estrechar la mano de Julio.

Tomaron asiento alrededor de la mesa de marmol, mientras Ramon volvia a saludar a Julio y a servirles las correspondientes tazas de cafe. Julio les invito a todos a tabaco americano y todos aceptaron, excepto Matias. 'Perdona, pero yo prefiero la picadura y liarmelo yo mismo'.

Orden del dia: anecdotario nacional. Julio presto oidos. Matias se ajusto el sombrero y empezo: 'El ingeniero espanol Garcia Tirado ha declarado que ha construido una maquinaria capaz de captar la fuerza cosmica y susceptible de producir fluido electrico'. Galindo, que pensaba siluetear con su maquina de escribir el perfil de Julio, aporto la noticia siguiente: 'En Ciudad Real, un gitano apadrino a un hijo de un guardia civil en el acto del bautismo. Luego el gitano invito a dulces, champan, canto y bailo'. Grote no se quedo atras: 'El presidente de las Cortes hizo el solemne voto de defender la Asuncion de la Virgen al cielo y la mediacion universal'. Ramon intervino a su vez: 'Los veterinarios rinden un especial homenaje al jefe del Estado'. Matias le dijo a Julio:

– Ahora te toca a ti.

Julio, que entendio la jugada y se desternillaba de risa, reflexiono un momento y finalmente se decidio:

– A mi lo que mas me ha impresionado es que una jerarquia del Regimen haya declarado: 'No podemos tolerar que un delantero centro gane mas que un coronel!'.

– Bravo, bravo!

Los espejos del Nacional, al igual que antano, reflejaron hasta el infinito la figura del ex policia. La conversacion se generalizo, en contra de lo acostumbrado. Todos, y no solo Ramon, querian saber cosas de Norteamerica. Se produjo un choque, puesto que lo que queria Julio era saber cosas de Espana. Gano la mayoria, de suerte que al recien llegado no le cupo mas remedio que contar una serie de topicos sobre su pais de adopcion. Los avances tecnicos, los tres mil aviones fabricados diariamente, el patriotismo, las banderitas, la Quinta Avenida, la revolucion estudiantil. 'En el cine vereis reflejados todos los aspectos de la vida de Norteamerica. En el cine se abre en canal la sociedad y se ridiculizan desde la policia hasta la figura del presidente. La mejor cualidad de los norteamericanos es que creen en el trabajo de equipo, que aqui solo se utiliza para bailar sardanas. El trabajo de equipo es el secreto de ese gran pais'.

– Tendran algun defecto… -sugirio Grote.

– Uy, muchos! Aunque no lo parezca, el quince por ciento de la poblacion, inmigrantes en su mayoria, llevan una vida miserable. Otro defecto: la soberbia. Otro defecto: la ignorancia de todo lo que no es Norteamerica. Un embajador al que enviaron a Ceilan pregunto al recibir la noticia: 'Y donde esta eso?'. A los europeos nos miran como a una raza residual, que ha creado algunos monumentos y algunas obras de arte. Sin tener en cuenta que, a no ser por los europeos, aquella gente todavia andaria con plumas en la cabeza…

Julio se sentia incomodo. No le gustaba sintetizar. Corria el riesgo de deformar la realidad. Apenas hacia una afirmacion le venian a las mientes docenas de razones que probaban lo contrario. Ademas, que sabia el de los Estados Unidos? Apenas si habia salido de Washington y del Imperial Hotel. No habia visitado el campo, las granjas, no sabia nada de las diferentes leyes que regian en los diferentes estados, excepto aquellos en que estaba permitido el divorcio. Se dedico a contar anecdotas mas o menos graciosas, con un denominador comun: Amparo. Su querida mujer, Amparo Campos. Alergica a cualquier idioma que no fuera el castellano, solo podia cotillear con los hispanoparlantes. Sus grandes amigos eran los botones del hotel, que habian aprendido unas cuantas palabras para hacerla feliz y recibir copiosas propinas. Todos sabian decirle: 'guapa'. Y el dia que el limpiabotas le dijo 'cachonda', ella le largo cinco dolares y se fue a la peluqueria, pasando antes por una sauna.

Cuando las risas se apagaron, Julio les conmino a que le hablaran de Espana.

– He venido a eso. A ver y a enterarme…

Grote se disponia a complacerle, cuando entraron en el cafe el capitan Sanchez Bravo, acompanado de Leon Izquierdo y de Pedro Ibanez. Se hizo un silencio.

– Que ocurre, si puede saberse?

– Han entrado dos sabuesos. Dos ex divisionarios. Mejor que juguemos al domino…

CAPITULO XXXVII

EN LOS DIAS SUCESIVOS JULIO GARCIA se dedico a vagar por la ciudad. Tenia miedo y se hacia acompanar por Matias, por Ignacio o por Paz Alvear. Cada vez se hundia mas y mas en los recuerdos. Entro en la catedral, para contemplar el Tapiz de la Creacion. Entro en San Felix, para contemplar el Cristo yacente '-las reliquias de san Narciso eran de madera', subrayo- y subio al Museo Diocesano, donde mosen Alberto le hizo una discreta inclinacion de cabeza. Nunca dejaba de mirar hacia el piso que antano ocuparan el y dona Amparo y en el que ahora tenian el bufete Manolo e Ignacio. Esperaba que este le invitara en nombre de Manolo y Esther; pero Ignacio se callaba. Julio llego a la conclusion de que los jefes de Ignacio tambien le rechazaban.

El domingo almorzo en casa de la Torre de Babel y de Paz. Fue un almuerzo afortunado. Paz se desahogo con su huesped, en quien reencontro viejas ideas en cierto modo olvidadas. Quedo claro que detestaban las mismas cosas, sobre todo el fascismo en cualquiera de sus manifestaciones. Hablaron de la democracia. Era la formula politica ideal; era la libertad. Por eso Paz admiraba a los Estados Unidos, los cuales, a su entender, fueron quienes ganaron la guerra. La Torre de Babel dijo que, en politica, el ideal no existia, que el ideal era Agencia Gerunda, puesto que lo resolvia todo, incluso los problemas que planteaba una mujer ambiciosa y contradictoria como Paz. Julio se derritio contemplando a la sobrina de Matias, la cual no tenia necesidad de ir a la sauna ni de que le llamaran 'cachonda' para subirse al septimo cielo. Con un ramo de flores rojas le bastaba. Y con alusiones a quellos tiempos en que galvanizaba a las parejas cantando en la Gerona Jazz y en que regalaba sobrecitos de la perfumeria Diana. La Torre de Babel se intereso por el funcionamiento de los bancos en Norteamerica. Julio le contesto: 'Yo, de esto, no entiendo ni jota. Tengo mis ahorros en el National Bank y cuando necesito dinero voy y me lo dan'.

El domingo por la noche ceno en casa de Alfonso Reyes. Fue, tambien, un encuentro afortunado. Julio queria mucho al cajero del Banco Anis, al que en tiempos habia hecho varios favores, aprovechandose de su amistad con el director. Se intereso por su trabajo en el Valle de los Caidos, del que Matias le habia hablado. Ahi Julio se llevo la gran sorpresa. Alfonso Reyes seguia en sus trece: fuera resentimientos. Preferia almacenar buenos recuerdos y descartar los malos. En el Valle vivio horas inolvidables de companerismo, y no solo entre los condenados, sino entre estos y los vigilantes. Cuando paso al economato, no le falto ni comida ni tabaco. Reconocia que el Regimen cercenaba libertades elementales y que habia cometido abusos sin nombre. Pero y en los comienzos de la guerra civil? Que hizo la Republica? Entregar las armas al pueblo. Primero se aduenaron del cotarro los anarquistas y luego los comunistas. Se hablaba de siete mil sacerdotes asesinados. El se habia jurado a si mismo no creer nunca mas en medallas de una sola cara. Ahora vivia tranquilo, no metiendose con nadie y posando a menudo para un formidable pintor que decia llamarse Felix Reyes.

Julio admiro la entereza y la campechania de su anfitrion. En cuanto a Felix, al termino de la cena le saco un apunte a Julio, en el que le arranco las entranas. Un apunte al carbon, ligero al parecer, pero de una profundidad psicologica que desconcerto al ex policia. 'Donde has aprendido todo esto?'. 'Mi profesor es Cefe. Debe usted acordarse de el…' 'El de la pajarita en el cuello?'. 'Pajarita y melena. Y discipulo de Miguel Angel'.

Puesto que era de noche, Alfonso y Felix le acompanaron al hotel, en cuyo vestibulo le estaba esperando el consul, mister John Stern. 'No debe usted andar por las calles a estas horas -le recrimino el consul, con cierta aspereza-. No pienso convertirme en su ninera. A partir de ahora, jueguese el tipo cuantas veces quiera'.

El martes almorzo en casa de Ignacio y Ana Maria. Esta impresiono mucho a Julio Garcia. Aparte la comida, que fue esplendida, la muchacha rebosaba clase por los cuatro costados. Naturalmente, Ana Maria le pregunto por su padre, don Rosendo Sarro. 'Se que se han visto ustedes un par de veces. Me gustaria saber como esta, si ha cambiado mucho'. 'Ha engordado -le contesto Julio-. Pero continua trabajando como si tuviera treinta anos. Lleno de energia y de ambicion. No puedo decirte lo mismo de tu madre, que no logra acostumbrarse al Brasil. Yo les aconsejo que se vengan a Washington y que, cuando puedan, pidan tambien la nacionalidad norteamericana. Pero tu madre es testaruda. Dice que por nada del mundo renunciaria a ser espanola y ole'.

Ana Maria se intereso vivamente por el tema de la masoneria. Ahi habia un misterio que ella nunca pudo desentranar. Julio hizo un expresivo ademan. 'Habiame de lo que quieras, preguntame lo que quieras, pero no toques este tema. Es demasiado serio para; hablarlo entre plato y plato o en una sobremesa. En Gerona teniais un

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