consecuencia podiamos salir a tirar de pantalon al aire libre, mire a mi intimo del espejo y en el recuento de nuestras posibilidades, en funcion de mis virtudes, las repase todas, incluido el tactarme los escualidos biceps, di con la que nunca habia tenido en cuenta, el regalo de mi madrina, la Bruxa, la bruja de Quilos, curandera que no bruja, pero asi funciona la fama, Enedina tenia gracia, o sea, adivinaba las enfermedades y tramitaba el remedio por metodos silvestres, te mira a traves de un vaso de agua y te dice: la maleza te esta en la quinta vertebra de la columna, la tienes troncha, frotate quince mananas seguidas con sangre de conejo, con fervudo de manzanilla, con emplasto de cebolla, con lo que sea, segun, y te curas. Mi padrino de providencia, el protector que me ayudo desde siempre con consejos y dinero, el licenciado don Angel Sernandez Valcarce, boticario de Cacabelos, no la podia ni ver, le distraia la clientela y no se enfadaba porque le hiciera polvo el negocio, sino porque hay que acabar con esta plaga de supersticiones, decia, y no me explico como consintio en que fuese ella mi madrina. Para don Angel la Bruxa era la oscuridad del espiritu ajeno a la ciencia y para la Bruxa don Angel era la niebla del progreso sin alma, no se querian entre si, pero yo los queria a los dos y la verdad es que Enedina tiene gracia, un don que tienen los que nacen con una cruz negra en el velo del paladar y que les viene de llorar en el vientre materno. Mi padrino de bautizo fue Ricardo, Carin, el marido de Vitorina Gallardo, mi madre de leche, la criada de don Angel, Gelo para los amigos, a la Bruxa no la dejo entrar el cura en la iglesia, pero me espero fuera, tan ofendida y triste la pobre que echo la casa por la ventana en su regalo de bautizo, segun me contaron me echo el bien de ojo, o me lo dio, no lo se, que no es un regalo, dijo, porque es un poder suyo, lo tiene de nacimiento, pero otros tambien lo tienen y se mueren sin saberlo, sin ejercitarlo, sin reconocer las maravillas que ocurren a traves de sus ojos, y eso es como si estuvieran desposeidos del encanto, me regalo el aviso de un poder en el que nadie creia, menudo cabreo cogio don Angel, Gelon para los acreedores, los maleficios si sin cosas de brujas, el mal de ojo, por ejemplo, pero no iba a maldecir a un ahijado, claro, lo diria por desconcertar al personal y fastidiar al cura, un poder bastante gilipollas por otra parte, que veria con intencion, con una agudeza superior a la humana, una cierta premonicion visual, pero no veria yo mismo sino mi contrario, «su antagonista vera lo que el quiera que vea», si mal no recuerdo, puede que no le hicieran mucho caso porque tampoco se entendia muy bien el beneficio. El mirar raro me sirvio para el mote, desde que descubri lo de la toquillita azul, en la catequesis, preparando la comunion, tu vienes de buenos panales, chaval, andaba que parecia medio lelo, de mirada ausente, que siempre estaba en las nubes, ausente y de ausente Ausencio, apodo y no santo del dia, pero tan nombre propio que cuando me llamaban por el cristiano de pila, Jose, ni volvia la cabeza. En el recuento de posibilidades, virtudes a utilizar heroicamente si era necesario, la unica valida era esa estupidez del bien de ojo, por inedita y porque no habia otra, la imagen flaca, malbarbada y enfermiza del quebrado espejo sobre el que estuve a punto de garabatear un no funciona, tan poco me ofrecia, no daba para muchas filigranas, la mire tratando de aplicar en ella mi poder sin desvirgar y nada, ni pestaneo, no me vi como a un principe azul toquilla al viento a modo de Superman, pero a fuerza de voluntad me convenci de que si, de que funcionaria sobre los ajenos, una llave maestra para abrirme las puertas del campo y una vez a campo abierto nadie me detendria, de eso estaba seguro, no me detendrian vivo, rompi el espejo de un punetazo, no funcionaba, tan huesuda y encallecida la mano que apenas me hice unos cortes sin importancia, lo justo para sufrir un poco, lo necesario para mejor meditar el plan de fuga, me tumbe en el camastro y repase mi biografia en busca de algun indicio del poder especial que encerraban mis ojos. No lo localice, puede que en la camioneta de los voluntarios, en la plaza de Cacabelos, estabamos casi todos ya en la caja, apelotonados en confusas despedidas, Luciano, el hijo mayor de don Angel, a mi lado, como si fuera mi hermano porque era mas que eso, mi amigo intimo, algunos todavia trepando por las ruedas, y adivine lo que iba a pasar, me lo dijo la cara de novato del que subia, pero segun mi don se lo deberia haber dicho yo, el caso es que lo intui y zas, ocurrio, se le disparo el mauser justo debajo de nuestras narices, la bala le entro por la barbilla y le salto limpiamente la tapa de los sesos, adios para siempre, Lucianin fue el primer caido por Dios y por Espana del pueblo, un escandalo, algunos voluntarios lo dudaron tanto que al capitan de recluta no le quedo mas remedio que mandarlos atar y arranco sin otra contemplacion que la de no llevarse a nadie por delante, a la guerra mas tonta del mundo, no fueron los ideales sino la geografia quien decidio de que lado luchabamos, un breve entrenamiento, caray, caray, caray, como pesa, como pesa, caray con el mosqueton, como pesa el muy cabron, es lo que cantabamos marcando el caqui, unas pocas practicas y al frente, si en vez de tirar para Asturias nos hubieran destinado a Burgos habria ganado y seria un hombre libre, en el pueblo, forrandome con el wolfram, pero nos llevaron a Pajares y se jodio, nos cazaron como a raposa recien parida, a los prisioneros mas jovenes nos convencieron para luchar en el batallon Lenin a favor de la legalidad republicana y por eso estaba en el camastro, dandole vueltas a la fuga, para incorporarme a la legalidad del movimiento nacional me restaban quince anos de trabajos no muy forzados pero si eternos. Me ahogaba en la atmosfera enrarecida del vagon y me decidi, no hay nada como un buen pronto, adios, amigos, manana, si le veis al Valverde, que si le vereis, no le digais nada, tan solo recuerdos de mis partes, tire la manta y sali a mear, ni san Pedro es capaz de ponerle puertas al campo, nada mas natural que una buena meada a medianoche, un claro de luna tremulo de estrellas y grillos, alejandome del campamento mientras me abrochaba la bragueta, todo con mucha parsimonia, en la naturalidad esta la clave, cruce la obra nueva y salude con la cabeza al centinela, el escolta era un crio del reemplazo de ese mismo ano, los nervios podian hacerle peligroso, podian si no clavaba mis ojos en los suyos y le hacia ver lo que mi voluntad quisiera, soy una nube y me dejaria pasar como si me llevara el viento, sono el cerrojo del mauser y me apunto al pecho para serenar su animo con el deber cumplido, dispararia, en la naturalidad esta la clave, le salude para ganar los metros necesarios.

– Buenas noches.

– Si pretendes escapar no me queda mas remedio que meterte un tiro entre ceja y ceja.

– Digo que hace una noche esplendida.

– ?Adonde vas?

Jamas mire tan fijamente a nadie.

– Estoy harto de esto, me largo a casa.

– Esta bien, pero no tardes.

Me desconcerto su respuesta, o se habia despistado o funcionaba mi bien de ojo, en ninguno de los dos casos iba a ser yo quien le aclarara el malentendido, mejor asi, sombra asombrada trate de fundirme con la noche, tremula de estrella fugaz y grillo huidizo, me perdi a la carrera por aquel paraje desertico, libre y de por vida, me tendrian que arrancar la piel a tiras para enchiquerarme de nuevo, tire al aire la ridicula gorra carcelaria con la delatora «T» de trabajos redencionistas y me arranque del pecho la bandera espanola, el distintivo que nos diferenciaba a los politicos de los comunes, iba tan de caqui como un soldado cualquiera, cosa que no queria aparentar, en lo que pude me enmascare con el jersey azul marino de cuello en pico de uno de los aparejadores que dirigian la construccion del puente, se lo mangue del cesto de la ropa sucia, en intendencia, cuando me toco hacer la colada en el rio de donde me alejaba ya a grandes zancadas, solo, tan solo como cuando me abandonaron envuelto en la toquillita azul celeste, cara, con bordados, tu vienes de buenos panales, chaval, me dijo alguien, la diferencia es que esa era una historia sucia que no trataria de aclarar jamas, y la de ahora era la del nacimiento del primer hombre sobre la Tierra, me recorria el cuerpo una sensacion telurica de privilegio, supuse seria la sensacion de libertad, la noche y el paramo no hacian mas que perfilarla con ribetes heroicos, feliz me oriente hacia la linea vieja de ferrocarril Valencia-Zaragoza, hacia mi primer trasbordo en la Pilarica, despues el que viniese, lo malo no era el itinerario sino la meta, no saber con exactitud si tenia o no casa en la que refugiarme, se agolpaban las dudas mientras corria sin el menor sintoma de fatiga saltando de traviesa en traviesa, brillaba el filo de los railes, ?se acordarian don Angel y Vitorina de mi?, ?mi vuelta no significaria un trastorno en sus mermadas economias?, ?vivian?, saludarles si, pero no una carga, me independizaria con el wolfram o con lo que fuera, ?me querian?, me centre en los planes mas inmediatos, ?me quieren?, era lo que no me atrevia a preguntarme. En el caos de la Renfe deberia manejarme con dos especiales avisos, uno, cuando bajara al departamento de tercera, a compartir la tortilla con los paisanos que indefectiblemente la repartian a cambio de que no se les delatara su modesto estraperlo de aceite, no coincidir con el revisor, y dos, cuando subiera al techo del vagon, a dormir la siesta, no levantar la cabeza a la entrada de un tunel. ?Me quieren? o, lo que es mas terrible, ?los quiero yo? Avance por los railes hasta dar con el sitio que considere idoneo, el terraplen de una curva en el que me agazape esperando que el correo aminorase su velocidad lo suficiente como para no romperme la crisma al tomarlo en marcha, le oi silbar a lo lejos y me estremeci.

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