ni gloria final.
En fin, me hubiera gustado saber algo mas de nuestro pasado, pero tendre que conformarme con ese agujero oscuro en el que esta el origen de mi vida y alli jugar, como cuando nina, a construir personajes a mi medida, inventarme abuelos y tios viejos, historias de barcos, guerras, amores y desencuentros; una trama de cine al final de la cual vengo a aparecer yo. De todos modos, respeto tu silencio, tus razones habras tenido. A esta altura, no voy a detenerme por esto, a pesar de que me hubiera encantado saber mas y poder contarselo a mis hijos.
La adolescencia fue una senda pedregosa para las dos. Para mi pesar y para tu amargura vino a remover los barros asentados de tu propia adolescencia desdichada. Te hice recordar demasiado dolor, ?verdad? El cuerpo me fascinaba por su diversidad; y sus cambios siempre me habian resultado apasionantes, aunque algo aterradores. Leia todo lo que podia, aun material prohibido, del que papa guardaba en la mesita de luz y de cuya existencia no estoy segura estuvieras al tanto. De tanta teoria biologica aprendida en los libros, mezclada con la practica exagerada que mostraban las revistas, invente un mundo mas fantastico que verdadero, donde lo bueno y lo malo estaban delimitados en blanco y negro. Clasificaba los besos en aceptables o asquerosos, las miradas en limpias o sucias, los roces en inocentes o perversos. Desde ese punto tan debil como errado, fui construyendo mi pobre sexualidad con la que hasta el dia de hoy no logro ponerme de acuerdo.
Tenidas de rojo las sabanas, y yo muerta de verguenza por no saber como decirtelo, hago la cama rapidamente, tapo mi suciedad mientras pienso como contarte que ya me ha pasado, con unas ganas desquiciadas de que me abraces con ternura y me hagas sentir limpia. Por fin, cerca del mediodia, apenas te susurro sin mirarte 'Ya, ya me vino'. Y tu, con ojos reprobadores, seguis machacando la cebolla mientras me explicas, inexpresiva, aunque asustada, unas normas de higiene tan ajenas al abrazo que estaba buscando. Senti en ese momento que la barrera de nuestros pudores se hacia mas ancha y que perdia el ultimo barco hacia aquella primera infancia a la que hubiese querido regresar, sobre todo para encontrarte a ti esperandome. Asi crecio mi cuerpo y con el la mujer que llevo dentro, arqueando los hombros para disimular los incipientes pechos que me llenaban de verguenza. Hasta el dia de hoy, no logro corregir esta postura de monje medieval que me quita al menos dos centimetros de altura.
Cuando conoci a Juan, supe de inmediato que no ibas a quererlo. Juan era mio y tu rechazabas mis opciones con un minimo cuestionamiento. Por eso nos casamos tan pronto, demasiado pronto. Ahora puedo decirte que entiendo tus enojos, que, al aproximarse la fecha de la boda, fueron volviendose ruegos, desesperados intentos por detener lo que tu insistias en llamar 'una locura'. Si, en vez de atacarme con insultos y gritos que me alejaban cada minuto mas de ti, me hubieras abrazado con ese abrazo que yo mendigaba y hubieras cambiado mi triste prisa por la seguridad de tu compania, ?ah mama!, no dudes de que me habria quedado a tu lado. Yo queria tanto que todo aquello se detuviera; congelar nuestras vidas y salirme del cuadro para poder discernir cual era mi camino. Pero no pude; esas cosas no suceden en la realidad. La vida me iba arrastrando, atravesandome descaradamente. Entonces, yo era como una pluma en el viento, no tenia voluntad ni fuerzas para torcer mi destino. Me eche a la deriva, segura de que no era el camino adecuado pero enloquecida por salirme de mi presente. Lo que vino despues lo conoces y no voy a aburrirte con su relato. Basta con que sepas que tambien en esos anos cuando, ya mujer, los nudos de mi historia se apretaron hasta la asfixia, tambien entonces, mama, como ahora, te necesite a mi lado.
Elena
La casa no es una casa sino un apartamento en un quinto piso que da a la rambla costanera de alguna ciudad, pero todos la llaman 'la casa', tal vez porque las palabras, que estan vivas, dicen mas de lo que hablan y casa se parece mas a hogar. Elena se preocupa por conservar una limpieza y un orden intachables; pero dos hijos, un hombre y un perro superan cualquier esfuerzo. De un modo u otro, la casa esta limpia, siempre inundada por la luz que proyecta el mar, dorada o rosa, segun la hora del dia. Pero Elena esta infectada por el virus de la higiene y se le ha puesto en la cabeza que jamas tendra su lugar como ella quiere, es decir, perfecto.
Oye el silbido del despertador y lo apaga para volver a un sueno en el que esta caminando sobre una gran plataforma de acero suspendida entre las nubes. Anda descalza, liviana, se siente bien. Al final del camino hay dos personas, un hombre y una mujer; la estan esperando con los brazos abiertos. Quiere avanzar y no puede, no tiene pies. Hace un intento desesperado, se angustia y, por fin, logra despertar.
– Daniel, Daniel, las siete.
Daniel viene de otros mundos, mas practicos, mas sencillos, ni siquiera recuerda lo que ha sonado.
– ?Vas primero al bano?
Es un hombre alto, de huesos grandes y rasgos bien marcados. Lleva el cabello corto y se ocupa de que jamas le toque el cuello de la camisa. El olfato es, sin duda, su sentido mas desarrollado; le encanta perfumarse y tiene una coleccion de frascos vacios que, cada tanto, Elena se ve tentada de tirar a la basura.
Daniel nacio en un hogar de trabajadores y crecio apreciando el valor del esfuerzo. Desde la adolescencia supo que nada tendria sin trabajar y, con mas audacia que talento, se lanzo al mundo armado con sus ganas y una cara tan dura que le permitio soportar los golpes que fue recibiendo. Hasta el dia de hoy no logra explicar como llego al negocio de la publicidad. Tampoco recuerda quien fue su contacto ni como se las arreglo para aprender solo el dificil codigo del todosecomprayvende.
Fue en una agencia que conocio a Elena. Daniel todavia puede evocar lo que sintio por ella en los primeros tiempos de noviazgo, y como supo ser apoyo de aquella mujer tan fragil, y como ella le respondio con ternura y afecto y… En fin, que siempre ha tenido una espina maldita clavada en el alma; pero no, no quiere pensar en eso ahora. La manana apenas comienza y no va a dejar que los fantasmas de la inseguridad le arruinen el dia. Menos hoy, que se va a reunir con los ejecutivos de esa multinacional y, quien sabe, si consiguiera esa cuenta significaria mucho, mucho dinero: cambiar el auto, comprarle uno a ella, vacaciones. No, hoy no va a hundirse en sus miedos, hoy tiene que primar su lado practico, su ser material. Sin embargo… Estira el brazo y le toca la espalda a Elena que se ha sentado sobre el borde del colchon y alza sus manos hacia el techo con la misma pereza de su infancia, mientras gira el cuello en circulos hacia un lado y otro. Todavia no ha podido salir del todo de su mal sueno.
– Cuando vuelva a nacer, voy a ser hombre y me va a gustar madrugar.
– ??Hombre?!
– Si, para levantarme a trabajar sin pensar en nada mas -se calza las zapatillas y se mete en el bano de donde sale tres minutos despues, aun vistiendo la remera blanca que usa para dormir y que solo cambia por un camison negro, cortito, cuando Daniel se lo pide.
La rutina es mas o menos la misma todos los dias: cafe para ella, mate para el, tostadas o galletitas y dos cucharaditas de polen en granulos que toman ambos porque han oido que repone energias. Elena coloca su taza sobre la mesada y comienza a guardar los cubiertos y la vajilla que han quedado en el escurridor desde la noche. Saca la batidora y, en su lugar, extiende una manta celeste sobre la cual planchara la ropa. Mientras calienta la plancha, aprovecha para pasar un trapo humedo por la mesada de marmol. Se moja el indice con saliva y lo desliza por el metal caliente que emite un quejido complice. Entre camisa y pantalon bebe el cafe de a poquito; ya se ha acostumbrado a tomarlo frio. La caldera avisa que el agua esta hirviendo. Una cinta de vapor se eleva hacia el techo y hace juegos extranos con la respiracion de Elena.
– Me gusta el vapor. Es como si fuera humo, pero de agua. Cuando era chica me encantaba hacer dibujitos en los azulejos empanados. ?Tu, nunca…?
Daniel esta perdido en su diario y, como de costumbre, no ha escuchado nada. Ya se ha habituado tanto a la voz de su mujer, que oye las palabras pero no las procesa y ella inmediatamente se arrepiente de hablar demasiado.
– Ah, mira que maquina. Tiene llantas de aleacion, bloqueo central, direccion hidraulica, aire, y,… ah, si, spoiler trasero.
– ?Que?
– Y no esta tan caro que digamos. Si vendemos el nuestro, ?cuanto sacariamos?
– ?Con todas las deudas que tenemos! ?Te parece que estamos para mas gastos? Ayer llego el seguro y el lunes vence la segunda cuota de la computadora. Y estan las tarjetas, y los gastos comunes, y Otilia que limpia