especialista: el subdirector del Banco Arus. Era companero de Ignacio. Por desgracia le mataron y no puede informarte. Pero Ignacio aprendio mucho con el'.

– Poca cosa -protesto Ignacio-. Era la suya una vision desde fuera, libresca. Se algo del triangulo, de la plomada, del martillo, de los ritos de iniciacion… Pero no alcanzo a comprender cual es vuestro vinculo de union, que abarca toda la tierra… -Ignacio guardo un silencio-. Se, por ejemplo, que Roosevelt fue mason, que lo son Truman y Churchill. Mi pregunta es: 'Como, teniendo tanta fuerza, se dejaron ganar la batalla en Yalta y en Potsdam?'. Yo diria que han hecho ustedes el ridiculo y que con su chaqueteo le han asestado un golpe mortal a la democracia…

Hubierase dicho que Julio no se daba por enterado. Se arrellano en el sillon, sosteniendo entre los dedos la boquilla de oro, humeante. Finalmente replico, en tono aparentemente humilde:

– No puedo satisfacer tu curiosidad… yo no soy mas que una especie de monaguillo de la logia Cavour, de Washington. Como lo era tambien en la logia Ovidio, de la calle del Pavo, de la que seguramente te acordaras…

– Monaguillo! Si usted era monaguillo en la calle del Pavo -ironizo Ignacio-, yo soy aqui el cardenal primado…

Julio se puso serio.

– Por favor, no insistais… -y pidio permiso para ir al lavabo.

Al regreso, el clima se habia distendido. Hablaron de la proxima maternidad de Ana Maria. 'Todo bien, por el momento?'. 'Todo bien'. 'Tu padre, Ana Maria, no consigue entender que os vendierais el chalet de San Feliu y el yate…' 'Mi padre es mi padre, y nosotros somos nosotros'. 'Has logrado aclimatarte en Gerona? En alguna de las cartas destilabas una cierta anoranza…' 'Donde este Ignacio, alli estare yo'. 'Bravo! Es lo mismo que contesta Amparo cuando le preguntan si se aburre en Washington'.

El comentario no acabo de gustarle a Ana Maria. Una cierta frialdad se apodero del ambiente, que los esfuerzos de Ignacio no lograron aminorar.

* * *

Era el 4 de abril de 1946. Carmen Elgazu estaba preparando la cena para Matias y Eloy. Tal vez luego pasara Julio Garcia a rematar la jornada. De repente, Matias y Eloy oyeron otra vez 'plaf!' en la cocina. Corrieron hacia alli. Otra vez Carmen Elgazu en el suelo. Entre los dos la llevaron a la cama y Matias preparo con toda urgencia el vaso de azucar y el chocolate. Sudores frios, fatiga, mareos, un hambre atroz. Lo mismo que la otra vez.

– Anda, tomate esto… Es el azucar. Luego te daremos el chocolate.

Entretanto, Eloy llamaba desesperado a Moncho. Por fortuna, estaba en su laboratorio.

– Voy corriendo… La teneis en la cama?

– Si.

– En seguida estoy ahi.

La diferencia con la otra crisis estribaba en que esta vez Carmen Elgazu no reaccionaba. Al contrario. Cada vez mas palida, mas sudores, apenas si acertaba a balbucear: 'Mas azucar… Mas'. Matias no sabia que hacer. Le tomaba el pulso, debil, le secaba el sudor de la frente, controlaba su respiracion, un tanto agitada: Y si le pusiera una inyeccion de insulina? Moncho les habia dicho que no.

Moncho llego como un rayo. Carmen Elgazu vivia aun. Moncho miro el vaso de azucar, que estaba vacio y sin soltar una silaba le inyecto una dosis de suero glucosado. La ausculto y su rostro no acerto a disimular la desesperanza. Masaje cardiaco. Carmen Elgazu habia cerrado los ojos y balbuceaba palabras inconexas, que Matias intentaba comprender. Eloy, al borde de la cama, se habia arrodillado y rezaba jaculatorias. De repente, el muchacho se levanto y fue a la alcoba conyugal a buscar un rosario e intento colocarlo en las manos de 'tia Carmen', pero Moncho se lo impidio.

No hubo nada que hacer. A las nueve menos cuarto, Carmen Elgazu expiro. Moncho hizo un gesto de impotencia y Matias cayo materialmente sobre la cama. La almohada casi chorreaba. 'Coma diabetico…', repetia Moncho. 'El corazon ha fallado'. Eloy se dio cuenta de lo que ocurria y se precipito a besar tambien a 'tia Carmen'. Eloy no habia visto nunca una persona muerta, pero con 'tia Carmen' le basto. Comprendio que la muerte era la absoluta inmovilidad, era el vacio inmenso, la mudez, la nada. Moncho cerro los parpados de Carmen Elgazu y ahora si deposito en sus manos el rosario.

Matias enloquecia. Perdio la serenidad. Hubierase dicho que todavia le quedaban esperanzas porque ponia la mano sobre la frente de su mujer, que se estaba enfriando por momentos.

– Moncho…! -y se le echo al cuello.

– No me esperaba yo esto… -admitio el muchacho.

– Moncho, yo querria morirme tambien… El analista no supo que decir.

* * *

El telefono se puso en marcha y a la media hora el piso estaba repleto. El primero en acudir fue mosen Alberto, que le administro la extremauncion. Luego acudieron Ignacio y Ana Maria, Pilar y Mateo, Manolo y Esther, Paz Alvear, Manuel Alvear, los contertulios del cafe Nacional, Julio Garcia! En la habitacion ardian dos cirios y el semblante de Carmen Elgazu revelaba una gran paz. La crispacion y el llanto se habia apoderado de los que quedaban. Carmen Elgazu pertenecia ya al reino de la otra orilla, que no se sabia donde estaba, que no se sabia lo que era, ni en que consistia, puesto que nadie habia regresado de ella. Marta hizo tambien su aparicion. Y Cacerola… Y todas las vecinas de la Rambla. En cambio, faltaron el camarada Montaraz y la Voz de Alerta.

Mosen Alberto hubiera querido rezar un rosario, pero los llantos y el entrar y salir de las personas se lo impidieron. Llamo aparte a Mateo, que era el que se mostraba mas sereno, para programar el funeral y el entierro. A Mateo le parecio una responsabilidad excesiva y llamo a Ignacio, quien tenia los ojos enrojecidos y el alma rota. El funeral en la parroquia del Mercadal, al dia siguiente a las cuatro de la tarde. En el acto del entierro, en vez de caballos, la furgoneta de la Funeraria. El dueno de esta se persono en la casa. Ellos cuidarian de todo: del ataud, de las flores, del nicho, de los recordatorios… De todo, menos de devolverles a Carmen Elgazu.

– Quieren que traigamos el ataud hoy, o manana por la manana?

– Manana por la manana.

Querian verla en la cama un poco mas… Matias se sintio incapaz de cualquier gestion y Moncho tuvo que cuidar de el. Ignacio hizo de tripas corazon y fue recibiendo y abrazando a quienes entraban. Paz estaba tambien al cuidado, pendiente de que llegara la Torre de Babel. Al verle, suspiro.

– Crei que no venias…

– Mujer, no faltaria mas!

Aparecieron Alfonso Reyes y Felix. Este llevaba la carpeta, por si venia a cuento sacarle un apunte a 'la muerta'. Pronto renuncio a su proyecto y abandono la carpeta y los apuntes en un rincon.

Pilar no se movia de la cama. Dejaron en casa, en manos de Tere, a Cesar y se arrodillo a los pies de su madre y no habia forma de que se apartara de alli. 'Mama, mama…' Le parecio que el mundo era injusto y al ver el rosario depositado en manos de Carmen Elgazu miro la crucecita como diciendo: 'Hubieras podido evitar esto'. Llego Eva, la esposa de Moncho y le tranquilizo. Moncho andaba preguntandose si, despues de la primera crisis, no hubo imprevision por su parte.

– Que no, que no… Que paso porque tenia que pasar.

Ninguno de los presentes queria ausentarse del piso e irse a su casa a dormir. Pero tampoco podian quedarse todos y pasar la noche en vela. Finalmente se acordo que se quedarian los miembros de la familia, ademas de Manolo y Esther y de Julio Garcia. Era la primera vez que Matias veia a Julio Garcia llorar. Mateo no saludo al ex policia. Siempre se las arreglaba para mirar hacia otro lado o para entrar en la cocina a prepararse otra taza de Ca Fue una noche lenta, prenada de fantasmas. Por el ventanal del Onar se veian las lucecitas de las casas de enfrente. De vez en cuando llegaba, como un eco, la voz del sereno, anunciando la hora con la apostilla: 'Ave Maria Purisima!'. Cuantas veces Carmen Elgazu habia oido aquella cantinela, mientras iba pensando en todos y cada uno de los miembros de la familia, especialmente en Cesar y en la hija muerta que nacio de Pilar.

Mosen Alberto repetia:

– Conformidad, conformidad… y sus palabras resonaban como un trueno.

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