras daba unos pasos nerviosos en torno a si mismo. Cinta quedo en medio, abrazandose con desvalida tristeza.
Fue en ese momento cuando las puertas de urgencias se abrieron de par en par y, corriendo, entraron varias personas llevando a un nino lleno de sangre en los brazos.
El lugar se convirtio en un caos de gritos, voces y carreras.
15
El doctor Pons le tendio el pliego de hojas.
– Desde luego, no es Metilendioximetaanfetamina, sino Metilendioxietanfetamina.
El inspector Espinos alzo la vista del analisis de sangre.
– No es extasis -aclaro el medico-, sino eva.
– Bueno, eso ya me lo imaginaba -reconocio el policia-. La gente sigue llamandolo extasis pero…
– Lo malo es que ahora que teniamos el extasis bastante estudiado… -hizo un gesto de desesperanza el