Victoria Holt

MI ENEMIGA LA REINA

La vieja dama de Drayton Basset

?A mi laud no culpes!, pues el ha de cantar

Esto o aquello segun mi gusto;

Pues no es libre y obligado esta

A emitir las notas que a mi me satisfacen;

Aunque mis canciones sean un tanto extranas,

Y diga lo que digo respecto a tu mudanza,

A mi laud no culpes.

Sir Thomas Wyatt

(1503-1542)

Ya nunca voy a la Corte. Estoy en mi casa de Drayton Basset. Voy haciendome vieja y a las viejas se les permite sentarse y sonar. Ellos dicen: «Mi senora sigue en pie. ?Cuantos anos tendra? Pocos llegan a su edad. Parece como si mi senora fuese a vivir siempre». A veces yo tambien lo pienso. ?Cuantos viven hoy que puedan recordar aquel dia de noviembre de 1558 en que murio la reina Maria (a quien habian empezado a llamar Maria la Sanguinaria) sin causar gran afliccion a su pueblo, exceptuados sus partidarios, que temian lo que su fallecimiento pudiera significar para ellos? ?Cuantos pueden recordar cuando se proclamo reina a mi parienta Isabel? Sin embargo, yo lo recuerdo muy bien. Estabamos entonces en Alemania. Mi padre habia juzgado prudente huir del pais cuando subio al trono Maria, pues aquellos que por causa de su nacimiento y religion velaban por la joven Isabel podian correr peligro.

Mi padre, que era un hombre muy religioso, nos reunio a todos y nos hizo arrodillarnos y dar gracias a Dios. Ademas, mi madre era prima de Isabel, con lo que el nuevo reinado resultaria beneficioso para nuestra familia.

Yo acababa por entonces de cumplir los diecisiete anos. Habia oido hablar mucho de Isabel y de su madre, la reina Ana Bolena. Despues de todo, la madre de mi madre era Maria Bolena, hermana de Ana, y los relatos sobre nuestra fascinante y atractiva parienta Ana formaban parte de nuestras leyendas familiares. Cuando vi a Isabel, comprendi lo que significaba aquella fascinacion, porque tambien ella la poseia… de modo distinto a su madre, pero la poseia. Isabel tenia tambien otras cualidades. Ella nunca sentiria el filo de la espada del verdugo. Era demasiado astuta para que le pasara eso; ya habia mostrado incluso desde edad muy temprana poseer verdadero genio para la supervivencia. Pero, pese a toda su coqueteria y a los deslumbrantes accesorios de belleza, carecia del atractivo basico que debio poseer su madre y que mi abuela, Maria Bolena (que tuvo el buen sentido de ser amante del rey y no pretender una corona), habia poseido en abundancia. Y si he de ser sincera, no debo pararme en falsas modestias y he de decir que yo habia heredado este atractivo de mi abuela. Isabel habria de descubrirlo (pocas cosas se le escapaban) y odiarme por ello.

Cuando subio al trono, estaba llena de buenas intenciones, que he de admitir que intento mantener. Isabel tuvo una importante relacion amorosa en su vida, y esa relacion de amor fue con la Corona. Se permitio, sin embargo, ciertas pequenas frivolidades; le gustaba jugar con fuego, pero en el primer ano de su reinado se chamusco tanto que creo que decidio que nunca volveria a sucederle. Jamas seria infiel al amor mas grande de su vida, simbolo glorioso y resplandeciente de su poder: la Corona.

Nunca pude resistir la tentacion de torturar a Robert con esto, ni siquiera en nuestros encuentros mas apasionados; y hubo muchos. El se enfadaba muchisimo conmigo entonces; pero yo sentia la satisfaccion de saber que, para el, yo era mas importante que ella. Aparte de su Corona. Estabamos, pues, los tres: un desafio al destino. Aquellos dos que se pavoneaban en el escenario eran las dos personalidades mas brillantes y sobrecogedoras de su epoca. Yo, tercer miembro del trio, solia mantenerme al margen de sus vidas, pero jamas deje de hacer sentir mi presencia. Aunque lo intentase, Isabel nunca logro borrarme por completo. Llego un momento en que no habia nadie en la Corte a quien la reina odiase como a mi. Ninguna otra mujer desperto celos tan terribles. Ella habia deseado a Robert, y yo le habia hecho mio… por la propia y libre voluntad de el. Y los tres sabiamos que, aunque ella pudiese haberle dado la Corona (y el amaba tan apasionadamente la Corona como la propia Isabel) yo era, sin embargo, la mujer que el queria.

Sueno muchas veces que estoy otra vez en aquella epoca. Siento que me embargan el entusiasmo, la emocion, y olvido que soy una anciana, y deseo hacer el amor de nuevo con Robert y combatir a Isabel.

Pero hace mucho que ambos yacen en sus tumbas y solo yo sigo viva.

Asi pues, mi consuelo es meditar sobre el pasado, y lo vivo todo de nuevo, y, en ocasiones, me pregunto cuanto de todo ello fue sueno mio y cuanto realidad.

Ahora estoy reformada: la Senora de la Mansion. Algunas damas que habian vivido vidas como la mia solian encerrarse en conventos. Se arrepentian de sus pecados y rezaban veinte veces diarias pidiendo perdon con la esperanza de que su tardia piedad les asegurase un lugar en el cielo. Yo me he consagrado a las buenas obras. Soy la dama generosa. Mis hijos murieron, pero yo sigo viva; y ahora me ha asaltado la idea de que debo escribirlo todo tal como sucedio y que ese sera el mejor medio de volver a vivirlo.

Procurare ser honrada. Es el unico medio de poder revivir el pasado. Intentare vernos tal como fuimos realmente: un brillante triangulo, cualquiera resulta brillante con aquellos dos seres relumbrando en dos puntos, tan brillantemente muchas veces como para oscurecer la vision. Y yo misma alli tambien, tan importante para ellos (pese a todo su poder) como lo eran ellos para mi. Que emociones sacudieron a aquel triangulo: el amor de Robert hacia mi, que me convirtio en la rival de la Reina; el odio de esta hacia mi, nacido de los celos y de la certeza de que yo podia satisfacer a Robert como ella jamas podria; aquellos arrebatos de colera suyos que jamas le permitian olvidar del todo su propia ventaja. Como me odiaba y despreciaba, llamandome «esa Loba», cosa que otros imitaron mas por complacerla que porque me despreciaran. Sin embargo, yo, solo yo, de todas las mujeres de su vida le coste tantos celos y tanta angustia… y solo ella me haria sufrir otro tanto. Teniamos planteada una lucha entre ambas y todas las ventajas estaban de su parte. Era su poder contra mi belleza… y siendo Robert como era, se veia arrastrado de una a otra incesantemente.

Quizas acabase triunfando ella. ?Quien puede decirlo? A veces no estoy segura. Yo se lo arrebate, pero luego ella me lo arrebato a mi… y la muerte nos burlo a ambas.

Ella pudo vengarse de mi y fue una amarga venganza, pero a mi aun me quedan fuego y pasion, pese a ser tan vieja, para narrar nuestra historia. Quiero convencerme de como ocurrio. Quiero decir la verdad sobre mi misma… sobre la Reina y sobre los dos hombres que amamos.

Los exiliados

Mientras la ciudad se cubre de patibulos y los edificios publicos se llenan con las cabezas de los hombres mas valientes del reino, la princesa Isabel, a la que no se augura mejor destino, yace enferma a unos doce o trece kilometros, tan hinchada y desfigurada que se aguarda su muerte.

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