– ?Quien?
– No lo se. Segun el, era un viejo amigo de tu padre y del mio. Me ha dicho que me fuera del pais, que estaba en peligro.
– ?En serio? -se inquieto Carlos.
– Afirma que tu padre le dijo que cuando yo llegara lo entenderia, que era la unica que podia hacerlo.
– ?A que se referia?
No queria contarle nada mas. No queria hablarle de extraterrestres o la tomaria por loca. Tuvo que retroceder y atrincherarse en la ignorancia.
– No lo se.
El camarero les trajo su segundo plato: kebab and kofta, es decir, cordero. Tenia un aspecto inmejorable. Joa lo miro con apetito. Carlos Nieto no. De vez en cuando atravesaba por lagunas de tristeza. Ella se dio cuenta de que lo ignoraba todo acerca de aquel hombre, si estaba casado, separado, soltero… No llevaba ningun anillo. Quiza fuese lo que aparentaba ser. Alguien solitario y anodino. Se sintio incomoda ante sus propios pensamientos.
– ?A que hora saldremos manana?
– Temprano. Queria alquilar un todoterreno pero la distancia es muy larga, mas de seiscientos kilometros; aunque hay una autopista mas o menos decente seria un viaje de todo un dia, eso sin contratiempos. Hay un vuelo de Egyptair a las ocho de la manana. Como tu has de cruzar El Cairo hasta el aeropuerto, podemos quedar una hora antes en la Terminal. Ya me he ocupado de los billetes de avion a Luxor.
– De acuerdo, gracias.
Seria un viaje inquietante.
Por lo que pudieran encontrar.
Por la amenaza que, segun el hombre del museo, pesaba ahora sobre ella.
Joa se llevo una mano al pecho, alla donde la blusa le ocultaba el camafeo con el cristal en su interior.
– Cuentame que haces, que has hecho, que haras -le pidio Carlos Nieto retrocediendo hasta el comienzo en busca de una conversacion trivial.
10
La despedida habia sido cortes pero, de alguna forma, un poco tensa. En el taxi, porque Carlos se empeno en acompanarla aunque el restaurante estaba al lado de su hotel. Se habian dado un beso en la mejilla. Un beso calido por parte de ella, intenso por parte de el. La velada habia sido finalmente agradable, pero en ese momento Joa sintio la presion de ese contacto puntual como algo casi desesperado, como si su companero se aferrase a la vida momentaneamente a traves de ella. Penso que quiza necesitase algo mas que una amiga, un hombro en el que llorar o una compania efimera. De pronto se le antojo que el beso era un grito procedente de alguien muy solitario. -Gracias -le dijo de nuevo.
En los ojos de Carlos Nieto encontro el abismo del vacio.
Salio del taxi y se quedo en la puerta, viendo como el coche se retiraba de regreso al hotel de su companero.
Las tres piramides y la Efigie brillaban en la distancia con tonos azulados.
Mas de cuarenta siglos siendo testigos de la evolucion de la humanidad a su alrededor.
– ?Han cenado bien?
Tuvo un sobresalto. Kafir Sharif habia llegado hasta ella surgiendo de la nada, sin hacer ruido, lo mismo que una serpiente arrastrandose en busca de su presa. Conto mentalmente hasta tres antes de volver su cuerpo hacia el.
– ?Me ha seguido, inspector?
– ?Oh, no! -hizo un gesto de lo mas disciplente-. En realidad acabar…, acabo… ?Se dice asi? Acabo de llegar, si.
– ?Por que? -se alarmo temiendo que volviera a llevarla a la comisaria.
– Gesto de buena voluntad -le tendio su pasaporte.
– ?Ya no soy sospechosa?
– Mi deber era asegurarme, senorita Georgina Mir.
– Gracias -lo cogio con la mano derecha y lo dejo en ella, sintiendo su precioso contacto-. Podia habermelo dado manana.
– Manana usted y senor Nieto hijo viaje, ?si? El compra billetes de avion a Luxor.
– Lo sabe todo, ?eh?
El inspector le mostro una de sus sonrisas de hiena, con sus blancos dientes y su bigotito alargandose de extremo a extremo de su cara igual que una frontera negra que separase sus dos mitades.
– ?Trabaja siempre hasta tan tarde? -le pregunto ella.
– Veinticuatro horas dia. Policia no duerme.
– ?Por que me ha estado siguiendo?
– Precaucion.
Se pregunto si la habrian visto hablando con el hombre del museo.
Y si el tipo de la chilaba blanca y la barba…
– Buenas noches, inspector -hizo ademan de echar a andar hacia la puerta del Pyramids para sumergirse en su mundo gelido, dominado por los aires acondicionados.
– Senorita Georgina Mir…
– ?Si?
– He hecho mas averiguaciones sobre usted.
– ?Y…?
Kafir Sharif plego los labios en una mueca de insatisfaccion.
A veces era muy expresivo.
– Persona conflictiva -manifesto lleno de falso pesar.
– ?Usted cree?
– Madre desaparece. Padre desaparece, reaparece, vuelve a desaparecer… No va nunca a Barcelona. Viaja de un lado a otro del mundo…
– ?Eso me hace ser conflictiva?
– Tiene amigos poderosos.
– ?Yo? -la sorpresa no tuvo limites.
– Usted sabe.
– No, no se.
– ?Conoce alguien embajada de Estados Unidos?
– No -abrio unos ojos como platos.
– Ellos a usted, si.
Logro despertar toda su curiosidad.
– Oiga, ?de que me esta hablando? -se planto delante de el con los brazos cruzados.
Kafir Sharif tardo tres segundos en responder.
Primero sostuvo su mirada.
– Yo recibi hoy llamada embajada americana.
Los ojos de Joa se dilataron un poco mas.
– ?Sorprendida?
– ?A usted que le parece?
– Llamada dice usted es buena persona. Se interesa por investigacion. Y por su estado. Yo digo que usted es libre y agregado feliz.
Ya no solo era pasmo. Era inquietud.
Joa se estremecio.
– ?No sabe nada, senorita Georgina Mir?
