animo. ?Que te parece la cosa?

– Pues bien. Si el tio responde regular, pues te resulta un asuntillo decente.

– Es una cosita reducida, desde luego, en pequena escala, y cuestion monetaria no sera nada muy alla. Para los vicios, aunque nada mas sea, ?no te parece? El unico temor mio es la edad, ?sabes tu? Y es que el tio ni me ha visto siquiera, ni le han dicho nada de los anos que tengo. Me apalabro con terceros. Ese es el miedo mio; que a lo mejor el hombre me rechace, por parecerle que uno joven le rinda mas.

– No creo que pase eso. Ahi es el oficio lo que vale. ?Tendra que ver la edad? Cuanto mas viejo, mas garantia de que posees anos de experiencia.

– A ver si es verdad. Me agradaria, hombre. No se los anos que no meto estas manos – las ensenaba – entre la harina y la levadura. Y dicho esto, me voy, pero pitando – apoyaba las manos para levantarse -. Tiene que ser ya muy tarde, y tu tambien tienes que cenar.

Se levanto.

– La una menos diez – dijo Mauricio.

Lucio estiraba el cuerpo; ahuecaba los arrugados pantalones, que se le habian adherido a la piel; alzaba varias veces una y otra rodilla, alternativamente, para desentumecerse las piernas!

– Bueno, tu, hasta manana.

– Pues que haya suertecilla. Ya me contaras.

– Naturalmente. Veremos a ver si no se queda todo en agua de borrajas. Adios.

Lucio salio al camino y orino interminablemente, a la luz de la luna, que ya casi tocaba el horizonte sobre las lomas de Coslada. A sus espaldas oia cerrarse la puerta de Mauricio, y cuando echo a andar de nuevo ya habia desaparecido el rectangulo de luz que salia de la venta. La carretera le llevaba entre dos olivares hasta las mismas tapias de San Fernando, y el ruido del agua del rio sonando alla abajo en la compuerta se dejaba de oir subitamente, al quedar interceptado por detras de los primeros edificios. Eran casitas muy nuevas, de ladrillo a la vista, y aun la mayoria sin habitar.

«…Entra de nuevo en terreno terciario y recibe por la izquierda al Henares, en Mejorada del Campo. En Vaciamadrid recoge al Manzanares por la orilla derecha, por abajo del puente de Arganda; y en Titulcia al Tajuna, por la izquierda. Suministra a la grande acequia llamada Real del Jarama, y ya en las vegas de Aranjuez entrega sus aguas al Tajo, que se las lleva hacia Occidente, a Portugal y al Oceano Atlantico.»

Madrid, 10 octubre 1954 y Madrid, 20 marzo 1955.

Rafael Sanchez Ferlosio

***
Вы читаете El Jarama
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×