capacidad, la forma en que se entrego siempre a su pasion. Pero no puedo aplaudirle ni celebrar sus exitos porque ellos iban en detrimento de nuestra felicidad -la miro con fijeza-. ?El tuyo no fue asi?

– En parte si, pero yo tuve una buena relacion con el. Me sentia orgullosa de su trabajo, y cuando regresaba y me contaba lo que habia hecho, encontrado o visto… Yo siempre anhelaba ir con el.

– ?Te llevo?

– A veces si, en viajes cortos, o en verano.

– Tuviste suerte.

– ?Tu crees? -su sonrisa fue cansina.

– Yo intente seguir sus pasos, apasionarme por la arqueologia, pero me quede a medias. Por mas que me esforzaba…, me faltaba algo. Y ahi se quebro el unico hilo que nos habria unido a ambos. Me quede en la superficie, tengo conocimientos, he leido, he viajado, pero he acabado siendo la oveja negra.

– No digas eso.

– Tengo una agencia de viajes, Georgina. A eso ha quedado reducida mi posible vocacion por la historia o el mundo en general. Hace tres meses rompi con mi pareja y me quede solo. Ahora esto. Quiero ir al Valle de los Reyes, recoger las cosas de mi padre y regresar a Espana con su cuerpo lo antes posible. Todo esto… -hizo un gesto de impotencia abarcando el mundo en general-. Lo unico bueno es estar contigo. Te has convertido en una mujer preciosa.

– Gracias -se puso roja.

– ?Tienes a alguien?

– Si.

– ?Donde esta?

– En Barcelona. Es profesor.

Carlos Nieto parecio hundirse un poco mas, como si una puerta entreabierta apenas levemente se hubiera cerrado de nuevo. Por alguna razon inexplicable, Joa sintio lastima de el. Recien separado. Sin un lugar en el mundo. Sin olvidar a su madre muerta anos atras y a su padre muerto ahora.

Al menos tenia tumbas a las que llevar flores. Los suyos estaban vivos, en algun lugar de la galaxia.

Alucinante.

– ?De verdad no tienes ni idea de lo que sucedio con tu madre ni con tu padre?

De nuevo la asalto la duda de si contarselo o no.

Queria que Carlos entendiera por que estaba alli, por que Gonzalo Nieto la habia llamado y por que estaba muerto.

Y no se atrevia.

– No -mintio una vez mas-. Es un misterio.

– Por lo visto, mi padre si sabia algo -bajo la cabeza con aire de derrota.

Joa puso su mano derecha sobre las suyas y se las presiono.

Ya no hubo mas, porque llamaron a los pasajeros para el embarque. Subieron disciplinadamente al avion, ocuparon sus asientos y en unos minutos el aparato alzo el vuelo. No era ni grande ni moderno. Dejaba mucho que desear. Pero el dia era placido, sin nubes en el cielo y con una visibilidad ilimitada. Apoyada en el cristal de la ventanilla Joa vio como alcanzaban el Nilo por el sur de El Cairo y, con el a su derecha, oteo el milenario paisaje que durante siglos fue la cuna de una civilizacion.

Habia resuelto el enigma maya.

?Con que iba a encontrarse ahora alli?

En el espacio delantero, junto a la inevitable bolsa para los mareos y un plastico con las normas de seguridad del avion, encontro una revista usada y vieja. La tomo maquinalmente y nada mas abrirla se encontro con un mapa del norte de Egipto, desde Alejandria y El Cairo hasta Luxor, Karnak y el Valle de los Reyes. Lo observo con curiosidad.

– Joa -capturo su atencion Carlos Nieto.

– ?Si?

– Si en la tumba que estaban excavando mi padre vio algo…, no tiene mucho sentido que le mataran, ?verdad? Tambien debieron de verlo sus companeros. Y tu vas a verlo ahora.

Era uno mas de los muchos interrogantes que la asaltaban.

No sabia si el mas esencial o no.

Salvo que solo ella pudiera interpretarlo.

Se escudo en su silencio y volvio a apoyar la frente en la ventanilla.

No volvieron a hablar hasta su llegada a Luxor, con el Valle de los Reyes al otro lado del Nilo.

13

En el aeropuerto de Luxor los esperaba un todoterreno con dos de los arqueologos espanoles companeros de Gonzalo Nieto. Sus caras lo decian todo. Estupor, consternacion, abrazos, pesames… Uno se llamaba Bernardo Cifuentes y era un hombre de unos sesenta anos. El otro, Juan Pedro Clapes, mucho mas joven, no pasaria de los treinta y cinco. Cuando Carlos Nieto les presento a Joa, el apellido no les paso desapercibido.

– ?Mir?

– Mi padre es Julian Mir, si.

– ?Valgame el cielo!

Bernardo Cifuentes solto un par de anecdotas de forma rapida. Ella cincelo en su cara una sonrisa de rigor y poco mas. Abandonaron la Terminal de inmediato, huyendo de las hordas turisticas, y el cuatro por cuatro enfilo hacia el sur, bordeando la antigua Tebas, para cruzar el Nilo. Al norte de Luxor se encontraba el mas impresionante templo egipcio: Karnak. Joa todavia no habia visto las piramides, asi que se juro no marcharse sin pisarlo.

El trayecto hasta el Valle de los Reyes fue breve, apenas treinta minutos. Al otro lado del rio, surcado por las habituales falucas, primero se encontraron con los Colosos de Memnon, muy danados, pero todavia impresionantes.

Desde alli ya se divisaba el conjunto monumental del Valle, con el Templo de la Reina Hatshepsut, el edificio central encajonado por la alta pared posterior y a sus pies las tumbas abiertas y las que seguian hallandose o siendo objeto de estudios, analisis y excavaciones. Nadie sabia cuantos tesoros podian ocultarse todavia alli mismo. Se trabajaba con paciencia, y con escaso dinero, no con premura o presupuestos millonarios.

Juan Pedro Clapes les entrego un sucinto mapa de la zona.

– El grupo espanol que investiga la TT 47 esta en el oeste -les informo-. Entre las tumbas de Tutmosis III y las de Seti I y Ramses X. Cuando encontremos algo que nos permita identificar a su dueno, le pondremos un nombre, claro.

Joa detuvo las preguntas que tanto le quemaban la garganta.

No era el momento.

El Valle de los Reyes mostraba dos tipos de universos, uno silencioso y apenas visible, y otro bullicioso y contaminante, tanto en lo visual como en lo acustico. El segundo lo formaban los turistas, que eran vomitados por autocares de manera incesante y sin descanso. Aunque entraban en las tumbas a las que se les permitia el acceso de manera ordenada y con prohibicion de hacer fotografias, y menos con fiases, para no perjudicar las pinturas conservadas en las paredes, su presencia era demasiado ostensible en todos los aspectos. Si los faraones hubieran podido ver el futuro, tal vez no se hubiesen tomado tantas molestias en ser enterrados como hijos de los dioses. El otro universo, el primero, era el constituido por todos aquellos que trabajaban alli, arqueologos o simples obreros egipcios, empleando en ocasiones dias o semanas de su paciencia para desenterrar parcialmente un objeto sin danarlo. Bernardo Cifuentes expreso en voz alta lo que Joa sentia.

– Son los que traen divisas al pais, y desde luego vienen a Egipto por esto, las piramides y el Nilo, asi que… Se les necesita.

Cuando llegaron al pequeno campamento montado junto a las excavaciones ya se habia formado el comite de bienvenida. Los esperaban. Los otros arqueologos espanoles repitieron los gestos de los dos primeros. Mariano Pino era el jefe de la expedicion. Tras el se presentaron Juan Manuel Perez y Gorka Arriaga. Quedaban dos

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