La deslumbro el resplandor. Poco a poco, sin embargo, Viviana reconocio la luz, la vio como si fuera la primera vez, sus ojos fijos en las particulas de polvo flotando en los rayos que entraban por la ventana. Que fluida era, penso, como lo inundaba todo como un aire encendido. Se sintio pesada, un barco encallado suspendido en la claridad. Oyo el bip bip de las maquinas, percibio su cuerpo doliente, horadado, la sonda en la nariz, el brazo con la linea del suero, la molestia en la uretra. Permanecio inmovil con los ojos abiertos mucho rato. Estoy en el hospital. Cruce la puerta. No estoy muerta. Lentamente, a cuenta gotas, reconocio su conciencia. Le parecio oir, como si se tratara de una maquina puesta a funcionar por un invisible mecanismo, el chirriar de su ser reacomodandose en su interior, echando a andar los engranajes, reconociendose. Soy Viviana Sanson, tengo cuarenta anos. ?Y si no era cierto? ?Quien era ella si eso no era cierto?

Empezaba a angustiarse cuando vio la cara de Juana de Arco asomada a sus ojos.

– Bienvenida -escucho-. ?Sabes quien soy?

Lo sabia perfectamente. Contesto y no oyo su respuesta. Lo intento de nuevo.

Despues llegaron los medicos. Las pruebas. Martina, Celeste, Eva, Ifigenia, Rebeca. Las nombro una a una, con inmenso alivio. ?Que habre olvidado? ?Cuanto de mi se ha perdido?

La llevaron en camilla por el pasillo. La insertaron en la maquina blanca, la capsula espacial. Otra vez el pasillo. Estaba muy cansada. Queria dormir, pero le daba miedo cerrar los ojos, que desapareciera la gente que queria, tan contentos todos de verla, como que hubiese llegado de un largo viaje.

Se aferro a la mano de Celeste. Los medicos querian que apretara las manos, que moviera los pies. Sentia el derecho, el izquierdo apenas.

– Doctor, no me deje dormir -pidio-. Tengo mucho sueno.

– Haga un esfuerzo por estar despierta un rato mas -dijo el medico.

– Martina -oyo-, Martina, veni contale cosas. Ayuda a que no se duerma.

Martina le hablo de Emir. Estaba en camino, le dijo. ?Sabes quien es, verdad?

Viviana asintio con una sonrisa. Hombre, dijo Martina, yo que tenia la esperanza de que te despertaras lesbiana, se rio, pero sos hetero perdida, no hay caso.

– Faguas -dijo Viviana-. Hablame de Faguas.

Martina la puso al tanto tan sencillamente como pudo de los acuerdos economicos con la Comunidad Europea, problemas con las lluvias en la region atlantica del pais, pero se extendio cuanto pudo en asuntos livianos.

– ?Quien esta gobernando? -pregunto Viviana. -Eva, Eva esta gobernando.

Viviana cerro los ojos. El sueno entonces la vencio.

La renuncia

La poblacion de Faguas fue informada del retorno de Viviana Sanson a los pocos dias de que ella salio de su estado de coma. Lo que nadie esperaba, ni sus colegas del pie, ni Emir o Celeste, fue que ella decidiera renunciar como Presidenta del pais.

– ?Estas loca, mujer? -Martina era la mas opuesta. Se controlaba para no gritar, pero apenas lo lograba. Daba vueltas en la habitacion de la casa de Viviana como fiera enjaulada.

– No estoy loca Martina. Es una decision irrevocable.

– Creo que debemos dejar pasar unos dias -dijo Eva, intentando conciliar-. No sabes Viviana la que se nos ha armado con mi nombramiento. Si vos renuncias, la oposicion seguramente demandara nuevas elecciones.

– No veo nada malo en eso -dijo Viviana-. No dudo que las ganaremos.

– Vamos a ver -dijo Emir-. Tratemos de razonar. Lo veria logico si tuvieras algun impedimento fisico, pero los medicos dicen que en dos o tres meses estaras otra vez caminando sin cojear. Y tu mente esta perfectamente bien.

– Faguas no debe tener una Presidenta a medias -dijo Viviana-. Dije ya que es una decision irrevocable.

– Si no hay problemas, hay que crearlos… -sentencio Rebeca.

– Ifi, convoca a una comparecencia mia por television -dijo Viviana-. Manana mismo.

Jose de la Aritmetica estaba almorzando, mirando las noticias, contento como pocas veces. Dionisio, los Montero, Jimenez y otra serie de personajes serian enjuiciados. En un operativo sincronizado, Eva logro capturarlos. A Jimenez lo bajaron de su avion privado, listo para despegar en el aeropuerto. Algun soplon lo habia puesto sobre aviso. La misma Eva, pelirroja, poseida por los mil demonios de su animo justiciero, entro a toda velocidad con su jeep a la pista y se parqueo justo frente al avion, impidiendo que se moviera. Pistola en mano, encaramada sobre la tapa del jeep, ella obligo al piloto a abrir la escotilla y a sacar a Jimenez a la escalera. Lo saca o destruyo el avion y se van todos ustedes en una bola de fuego al mismo infierno, lo amenazo.

Los facinerosos estaban ya bajo llave. A Ernestina y los hijos los tenian recluidos en una casa para protegerlos. Ella habia aceptado testificar.

Jose esperaba que, en cualquier momento, Eva lo llamara para darle su primera mision como detective oficial, ahora que los hombres estaban siendo considerados de nuevo para trabajar en el Estado.

Casi bota el tenedor cuando vio aparecer la cara de Viviana Sanson en la pantalla. Delgada, con apenas un asomo de rizos sobre la cabeza (hasta pelona se ve guapa, penso Jose), saludaba a su pueblo, les agradecia la solidaridad, las flores. Era un discurso conmovedor que, de pronto, lo dejo a el pasmado. No puede ser, penso. Quiero decirles que tras meditarlo mucho, he decidido renunciar, dijo. Mi recuperacion tomara tiempo. Ustedes ya han esperado bastante. Se merecen una mandataria con plenos poderes fisicos y mentales.

Mercedes, que se habia arrimado a ver el discurso, se tapo la boca con las manos.

– ?Ay Dios mio! Tan alegres que estabamos y ahora esto.

Puede decirse que por un minuto, mientras la gente absorbia la noticia, hubo un gran silencio sobre Faguas.

Pero dejar de ser Presidenta no estaba en el destino de Viviana Sanson.

Esa misma tarde, como si un invisible flautista de Hamelin hubiese sonado su encantada melodia, mujeres, hombres, jovenes, viejos, empezaron a caminar hacia la Presidencial. En silencio, miles y miles de personas se aglomeraron bajo el balcon del despacho oval. No llevaban mantas ni pancartas. No gritaban consignas, simplemente llegaban y se quedaban de pie. Martina llamo a Emir.

El le pidio que no dijera nada a Viviana. Habia que esperar, dijo, controlando la emocion que la noticia le produjo, inquieto por ir a ver con sus propios ojos aquel gesto portentoso.

Hacia las seis del la tarde, dejo a Viviana con Celeste y salio. Del balcon del despacho, junto a Juana de Arco que, por fin, se comportaba como la joven que era batiendo palmas y en un estado de euforia incontrolable, vio las avenidas hasta donde le daba la mirada, repletas de gente. En la plaza la multitud habia invadido cuanto espacio habia disponible: el parque vecino, los edificios aledanos. La radio reportaba que de las poblaciones del interior iba caminando la gente hacia la ciudad.

– Un pie delante del otro -susurro Emir para si mismo, y se fue a recoger a Viviana.

La conocia. Sabia que ella no podria resistir semejante demostracion de amor.

Y tuvo razon.

Viviana volvio a la Presidencia por aclamacion popular.

Viviana

Tengo una bala alojada en el craneo. Estara conmigo el resto de mi vida. La se alli y saberla es una advertencia que no paso por alto. Fue larga mi recuperacion. Mi pierna izquierda tardo meses en moverse de nuevo y ser mia otra vez, pero del cuarto de los Recuerdos Siempre Presentes regrese lucida. No me perdi en el camino. Regrese con mis memorias intactas y con la extrana capacidad de no olvidar lo que hay en ese galeron de cosas olvidadas que es el tiempo. No me parecio una capacidad singular al principio. Leyendo las fantasiosas

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