incluso dibujaban astronautas en su cultura ancestral.

Podian pasarse horas hablando de todo aquello, especialmente porque Haruk Marawak era un buen interlocutor, y pragmatico, realista. Tanto como ella, pero en diferente plano, porque ella conocia sus origenes.

Y sabia que alla afuera, en el universo, estaban ellos.

– Ha sido una velada muy instructiva -admitio Joa.

– ?Que busca usted, senorita Mir?

La pregunta la pillo desprevenida.

– ?He de buscar algo?

– Todos buscamos algo.

– Entonces supongo que lo que busca todo el mundo: respuestas.

– ?A que preguntas?

Sostuvo su mirada. Hasta que el forzo una nueva sonrisa, asintio, suspiro y se incorporo despacio. Le tendio la mano, quiza para estrecharsela, quiza para ayudarla a levantarse.

– Me quedo cinco minutos mas -Joa se la estrecho-. Gracias, Haruk. Por todo.

El egipcio inclino la cabeza y luego dio media vuelta dejandola sola.

Tenia bastante en que pensar.

15

Por la manana, a primera hora, salieron del Valle de los Reyes. Un chofer egipcio que no hablaba ingles, frances ni espanol fue el encargado de conducirlos. A el, primero, a la Terminal del aeropuerto de Luxor. A ella, despues, hasta Karnak.

Carlos Nieto se despidio en la puerta de acceso, al pie del vehiculo. Regresaba a El Cairo y luego a Espana. Quiza nunca mas volviese a saber de su persona. Como barcos que se cruzan en el mar.

– Gracias por estar a mi lado -la abrazo con solemnidad y un deje de calida ternura.

– Tu padre… -habia preparado un discurso que murio antes de nacer.

– No digas nada -el hijo de Gonzalo Nieto hizo un gesto de pesar y rendicion-. Espero que si la policia atrapa a sus asesinos se pudran en el infierno. El resto…

Era un hombre extrano. Llevaba la derrota impresa en la frente.

– Cuidate, Carlos -le beso afectuosamente en la mejilla.

Al separarse vio el brillo en sus ojos. Y ya no hubo mas.

Le vio entrar en la Terminal sintiendose culpable. No solo por aquella muerte de la que se hacia responsable a si misma, sino porque conocia el ultimo secreto del arqueologo muerto, la presencia de una mujer en su vida, y habia preferido callar, como Haruk Marawak, por precaucion en este caso. Ignoraba como se tomaria Carlos el hecho de que su padre tuviera una amante.

0 lo que fuera Shasha Bayik.

– A Karnak -ordeno al chofer una vez perdida la ultima imagen de Carlos Nieto en la distancia.

El trayecto fue breve. El templo de Karnak estaba al norte de Luxor, Tebas en la Antiguedad. Su imponente figura y su columnata se divisaban desde muchas partes, frente al Nilo y las islitas que lo jalonaban, al sur de Denderah y su mitologia. Aquel era un meandro impresionante del Nilo -de hecho, el unico, porque el rio venia a ser como una larga linea recta atravesando la tierra-, una especie de peninsula en cuyo sudeste quedaba el Valle de los Reyes, la necropolis de Tebas. Alli cada piedra, cada grano de arena, rezumaba historia.

Joa le pidio al chofer que esperase en la explanada de la entrada. Una larga fila de tiendas a su izquierda la sorprendio por doble motivo: primero por su sordidez y angostura; segundo porque, al verla, salieron por sus puertas un enjambre de vendedores llamandola para que entrara en ellas, a gritos. Estaba sola. No habia mas turistas a la vista, quiza por la hora o porque los barcos del Nilo no habian soltado sus cargas.

Paso de ellos y entro en el monumental conjunto atravesando la doble puerta principal exterior y la de Ptolomeo a continuacion. No queria precipitarse ya en pos de la columna con la cruz hallada en la tumba TT47. Queria embeberse de aquella maravilla. Necesitaba paz de espiritu. Mas que nunca deseo que David estuviera a su lado, para cogerle de la mano, sentirle, o besarle en un rincon y dejar un poco de si mismos en aquella inmensa historia labrada en piedras.

Cuando comenzaron a llegar los autocares de turistas prefirio no esperar mas.

Conto las columnas. Los arqueologos le habian dicho que la que le interesaba era la novena por el lado izquierdo. Cada una era distinta de las demas, y pese a hallarse a la intemperie, y a perdurar a traves de los tiempos, su estado era maravilloso aun faltando detalles o frisos en algunas. Al detenerse en la novena columna la rodeo buscando la cruz. Su corazon iba mas rapido que de costumbre, y sabia que era su intuicion la que le aceleraba el pulso.

Encontro la cruz en la parte baja. Exactamente igual que la de la tumba pero mas pequena, aunque se reconocian los cuatro dioses. Lamentablemente apenas si quedaban colores y faltaba parte de la columna por el lado derecho y por encima, asi que era imposible ver el marco global en el que la cruz estaba situado. Por el lado izquierdo las figuras que identifico eran dispares y estaban colocadas en distintos planos, dos signos y una estela.

Por la parte inferior vio un jeroglifico completo

Tenia que copiarlos y averiguar su significado.

Iba a quitarse la bolsa que cruzaba sobre su pecho y que colgaba del otro hombro, para sacar el boligrafo y un papel, cuando sintio la presencia.

El aliento del peligro.

Tuvo tiempo de volver la cabeza antes de incorporarse de golpe, porque el arabe que tenia a menos de un metro de ella, mirandola con expresion alucinada, era el mismo que habia visto en El Cairo despues de hablar con Carlos Nieto la primera vez, mientras buscaba un cybercafe para descubrir el significado de la nota echada bajo su puerta. Le reconocio: treinta y tantos, chilaba blanca, barba generosa…

Y estaba alli, en Karnak, a una eternidad de la capital.

– ?Que quiere? -se atrevio a preguntarle.

Lo esperaba todo, que echara a correr o incluso que la agrediera, pero no que la gritara. Como un loco.

Fueron apenas diez segundos de gritos, ojos inyectados en sangre, el cuerpo sacudido por la ira, los punos cerrados y agitados como mazas delante de su cara… Joa pego su espalda a la columna del templo. No se atrevia a moverse.

Por detras del arabe aparecio un guia turistico con su banderita al viento y un grupo siguiendole.

El guia dijo algo en voz alta.

Fue suficiente para que el presunto agresor, ahora si, se marchara corriendo por el lado contrario.

– Are you OK?

Joa intento serenarse. Logro centrar su atencion en el hombre de la banderita que a pesar de su aspecto egipcio la hablaba en ingles. Los turistas, todos de piel muy blanca y cabellos claros, quiza nordicos, observaban la escena con curiosidad.

– Si, si, perfectamente, gracias. ?Ha entendido lo que decia?

– Ojos impuros no pueden ver ni tocar cruz del Nilo.

– ?Decia eso?

– Si.

– ?Sabe que significa? -se aparto de la columna para senalarle la cruz.

– No -el guia puso una cara inexpresiva.

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