Susanna Tamaro

Donde el corazon te lleve

Traduccion del italiano por Atilio Pentimalli Melacrino

Titulo original: Va' dove ti porta il cuore

A Pietro

Oh, Shiva, ?que es tu realidad?

?Que es este universo lleno de estupor?

?Que forma la simiente?

?Quien es el cubo de la rueda del universo?

?Que es esta vida mas alla de la forma

que impregna las formas?

?Como podemos entrar en ella plenamente,

por encima del espacio y del tiempo,

de los nombres y de las connotaciones?

?Aclara mis dudas!

De un texto sagrado

del shivaismo cachemir

Opicina, 16 de noviembre de 1992

Hace dos meses que te fuiste y desde hace dos meses, salvo una postal en la que me comunicabas que todavia estabas viva, no he tenido noticias tuyas. Esta manana, en el jardin me detuve largo rato ante tu rosa. Aunque estamos en pleno otono, resalta con su color purpura, solitaria y arrogante, sobre el resto de la vegetacion, ya apagada. ?Te acuerdas de cuando la plantamos? Tenias diez anos y hacia poco que habias leido El Principito. Te lo habia regalado yo como premio por tus notas. Esa historia te habia encantado. Entre todos los personajes, tus predilectos eran la rosa y el zorro; en cambio, no te gustaban el baobab, la serpiente, el aviador, ni todos esos hombres vacios y presumidos que viajaban sentados en sus minusculos planetas. Asi que, una manana, mientras desayunabamos, dijiste: «Quiero una rosa.» Ante mi objecion de que ya teniamos muchas, contestaste: «Quiero una que sea solamente mia, quiero cuidarla, hacer que se vuelva grande.» Naturalmente, ademas de la rosa tambien querias un zorro. Con la astucia de los ninos, habias presentado primero el deseo accesible y despues el casi imposible.

?Como podia negarte el zorro despues de haberte concedido la rosa? Sobre este extremo discutimos largamente y por ultimo nos pusimos de acuerdo sobre un perro.

La noche antes de ir a buscarlo no pegaste ojo. Cada media hora llamabas a mi puerta y decias: «No puedo dormir.» Por la manana, al dar las siete ya habias desayunado y te habias lavado y vestido; con el abrigo ya puesto, me esperabas sentada en el sillon. A las ocho y media estabamos ante la entrada de la perrera. Todavia estaba cerrada. Tu, mirando por entre las rejas, decias: «?Como sabre cual es precisamente el mio?» En tu voz habia una gran ansiedad. Yo te tranquilizaba, decia: «No te preocupes, acuerdate de como el Principito domestico al zorro.»

Volvimos a la perrera tres dias seguidos. Alli dentro habia mas de doscientos perros y tu querias verlos a todos. Te detenias delante de cada jaula y alli te quedabas, inmovil y absorta en una aparente indiferencia. Entretanto, todos los perros se abalanzaban contra la red metalica, ladraban, saltaban, trataban de arrancar el enrejado con las garras. Estaba con nosotras la encargada de la perrera. Creyendo que eras una chiquilla como las demas, para que te animaras te mostraba los ejemplares mas hermosos: «Mira aquel cocker», te decia. O tambien: «?Que te parece aquel lassie?» Por toda respuesta emitias una especie de grunido y proseguias tu marcha sin hacerle caso.

A Buck lo encontramos el tercer dia de ese via crucis. Estaba en una de las jaulas traseras, esas donde alojan a los perros convalecientes. Cuando llegamos ante el enrejado, en vez de acudir a nuestro encuentro como todos los demas, se quedo sentado en su sitio sin levantar siquiera la cabeza.

«Ese -exclamaste senalandolo con el dedo-. Quiero ese perro.» ?Te acuerdas de la cara estupefacta de aquella mujer? No lograba entender que quisieras entrar en posesion de aquel horrendo gozquillo. Si, porque Buck era pequeno de talla pero encerraba en su pequenez casi todas las razas del mundo. Cabeza de lobo, orejas blandas y colgantes de perro de caza, patas tan airosas como las de un basset, la cola espumosa de un perro de aguas y el pelo negro y tostado rojizo de un dobermann. Cuando nos dirigimos a las oficinas para firmar los papeles, la empleada nos conto su historia. Lo habian arrojado de un coche en marcha a principios del verano. En ese vuelo se habia herido gravemente y por eso una de las patas traseras le colgaba como muerta.

Ahora Buck esta aqui, a mi lado. Mientras escribo, de vez en cuando suspira y acerca su hocico a mi pierna. El morro y las orejas se han vuelto casi blancos a estas alturas y, desde hace algun tiempo, sobre los ojos le ha caido ese velo que siempre nubla los ojos de los perros viejos. Al mirarlo me conmuevo. Es como si aqui a mi lado hubiera una parte de ti, la parte que mas quiero, esa que, hace anos, entre los doscientos huespedes de aquel refugio supo escoger el mas infeliz y feo.

Durante estos meses, vagabundeando en la soledad de la casa, los anos de incomprensiones y malhumores de nuestra convivencia han desaparecido. Los recuerdos que me rodean son los recuerdos de cuando eras nina, una cachorrita vulnerable y extraviada. A ella es a quien le escribo, no a la persona bien defendida y arrogante de los ultimos tiempos. Me lo ha sugerido la rosa. Esta manana, cuando pase a su lado, me dijo: «Coge un papel y escribele una carta.» Ya se que entre nuestros pactos, en el momento de tu partida, estaba el de no escribimos, y con pesadumbre lo respeto. Estas lineas jamas levantaran el vuelo para llegar a tus manos en America. Si yo no estoy cuando regreses, ellas estaran aqui esperandote. ?Que por que hablo asi? Porque hace menos de un mes, por primera vez en mi existencia, estuve gravemente enferma. Asi que ahora se que entre todas las cosas posibles, tambien se cuenta esta: dentro de seis o siete meses podria ocurrir que yo no estuviese aqui para abrir la puerta y abrazarte. Hace mucho tiempo, una amiga me comentaba que en las personas que nunca han padecido nada, la enfermedad, cuando viene, se manifiesta de una manera inmediata y violenta. A mi me ha ocurrido precisamente eso: una manana, mientras estaba regando la rosa, de golpe alguien apago la luz. Si la esposa del senor Razman no me hubiese visto a traves del seto que separa nuestros jardines, con toda seguridad a estas horas serias huerfana. ?Huerfana? ?Se dice asi cuando muere una abuela? No estoy del todo segura. Tal vez los abuelos estan considerados como algo tan accesorio que no se requiere un termino que especifique su perdida. De los abuelos no se es ni huerfano ni viudo. Por un movimiento natural se les deja a lo largo del camino, de la misma manera que, por distraccion, a lo largo del camino se abandonan los paraguas.

Cuando desperte en el hospital no me acordaba absolutamente de nada. Con los ojos todavia cerrados, tenia la sensacion de que me habian crecido dos bigotes largos y delgados, bigotes de gato. Apenas los abri, me di cuenta de que se trataba de dos tubitos de plastico: salian de mis narices y corrian a lo largo de los labios. A mi alrededor solo habia unos extranos aparatos. Despues de unos dias me trasladaron a una habitacion normal, en,la que habia otras dos personas mas. Mientras estaba alli, una tarde vinieron a visitarme el senor Razman y su esposa. «Usted todavia vive -me dijo-, gracias a su perro, que ladraba como enloquecido.»

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