delincuentes en la misma celda. Nada en comun a excepcion de los anos de condena. Unidos por la condena. Haces lo que tienes que hacer sin hablar. Algun sonido si acaso. Ruidos de animal. Y todo esta a la vista.
El desprecio del otro esta a la vista. El cinismo del otro esta a la vista. El egoismo del otro esta a la vista. La amargura del otro esta a la vista. Todo esta mucho mejor a la vista.
Como cuando defecas. Te incorporas un poco. Vuelves la cabeza. Miras. Ves todo aquello flotando. Y dices que bien. Magnifico. Eso es lo que queria. Deshacerme de toda esta mierda que llevo dentro demasiado tiempo. La mierda que arrastras demasiado tiempo.
Luego vacias de un golpe la cisterna. Es un alivio momentaneo. Y vuelves a mirar por si acaso. Hay que asegurarse de que la mierda desaparecio.
Tambien habia algunos pintores que dejaban sus cartapacios encima de los timbres de las mesas del Algonquin. No le quitaban ojo a sus cartapacios. Sus dibujos estaban dentro de sus cartapacios. Su obra. Sus dibujos.
Claro que no quedaria un solo timbre en su sitio si esos timbres no estuvieran atornillados. Eran demasiado tentadores. Cualquier cosa que no se atornille en un hotel desaparece en el acto. Se la llevan los clientes. Sobre todo en un hotel de Nueva York. Hasta la gente vive atornillada en Nueva York Para que no se la lleven. Juan seria el primero. Juan Se llevaria un timbre del Algonquin como se llevaba los cuchillos de la mantequilla. En una ocasion se llevo incluso la mantequera de un hotel en Nueva Delhi.
Pero en el Algonquin no se atrevia. Era dificil. Un hotel demasiado pequeno. Muy vigilado. De artistas y escritores. De agentes literarios. De editores y de marchantes. Esa clase de gente. Ladrones a fin fe cuentas. Todos quieren robar los timbres del Algonquin pero no se atreven. Por eso estan muy bien atornillados.
En los hoteles de las grandes cadenas es mucho mas facil. Aunque digan que hay camaras ocultas hasta en los cuartos de bano la gente roba todo lo que puede en los hoteles de las grandes cadenas que disponen de un presupuesto especial para reponer los objetos robados por sus clientes y empleados.
El Hilton era uno de sus favoritos. Los cuchillos de la mantequilla de cualquier Hilton le fascinaban mas que los cuchillos de la mantequilla de otras cadenas hoteleras.
Todos los Hilton del mundo tienen los mismos cubiertos. La misma vajilla. Las mismas sabanas los mismos muebles. Los mismos cuadros. Las mismas toallas. Los mismos jabones. Los mismos gorros de plastico en la ducha. Los mismos boligrafos. Los mismos empleados con las mismas caras fabricadas en cadena para la cadena de hoteles Hilton.
Son inconfundibles. Identicos. En los Hilton todo es copia de una copia de lo mismo. Desde la fachada Hilton hasta la alfombrilla del bano Hilton. Te asomas a la ventana de un Hilton y desde alli ves siempre el mismo paisaje Hilton. La marquesina Hilton. El macizo ajardinado Hilton. La cerca Hilton. El acceso y la rampa Hilton. El aparcamiento Hilton. Y mas alla del Hilton la
?En que Hilton de que ciudad te has metido ahora para robar un cuchillo de la mantequilla Hilton?
?Miami? ?Phoenix? ?Houston?
?Desde cuando estas aqui?
?Acabas de entrar en el Hilton o ya estas a punto de salir del Hilton?
?Donde estan los ascensores Hilton?
?A la derecha? ?A la izquierda?
?Donde esta la maquina de hielo Hilton?
?A la derecha? ?A la izquierda?
Tiene encanto la desorientacion Hilton.
En lo mas alto de un edificio Hilton eres un atomo del universo Hilton sobre el estercolero de cualquier ciudad.
Le excitaba la aventura de los cuchillos de la mantequilla. Todos con la
Juan los preferia bastante usados. Para llevarselos nuevos no hacia falta correr ningun riesgo. En cualquier almacen se vendian esos mismos cuchillos por 12,99 dolares la pieza. Ponerles la
?Cual podia ser la vida media de un cuchillo de la mantequilla en un Hilton cualquiera?
Llegaba el dia en que los tenian que retirar. Perdian brillo. Desaparecia el cromado. Empezaban a ponerse amarillentos. Resultaban repugnantes. Y entonces daban tanto asco como la tapadera descascarillada y enmohecida del vater de un hotel barato. Como los grifos oxidados de un lavabo en un hotel viejo y barato. Sabes que alli han hecho muchas guarrerias. De todo tipo. Porque es del dominio publico que gran cantidad de clientes orinan en los lavabos. Escupen en los lavabos. Sangran por las encias en los lavabos. Lavan los calcetines en el lavabo. Tambien se limpian los zapatos con las colchas. Con las cortinas. Por supuesto con las toallas cuando estan un poco humedas que quitan muy bien el polvo y sacan brillo y dejan negras las toallas que el cliente pisotea amontonadas en un rincon del cuarto de bano. Y hacen todo esto aunque la direccion implore que no lo hagan. Que utilicen las manoplas especiales para limpiar los zapatos. ?Manoplas especiales? Donde haya buenas toallas que se quiten las manoplas. Ni hablar de manoplas. Nadie hace en los hoteles lo que pide la direccion. Todo el mundo hace al reves. Es mas. Los clientes abusan sexualmente de las almohadas en cualquier momento del dia o de la noche. Aunque especialmente entre las 3 y las 6 de la madrugada. Los clientes pueden echar mano de una almohada y abusar sexualmente de esa almohada hasta dejar hecha un asco la almohada. Despues esa misma almohada va a parar a los labios de una vieja solterona que babea con la boca abierta en la almohada sin sospechar todo lo que hicieron otros tan solo unas horas antes con esa misma almohada a la que unicamente le cambiaron la funda.
Los cubiertos de la mantequilla eran por naturaleza objetos limpios y atractivos. Utensilios tentadores a cualquier hora. Especialmente la del desayuno.
Al fin y al cabo robar cuchillos para la mantequilla era una de las pocas emociones del veterano periodista en sus viajes por el mundo. El veterano reportero iba siempre de un Hilton a otro Hilton. De una cumbre de jefes de Estado a otra cumbre de jefes de Estado. De una gira del papa a otra gira del papa. De un viaje del rey a otro viaje del rey. De una catastrofe natural a otra catastrofe artificial. Siempre lo mismo. Anos y anos haciendo lo mismo. Escribiendo las mismas idioteces. Los mismos embustes. Las mismas exageraciones. Las mismas mentiras en el mismo periodico.
En cambio los cubiertos de la mantequilla de los hoteles de la cadena Hilton le esperaban en cada Hilton para ofrecerle una excitante aventura. Y la excitacion de meterse en el bolsillo otro cuchillo de la mantequilla de los hoteles de la cadena Hilton le mantenia tenso. Ilusionado. Alerta.
?Te atreves hoy Juan?
?Lo vas a hacer hoy?
?Crees que hoy puede pillarte el camarero?
?Esperas a manana?
Juan se fijaba detenidamente en el camarero. Estudiaba al camarero. Radiografiaba al camarero. Analizaba despues todos los detalles del restoran. Sus puertas. Los angulos con visibilidad y los angulos sin visibilidad. Contaba el numero de mesas. Las mesas que estaban ocupadas y por quien estaban ocupadas. Se podia dar el caso de que a dos pasos de Juan estuviera desayunando otro individuo con las mismas inclinaciones que Juan. Era preciso detectarlo. No es dificil detectarlo. Existia un codigo secreto. Aquel individuo emitia una senal. Algo parecido sucede entre maricones- Se detectan al instante. Es como un olor. Una luz. Un magnetismo. Imposible